Columna de psicología: Qué hacer con ese compañero de trabajo que bebe demasiado...
Los jóvenes no saben que la experiencia es una derrota y que hay que perderlo todo para saber un poco (Albert Camus)
Meses después de empezar a trabajar con Hans, recibí un llamado de Miguel Ángel, su jefe. Quería reunirse conmigo para hablar de otro caso que tenía en la oficina, urgente, pero antes quiso felicitarme por el cambio de Hans. "Es otro. Más amable, más conversador y ya no parece caminar con una nube negra sobre la cabeza".
Al día siguiente almorcé con Miguel Ángel y muy discretamente quiso saber de Hans. Vagamente le conté que el solo hecho de hablar lo había aliviado y que esto le había permitido convencerse que hablar no solo ayuda, sino que su silencio también comunica. Es imposible no comunicar.
Sorprendido, Miguel Ángel me dijo que ojalá hubiese atinado antes, pues sólo al percatarse que Hans no había asistido a los talleres de trabajo en equipo, supuso algo andaba mal. Y lo cierto… es que debió haber actuado antes.
"Bueno, más allá del mal timing, me alegro que Hans esté progresando y en base a los buenos resultados vistos con él es que te quiero hablar de Sergio… el ruso. Y antes que me preguntes porqué le dicen el ruso, la verdad es que no lo sé a ciencia cierta, pero intuyo que el apodo viene por su tendencia a tomar como cosaco. En fin, para que te hagas una idea, Sergio es visto acá como la antítesis de Claus.
El anti Hans
Sergio, es, a vista de todos, un tipo brillante, despierto, con una increíble avidez comercial. Es un lince y está dispuesto a todo con tal de cerrar un contrato, ganar una negociación… en realidad… es un tipo al que le gusta ganar en todo. Y bueno, esto le ha hecho ganar amigos y enemigos por igual. Tanto adentro como afuera.
Es rápido, entretenido y a muchos clientes les fascina trabajar con él, aunque de un tiempo a la fecha estos mismos hayan reclamado que no es muy pulcro, sino bastante impulsivo y arrebatado.
Siendo súper sincero, a mí nunca me aproblemó, pero hay un par de socios, que incluso antes del incidente que te voy a contar, ya lo tenían entre ceja y ceja, pues los viernes solía no venir o llegar extremadamente tarde. Algunos de sus incumplimientos se arrastran desde hace ya un buen rato y a esto súmale que empezó a no venir varios lunes.
Con todo, había logrado zafar -casi siempre amparado en que cumple las metas y facturar más que el resto-, pero un par de meses atrás se mandó una escena de proporciones en un matrimonio. Todos podríamos alegar que esto es parte de su vida privada, pero el problema es que está casado con la hija de uno de los socios. Mira… la verdad… preferiría que los detalles los vieras con él, pero si el ruso no se despabila rápido… tiene los días contados… Desde ese matrimonio va y viene… presenta licencias y cuando está… ya no es el de antes…"
Al día siguiente llegó Sergio a mi consulta. No tenía apellido ruso ni era rubio, pero era muy blanco, venoso y pese a la musculatura tensa de su cuello, se veía cansado.
A penas se sentó en el sofá, me miró de frente y me dijo:
"Sebastián, ya sé que le hiciste coaching a Claus y que ha sido un éxito, pero mi caso es muy distinto. Hans es un tipo tan piola, que durante mucho tiempo no sabíamos su nombre y algunos lo apodamos Claus… ¿o viceversa? No lo sé… perdona que me vaya por las ramas y asumo que no puedes hablar de otros conmigo, pero antes de venir acá, Miguel Ángel me dijo que después de este proceso quería tomar una decisión sobre mi futuro".
Aquí se produjo el primer silencio y al igual que Hans… miró por la ventana…
"A esta altura asumo ya sabes la cagada que me mandé en el matrimonio de la prima de mi señora. Asumo que sabes que estoy… ¿o estaba? casado con la hija de uno de los socios y que la prima que se casaba es hija de otro socio. Bueno… lo que pasó no lo recuerdo bien… he intentado reconstruirlo y no he podido. Desperté en la clínica y tengo horrorosos flashbacks de escenas delirantes. Solo te puedo decir que mi señora se fue del departamento y no me responde las llamadas ni los mensajes.
Silencio… ventana…
"Al principio los dolores fueron insoportables y tuve que confesarle a los doctores que estaba con abstinencia y aunque se supone que estas cosas son confidenciales, no dudaría que mis suegros ya sepan todo. Y si no lo supieron por ellos, asumo se los contó mi señora… o ex señora…"
Silencio… ventana…
"Hijos de puta, pensé… espérense que salga… pero cuando volví a mi departamento sentí que el mundo me aplastaba. Me dolía pensar y hacer cualquier cosa y me atormentaba la paradoja de que por no consumir en el matrimonio, se me pasó la mano con los tragos…"
¿Consumir qué?
Largo suspiro… silencio… notoria incomodidad…
"Que no consumo… ya no sé… ya no importa… la cosa es que antes del matrimonio mi señora estaba frenética y me hizo jurar que no iba a llevar nada al matrimonio… Peleamos varias veces y me vigilaba como paco … Y lo logró… me fui limpio… y me puse a chupar como de costumbre… a reír… y a chupar… y al parecer perdí la práctica de tomar a capela… y me borré… me perdí… no se más…
Uno de los pocos que me contestó el teléfono me dijo que vomité en la pista de baile, que me tuvieron que sacar del matrimonio, que me agarré a combos cuando intentaban que no me subiera al auto y que choqué varios autos en el mismo estacionamiento antes de que finalmente cayera inconsciente. Desperté en una clínica solo… y desde entonces no he sabido nada de ella".
¿Cómo te sientes ahora que me cuentas todo esto?
"Hecho bolsa, por dentro y por fuera. He vivido semanas… ¿meses?... horribles y aunque sé que tengo que cambiarme de trabajo y partir de cero en otro lado, no tengo la energía… cualquier cosa que implique un esfuerzo extra me agota a tal punto que creo voy a enloquecer. No me la puedo, y el psiquiatra de la clínica me recomendó no innovar y ya no sé que más hacer para dilatar el hecho de que me quedé sin nada".
Largo… larguísimo silencio…
Perdón… perdona… me fui… las pastillas me tienen estúpido y aunque me doy cuento que no pienso bien, no puedo hacer nada al respecto ni dejar las pastillas, pues si no fuera por ellas no dormiría ni podría funcionar. Es difícil estar solo en estas condiciones y no he querido decirle nada a mis padres, pues están lejos y lo único que haría es decepcionarlos.
¿No saben lo qué pasó?
"No, no saben nada y no quiero arruinarles tan rápido la ilusión. Hace solo dos años que cumplieron su sueño de irse a vivir al campo. Se atrevieron después que me casé y no me gustaría adelantarles nada sin saber si puedo recuperar algo. Hoy no tengo nada y apenas me olvido de tomar las pastillas me vienen flaskbacks del terror".
¿Y en qué pie estás en el trabajo?
"Mira, el maricón sonriente de Miguel Ángel está esperando ver que pasa con mi matrimonio para atreverse a tomar una decisión. Mi suegro es un cabrón y no se va a arriesgar a contrariarlo. Y mi señora… para que hablar… imagínate que jamás se atrevió a decirle a su papá que fumaba y ahora tiene que dar miles de explicaciones. Ya antes del matrimonio de su prima estábamos mal y me había pedido que me tratara… y ahora que estoy en ello… me quedé solo…
Mal timing…
"Pésimo. He vivido 30 años atrasado… endeudado en el amplio sentido de la palabra… solo que ahora… de verdad estoy solo…
Sergio se mira las manos y aprovecha de mirar la hora.
"Es tarde, me tengo que ir y nuevamente voy a llegar atrasado. Pero para responder a tu pregunta sobre cómo me siento hablando de todo esto con un desconocido, la verdad, es que mejor. Ya estaba cansado de mentirle a todo el mundo. De mentirme a mí mismo. Igual te he mentido, he omitido cosas, pero al menos te he dicho más cosas que al psiquiatra y al psicólogo de la clínica, a quienes no les puedo contar todo, porque temo me caguen. Y espero, sinceramente, que tu no me cagues con Miguel Ángel".
Dicho esto, Sergio se levantó, me dio la mano y se fue de mi consulta sin mediar más palabras ni dejar nada agendado con la secretaria. Lo dejé ir y abrí la ventana de mi consulta para respirar. El aire me hizo volver en mí, pues hasta antes de hacerlo sentí que estaba viviendo una pesadilla. La presencia del ruso y su relato me inquietaron de principio a fin y no pude evitar preguntarme qué hago acá. ¿Esto es coaching? ¿Terapia? ¿En qué puedo ayudar?
Cerré la ventana y pensé en Miguel Ángel y en cuáles son los límites de lo profesional y de lo personal. ¿Qué va a pasar cuando mi cliente me pregunte qué pasó con el ruso? ¿Qué pasa con la confidencialidad? ¿Con las lealtades y los cruces de información? ¿Con Hans?
Continuará…
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