Un informe sobre eficiencia en la gestión de la salud primaria (APS), elaborado por la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad, sugirió que la incorporación de tecnologías de información y comunicación en salud es una “pieza clave” para que el sistema sanitario aborde los actuales y futuros desafíos del sector.
En términos concretos, significa aumentar el acceso a este nivel de atención, vinculado con la promoción y la prevención de enfermedades que, en caso de agravarse, podrían llegar a generar mayores costos para el sistema. De esta forma, las tecnologías podrían evitar una de cada tres hospitalizaciones que terminan en muerte contribuyendo a una mejor gestión de la APS.
En Chile, la tasa de cobertura en centros de salud familiar es, en promedio, del 50%, y en caso de hombres jóvenes desciende a menos del 40%. Los países de la OCDE tienen tasas de cobertura que superan el 65%, según revelan indicadores de la misma organización.
Solo por estas cifras, el costo en términos económicos, humanos y sociales para la salud chilena son difíciles de cuantificar en cifras. De acuerdo al estudio, de hecho, solo el costo por hospitalizaciones evitables es cercano a los US$ 300 millones (sin poder valorar el impacto social de esto, la pérdida a nivel de la producción económica o el gasto por la imposibilidad de reinsertarse en el mercado laboral, por ejemplo).
Los resultados de este reporte sobre la eficiencia de la gestión sanitaria fueron compartidos con las autoridades de Gobierno y esperamos, de manera optimista, que sus conclusiones sean motivo de referencia en el largo plazo para las actuales y futuras administraciones.
Los desafíos para la salud en las próximas décadas serán cada vez más demandantes y, de no generar acciones adecuadas de prevención, el sistema completo se verá con una presión extrema. Antes de la crisis del Covid-19, reportes internacionales daban cuenta que los estados de América Latina eran de los menos preparados para hacer frente a una emergencia de la envergadura de la que vivimos.
Lo que podríamos experimentar en las próximas décadas en términos de demanda de atenciones podría no ser tan diferente. El cambio en la pirámide poblacional, el incremento de enfermedades crónicas no transmisibles e incluso condiciones emergentes derivadas del cambio climático representan desafíos en los que la tecnología no solo será una herramienta de apoyo, sino central en la gestión.
A diferencia de otras industrias, donde la automatización o las múltiples tecnologías derivadas del avance de las ciencias digitales puede reducir el capital humano en la cadena productiva, en salud, la tecnología será vital para que los profesionales del sector puedan entregar un servicio más eficiente, y de mejor calidad. En salud, la eficiencia en el trabajo se traduce en más y mejores atenciones, incluso la vida o la muerte del paciente, lo que lo distingue de otras industrias que se relacionan con la satisfacción del consumidor.
Es el momento de poner un pie en el acelerador. Si bien los acontecimientos de los últimos tres años abrieron una ventana de oportunidad, estamos dando paso a una etapa de ralentización de los avances. No podemos volver a los enfoques tradicionales que marginan las nuevas tecnologías como un vehículo fundamental para la labor de los equipos de salud.
*Dra. May Chomali, directora ejecutiva Centro Nacional en Sistemas de Información en Salud (CENS).