En pleno período estival y aun en pandemia de Covid-19, se confirma el primer caso de Influenza aviar de alta patogenicidad en un lobo marino en Antofagasta y sobre 13 mil aves marinas muertas por la enfermedad en Chile, alertando sobre una posible adaptación del virus a mamíferos. Además, en la región de Los Lagos, aparece el Tifus de los matorrales, manteniendo en alerta epidemiológica a la región. Y en la región de la Araucanía se confirma el fallecimiento de una persona por el virus Hanta y otras personas contagiadas con este virus en la región del Biobío. ¿Qué está generando el incremento de estas enfermedades?, ¿Podremos seguir abordando la prevención y tratamiento de estas enfermedades emergentes con las mismas políticas de salud empleadas hasta ahora?, ¿Podrían los mega incendios en el sur de Chile, con más de 450 mil hectáreas quemadas, favorecer el desarrollo de estas u otras enfermedades?.
La interdependencia entre la sanidad animal, la salud humana y de las plantas y su vinculación con los ecosistemas es la base del concepto One Health (Una Salud) y cobra cada vez más relevancia por el impacto que están produciendo los cambios en las interacciones entre personas, animales, plantas y medio ambiente. Estos cambios de interacciones se ocasionan por el crecimiento de la población humana y su expansión a nuevas áreas geográficas, el cambio climático, la deforestación, la ganadería, el movimiento global de personas, animales y alimentos y la crisis de biodiversidad, generando la pérdida del hábitat de millones de especies y que el humano conviva en estrecho contacto con animales salvajes y domésticos.
Las consecuencias de acciones antropogénicas han acelerado el cuestionamiento sobre la manera que nos relacionamos con la naturaleza, impulsando un cambio de paradigma que impactará todas las esferas de la sociedad. En la Cumbre de Salud de Carbis Bay del G7, celebrada en junio de 2021, se inició un trabajo colaborativo entre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la Organización Mundial de Sanidad Animal, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización Mundial de la Salud para trabajar estrategias de seguridad alimentaria, control de zoonosis y lucha contra la resistencia a antibióticos. Sin embargo, el éxito de la implementación del concepto de One Health requiere de una colaboración más amplia aun, que incluye la participación de la academia, la sociedad civil y el sector público y privado para comprender, anticipar y abordar los riesgos para la salud global.
En este sentido, las universidades deberán asumir la responsabilidad de iniciar procesos de adaptación curricular que permitan la formación interprofesional, incluyendo el concepto de One Health en sus mallas curriculares, para que los distintos profesionales del área de la salud trabajen colaborativamente estrategias de prevención y tratamiento de las enfermedades emergentes.
*Ex Vicerrectora Universidad de Concepción.