Yuca, cebolla morada y uñas coloridas, ¿Cuánto ha permeado la cultura migrante en Chile?
Un elemento visible es el cambio en las comidas. Pero sociólogas resaltan un fenómeno interesante que se da en el espacio publico, con más gente en las calles, los carros de comida y picnic en los parques. Para los chilenos ya no es solo caminar para ir a la oficina, es otro tipo de interacción.
El mayor contacto con la cultura migrante en Chile es evidente. En los supermercados, ferias y almacenes, por ejemplo, los productos de otros países, desconocidos hace algunos años en Chile, son cada vez más comunes. Hablar de cebolla morada, plátano verde, panela, arepas, yuca, achiote, choclo morado y queso llanero, entre otros, es algo común.
Lo mismo pasa con la manicure, que con el arribo de mujeres extranjeras vive una explosión de intensos colores y diseños. En el caso de los hombres las barberías, ya son habituales en los barrios.
Las tendencias en moda, la música, el lenguaje, la forma de vivir el espacio público, y para que decir las comidas, hoy tienen una evidente influencia extranjera. Algo esperable si en los últimos años el flujo migrante ha aumentado de forma importante, según el Instituto Nacional de Estadisticas. En 1992, la cifra de extranjeros era 0,8%, la que aumentó a 1,3% en 2002, la que en 2017, fue un 4,4% de la población total del país.
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Peluquería de varones atendida exclusivamente por extranjeros en Plaza de Armas. FOTO: RUDY MUÑOZ / LA TERCERA[/caption]
Nuevos sabores
Es cosa de observar la oferta gastronómica para apreciar los cambios. Efectivamente existe influencia en la gastronomía local, destaca John Jara, docente de Gastronomía, AIEP San Joaquín. Es así cómo los distintos sabores han llegado cada vez más cerca de los consumidores chilenos. Lo no que se ve solamente reflejado en la cantidad de restaurantes extranjeros que hay, dice, sino también en los estantes de supermercado, negocios de barrio, en La Vega, ferias libres y otros puntos de venta. "En parte, esto se debe a que en Chile se considera que la comida local es más bien monótona, estamos acostumbrados a comer siempre lo mismo, el mismo pan, el mismo plato y pocas veces se genera un cambio en este hábito", subraya.
La gastronomía peruana fue la precursora de la influencia de los migrantes. Preparaciones sabrosas y a un precio no tan elevado hicieron que la gastronomía de ese país introdujera nuevos platos, señala Jara. "Fue hace más de 10 años, con el boom de asesoras del hogar de origen peruano, que llevaron la gastronomía de su país a los hogares donde trabajaban. Luego comenzaron a proliferar locales de forma sostenida, en un comienzo estuvieron dirigidos a un público ABC1, hoy la oferta es mucho más transversal".
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Carros de comida en Santiago centro. FOTO: RUDY MUÑOZ / LA TERCERA[/caption]
En la actualidad, la comida venezolana y colombiana llevan la batuta. Con ellas está ingresando en nuestras costumbres comer el plátano verde, la panela, las arepas, la yuca, achiote y queso llanero, entre otros, dice Jara. "Es mucho más común verlos en las góndolas de supermercados y en negocios de barrio, donde han logrado aumentar las ventas".
Cuando Carlos Cortez, dueño de la Pollería Sabe a Perú, en Ñuñoa, llegó a vivir a Chile en 1998, recuerda que "sufríamos porque no encontrábamos nuestros aliños para las comidas, ni los utensilios". Para tener los implementos más básicos para sus platos, debían esperar a viajar y traer, o encargar a alguien que viniera de Perú.
Actualmente, veinte años después, eso cambió. "Tenemos de todo. En La Vega, por ejemplo, encuentras de todo lo que necesitamos para nuestra cocina. Hay más productos peruanos que chilenos", reconoce.
Los chilenos y chilenas ya están acostumbrados, comenta Cortez. Pero no es un acercamiento fácil. Reconoce que al principio preguntan qué tiene el plato, con qué se preparó, los ingredientes. ¿Lo que más piden? El lomo saltado, el ceviche, las causas, el ají de gallina, también el pulpo al olivo y, por supuesto, el pisco sour.
Hoy día es raro encontrar a un chileno que no haya probado algo de la comida peruana, indica Cortez: "Hay muchos restoranes, grandes, chicos, caros, más baratos, en distintas comuna. Los productos peruanos se encuentran en los supermercados, en La Vega, en las ferias. La comida peruana ya está muy masificada".
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Pollería "Sabe a Perú", en Ñuñoa. FOTO: Gentileza[/caption]
El que se atrevan a probar, pero de a poco, nuevos sabores, es una experiencia que también ha tenido Belén Lafaurie, de nacionalidad colombiana, hace ocho años en Chile, y que lleva dos años vendiendo productos de su país a pedido en B' Lafaurie. "El chileno es difícil para intentar probar cosas nuevas. Uno tiene que tratar de conquistarlos y decirles que se atrevan a probar".
Cuando Lafaurie comenta a sus clientes que tiene una "torta de choclo", cuenta que se asombran. "Me abren los ojos y me miran con cara de que '¿qué es eso?', porque lo asocian a pastel de choclo. Pero es una torta deliciosa". De los productos dulces de Colombia, dice que las preferidas acá, son la torta negra de navidad, que tiene frutos secos y vino dulce, también la natilla de coco, junto con el arroz con leche al estilo colombiano.
La predilección de los chilenos son las cosas dulces, comenta que ha aprendido Lafaurie. Las preparaciones saladas, ella hasta ahora sólo se las hace a amigos. "En Colombia hay diferentes regiones, y dependiendo de cada región es el plato típico. En mi región, en la costa atlántica, nosotros en un almuerzo mezclamos mucho la sal con algo de dulce, siempre algo en la mesa dulce, plátano maduro, torta de pan, y cuando pongo algo así, el chileno me mira con cara de '¿cómo dulce con salado?', yo me muero de la risa, yo cojo un plátano y lo pico, y se lo pongo a sopa caliente, y me quedan mirando".
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Belen Lafaurie, colombiana que vende productos de su país a pedido en B' Lafaurie[/caption]
Influencia en estética
Pero no es sólo en la cocina donde la influencia extranjera es más evidente. En el ámbito de la estética y peluquería también. Es lo que comenta Marynell Ocando, venezolana que llegó hace 10 meses a Chile, y trabaja en La Belle Manicure, ubicada en Paseo Las Palmas, en Providencia.
La compañera de trabajo de Ocando, también es extranjera, de nacionalidad cubana. Y ambas al llegar tuvieron similar impresión de las mujeres chilenas: muy clásicas en cuanto a gustos estéticos. No se arriesgan mucho a lo que son colores, diferente a lo que se ve, dicen, en mujeres de nacionalidad venezolana, colombiana o peruana. "Les cuesta mucho los colores fluor, o los colores muy oscuros, siempre se van a lo clásico, uñas en rosa, en color nude, o la que es más arriesgada, máximo un rojo. La mayoría no sale de la manicure francesa, cuesta mucho sacarlas de ahí", reconoce Ocando.
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Marynell Ocando, venezolana, que trabaja realizando manicure. FOTO: RUDY MUÑOZ / LA TERCERA[/caption]
Pese a esa mayor resistencia a innovar, reconoce que muchas clientas le comentan que al ver a las mujeres extranjeras que dedican más tiempo a su apariencia, las chilenas también lo intenta. "Según lo que que converso mis clientas, la mayoría son de las que se levantan, se lavan la cara, y salen. Hay otras que sí me han dicho que cómo en su entorno laboral tienen compañeras extranjeras que se ven un poco más arregladas, se han sentido más motivas a arreglarse un poquito, no tanto, ni tan llamativo, pero como sentirse al mismo nivel".
Multiculturalidad
¿Es posible hablar de influencia en la cultura chilena? Más bien, se trata de un intercambio cultural fluido, destaca Carolina Stefoni, del Departamento de Sociología y directora del Programa Interdisciplinario de Estudios Migratorios de la Universidad Alberto Hurtado, e investigadora Coes, especialista en movimientos migratorios desde una perspectiva política, territorial, intercultural y de género.
No es que influyan en la cultura chilena, explica Stefoni, porque eso implica que la cultura chilena es dominante, es más bien un encuentro donde se redefinen ambas culturas. "Ambas tienen que negociar los significados en esa interacción. Eso es importante de entender, ese encuentro, es una redefinición de ambos mundos culturales, donde ambos cambian y se negocian nuevos acuerdos, y aparece una cultura distinta".
Se trata, sin duda de una nueva realidad, dice Sara Correa, académica de la Escuela de Sociología de la Universidad Diego Portales. Pero aún los migrantes son muy pocos, en relación a otros países de la Ocde. También, dice, todo depende del contexto, porque hay comunas donde hay alto nivel de migrantes y otras niveles más bajos . "Por eso esa integración es algo más parecido al multiculturalismo, es decir, conviven juntas varias culturas, pero todavía no hay una integración donde el otro es reconocido como un válido, donde se produzca una modificación de la realidad cultural".
Lo anterior, dice Correa, se explica por la segregación que muestra la cultura en Chile, "algo que no se produce solo con los migrantes, sino también nosotros mismos somos segregados socioeconómicamente y socioespacialmente, y eso más bien ha dado paso a una convivencia más que a una integración, donde es importante la nacionalidad, no da lo mismo tu nacionalidad a la hora de integrarte". En ese sentido, ejemplifica, los migrantes haitianos han tenido dificultades por el idioma o por la dificultad de revalidar sus títulos, lo que dificulta la integración.
Y si bien un elemento visible son los cambios en las comidas, Stefoni resalta que más interesante hoy es encontrarse en la calle con gente de distintos lugares, escuchar distintos acentos. "Ver cómo es frecuente hacer picnic en el parque, la formas de vida en el espacio publico, gente en las calles, los carros de comida, el compartir en el espacio público para la convivencia cambió. Ya no es caminar para ir a la oficina, es compartir el espacio público de forma diferente, es una transformación que antes no se hacia".
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Carros de comida en el Mercado Tirso de Molina, Santiago. FOTO: RUDY MUÑOZ / LA TERCERA[/caption]
Para hablar de integración cultural, Correa, destaca que se deben romper ciertos obstáculos. "Chile es un país que presenta bastante barreras para la incorporación, es decir, no es un contexto que esté muy preparado o que sea muy sea idóneo para la integración de migrantes. Esto lo podemos observar en diferentes dimensiones, por ejemplo, tenemos un marco legal sumamente antiguo que proviene de la dictadura, que tiende ver al migrante como un peligro o también desde una perspectiva utilitaria, que vengan los migrantes que yo considero que son un aporte, mientras que al resto les pongo barreras para su ingreso".
A esto se suman las encuestas de opinión que muestran que existe bastante discriminación en Chile. "Donde el migrante es visto como un competencia que viene a quitar el trabajo o como una ola, como una invasión que podría mermar la cultura chilena, o a perjudicarla en algún aspecto. Lo que ha dado espacio a algunos estigmas y prejuicios, que hacen difícil que las personas lleguen a tener contacto", dice Correa.
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