Comercio electrónico y pandemia: compras impulsivas por Internet podrían esconder algún problema de salud mental

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Las emociones juegan un papel clave en el manejo de las finanzas y el dinero. Comprar en pandemia, es un modo de aliviar el estrés, tener entretenimiento y reducir la incertidumbre. Niveles más altos de angustia se relacionan con mayor intención de compra.


La pandemia avanza y con ella también el costo en salud mental de una vida de incertidumbre. Sentir ansiedad o algún otro síntoma, no es extraño.

Ya en noviembre de 2020 el estudio Termómetro de Salud Mental señalaba que un 45,8%de las personas entre 21 y 68 años en el país se había sentido constantemente agobiado y en tensión más o mucho más que lo habitual. Esta proporción fue 39,9% para los hombres y 51,5% para las mujeres.

La salud mental de la población previo a la crisis sanitaria ya venía resentida. La Encuesta Nacional de Salud 2017 daba cuenta que el 15,8% de la población general mayor de 18 años informó haber experimentado síntomas depresivos en el último año, es decir, sentimientos de tristeza y pérdida de interés o capacidad de disfrutar.

Pero no siempre las personas son capaces de reconocer que su salud mental está frágil. Algo que podría detectarse con un comportamiento cotidiano, las compras. Sí, detrás de un gasto reiterativo o buscar satisfacción en llenar un carro de compras on line, puede existir ansiedad.

Algo normal y frecuente en pandemia, dicen expertos. Comprar es un modo de aliviar el estrés, tener entretenimiento y reducir la incertidumbre. Niveles más altos de angustia se relacionan con mayor intención de compra.

En 2020 en Chile el e-commerce, según la Cámara de Comercio de Santiago, tuvo una expansión cercana al 55%. Por ejemplo, la cantidad de órdenes de Walmart Chile en su canal on-line hasta octubre del año pasado se multiplicó 10 veces en comparación a principios de 2020, y en Mercado Libre el movimiento de paquetes del e-commerce aumentó hasta 500% en el mismo periodo.

COMPRAS POR INTERNET
Niveles más altos de angustia se relacionan con mayor intención de compra.

“Llevamos 15 meses de incertidumbre, 15 meses de pandemia donde no podemos planificar nada y nuestra emocionalidad es una montaña rusa, por lo tanto, comprar nos ha ayudado para de alguna manera mitigar esa sensación de incertidumbre”, explica Dominique Karahanian, académica de la Escuela de Psicología de la U. Mayor.

Es una mitigación que es muy a corto plazo, añade Karahanian, pero ayuda a sentir placer y tener una cierta sensación de control. “Efectivamente las compras on line se han visto incrementadas para tener una sensación de confort, una sensación de placer, una sensación de que realmente las cosas van a estar bien por lo menos un momento”.

Compras y emociones

Las emociones juegan un papel clave en el manejo de las finanzas y el dinero. El miedo, por nombrar una emoción, “muchas veces hace que nos paralicemos”, señala José Manuel Edwards, CEO de la Nesto plataforma de gestión de adelantos que promueve la buena salud financiera.

Es así como no nos atrevemos a invertir cuando estamos asustados por la incertidumbre. Ni tampoco a realizar gastos muy grandes, “porque queremos asegurarnos de tener un colchón de plata para casos extremos”, dice Edwards.

Por otro lado, emociones como la alegría, el entusiasmo y la ilusión, “hacen que soltemos más la mano del gasto y la inversión”, apunta Edwards. Se aumenta el gasto, por ejemplo, por el placer de celebrar algo o porque nos entusiasmamos con un viaje con amigos. “Invertimos más, porque nos ilusiona la posibilidad de tener nuestra vivienda propia o un proyecto que nos mantenga el día de mañana”, explica.

Debemos prestar siempre a nuestra salud mental, ver cómo nos sentimos. Y los gastos es un ejemplo de ello, indica Karahanian. Analizar cuánto se necesita, cuánto se quiere comprar por placer, y poner en una balanza aquello. “Creo que esa es la clave, no juzgarnos por comprar algo que no necesito, pero ver cuál es el límite”,

Hasta aspectos de la personalidad afloran al comprar. “Creo que, al igual que en muchos otros aspectos de la vida, en las finanzas se puede clasificar a las personas como conservadoras, moderadas o arriesgadas”, dice Edwards.

Estos perfiles pueden ser definidos por una combinación de distintos parámetros, explica Edwards, tales como la tolerancia al riesgo a la hora de invertir; la propensión a endeudarse para financiar gastos e inversiones, y el nivel de gasto en relación con el ingreso de la persona. Entender dentro de qué personalidad financiera está una persona puede ayudar a identificar conductas de preocupación.

“Una persona conservadora prefiere inversiones menos riesgosas, le hace el quite a la deuda como forma de financiamiento y se preocupa de siempre gastar mesuradamente para mantener un colchón de ahorros. En el otro extremo están los más agresivos, que están dispuestos a tomar inversiones en las que pueden perder plata, con tal de aspirar a rentabilidades más altas, y viven una vida más revolucionada en términos de gasto y niveles de deuda”, sostiene Edwards.

La relación entre el gasto y las personas, en pandamia añade Karahanian tiene que ver con el grado de ansiedad que estamos teniendo, “y en esta pandemia el grado de ansiedad es altísimo, por lo tanto, yo si haría una correlación entre ansiedad y gasto”.

Estrés financiero

Comprar como un modo de compensación no es algo por lo cual se deba sentir culpa, dicen los especialistas. Estamos en plena pandemia, se pueden hacer ese tipo de compras. El problema aparece dicen cuando el gasto genera estrés financiero.

¿Qué es el estrés financiero? Es la sensación de preocupación que proviene de la incapacidad para cumplir con los compromisos económicos adquiridos. No obstante, toda esta intranquilidad no se queda solo en el bolsillo, ya que puede implicar problemas físicos y mentales, como: aumento de presión arterial, problemas de sueño, ansiedad, depresión, obesidad, alergias, entre otros.

El estudio Pagando con Nuestra Salud, publicado por la Asociación Americana de Psicología, indica que las familias con hijos, los jóvenes y las personas con ingresos bajos son las más vulnerables al llamado estrés financiero. “Los grupos más expuestos a él suelen sentirse sobrepasados por problemas relacionados a gastos inesperados, falta de ahorros y tratamientos médicos o matrículas, entre otras cosas. Tan solo pensar en lo que tienen que pagar puede quitarles, literalmente, el sueño”, dice Edwards.

Existen ciertos indicadores que permiten analizar el estado de nuestra salud financiera. Dentro de ellas está el gastar menos de lo que se gana para poder gestionar las finanzas eficientemente.

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Existen ciertos indicadores que permiten analizar el estado de nuestra salud financiera. Dentro de ellas está el gastar menos de lo que se gana para poder gestionar las finanzas eficientemente.

¿Cómo tener una buena salud financiera y, con esto, mejor calidad de vida? Según Edwards, para evitar el estrés y los trastornos derivados de los problemas económicos, es necesario contar con una planificación óptima. “Es muy importante que las personas comiencen a tomar acciones sobre sus finanzas, para esto es primordial que adquieran educación financiera, pero no solo tomar un curso, sino acceder a un marco de información que les permita tomar buenas decisiones”.

También pueden intentar hacer un registro de gastos e ingresos que les permitirá tener un panorama mucho más claro de sus economías. “Para esto ahora hay aplicaciones que están cambiando el paradigma de la educación financiera, al enseñar de forma empírica y no solo a través de la teoría”, indica Edwards.

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