¿Qué pasa cuando una persona sufre un accidente grave o una enfermedad profesional y de un día para otro, pierde su capacidad de realizar el trabajo u oficio que desempeñaba?

Esta situación que marca un antes y un después, implica un cambio de vida radical que involucra no sólo al afectado, sino que también a su familia y entorno, ya que todos enfrentan un proceso de adaptación.

El principal temor es no poder volver a trabajar. Sin embargo, muchos trabajadores logran reintegrarse al mundo laboral después de una experiencia traumática y con buenos resultados.

¿Cuál es la clave? La reeducación laboral, un beneficio gratuito que reciben los trabajadores producto de un accidente de trabajo o enfermedad profesional y que implica incorporar al trabajador afectado a un proceso cuyo fin es otorgarle el aprendizaje necesario para su inclusión laboral y social, previa evaluación de sus capacidades remanentes e intereses.

Para ello, es importante contar con un servicio de seguimiento, acompañamiento y atención integral en salud, que aborde el impacto social y emocional que desencadena un accidente laboral tanto en el trabajador como en sus familiares.

Un claro ejemplo de ello es la Unidad de Gestión Social que creamos en plena crisis sanitaria en 2020 y que apunta a generar transformaciones significativas, mediante acciones que buscan mejorar la calidad de vida de quienes están en situación de discapacidad. De esta manera, el apoyo se puede traducir no sólo en reeducación profesional, sino que también en adecuación de las viviendas, contar con beneficios económicos, reinserción laboral, etc.

Sin embargo, para lograr una verdadera inclusión, no sólo se requiere de políticas públicas, sino que también de la voluntad del mundo del trabajo para ofrecer oportunidades laborales a las personas discapacitadas bajo las mismas condiciones laborales, como las de cualquier otro trabajador. De hecho, volver a trabajar puede ser una buena terapia física y emocional.

* Director Nacional Instituto de Seguridad Laboral (ISL)