Se acerca marzo y el retorno a clases está a la vuelta de la esquina. Este proceso para muchos es positivo y produce entusiasmo. Sin embargo, para los más pequeños puede tener distintas implicancias físicas y emocionales.
En general, a los niños les resulta más difícil enfrentar cambios y sus procesos de adaptación suelen ser más lentos. El estrés que esto les produce puede gatillar algunos síntomas como sensibilidad emocional, ansiedad, irritabilidad, alteración del ciclo del sueño y cansancio físico.
Por esta razón es importante que los padres tengan en consideración algunos consejos prácticos que les permitirán sobrellevar esta etapa. Destacar el lado positivo de la vuelta a clases es fundamental, transmitiéndoles que se reencontrarán con amigos, profesores y que tendrán espacios recreativos para compartir, jugar y pasarlo bien.
Es importante saber que el colegio es un valioso lugar de aprendizaje para los niños, y también de encuentro, ya que además generan vínculos y sociabilizan con sus compañeros y docentes. Es donde se crean lazos que pueden trascender durante toda la vida.
Además, es esencial que los padres los consideren en todo el proceso que esto significa. Por ejemplo, comprar juntos los útiles escolares y que elijan sus cuadernos es una buena forma de involucrarlos. Establecer rutinas algunos días antes también es recomendable. Ajustar el horario de acostarse y levantarse varios días antes del comienzo de clases y cambiar la hora de la última comida son buenas prácticas para que se acostumbren al nuevo horario escolar.
Preparar juntos la mochila, dejar listo el uniforme y la colación permiten a los niños sentirse apoyados y acompañados. Otra recomendación es que, durante los primeros días, los padres fomenten las invitaciones de compañeros a la casa, para que establezcan vínculos con sus pares.
Empatizar y conversar también es importante. Entenderlos en sus emociones, escucharlos, y darles refuerzo positivo, destacando sus atributos es vital para que sientan contención y seguridad.
Estar atentos a algunas señales como el aumento de irritabilidad, conductas regresivas, demostrar resistencia al entrar a la sala de clases o que lloren mucho durante ese momento o dificultades para dormir, y que lo anterior permanezca por más de dos o tres semanas posteriores al ingreso a clases, puede indicar un problema por el que hay que consultar.
Debido a la pandemia y la interrupción de clases presenciales, es posible que estas señales puedan presentarse con más frecuencia, ya que el encierro que tuvimos fue desgastante durante tantos meses y ha afectado el estado emocional de millones de personas en el mundo, y también de los niños.
Asimismo, tener siempre una actitud positiva es un buen ejemplo para los pequeños, ya que ellos observan e imitan a los papás en las acciones, comportamientos y actitudes frente al regreso a la rutina. Si los padres tienen una buena actitud, es probable que sus hijos también la tengan.
El regreso a clases no debiese ser motivo de angustia ni un generador de estrés para las familias. Si todos nos preparamos con antelación y nos anticipamos a ciertas situaciones que pueden ocurrir, los cambios se darán de forma sencilla y natural.
*Psicóloga infanto-juvenil Clínica Universidad de los Andes