Existe claridad de que el mundo no volverá a ser el mismo luego de la crisis por Covid-19. Y uno de los errores que no se puede cometer, es invertir en una economía que no sea sostenible.
Tanto en Alemania como la Unión Europea en general, han avanzado en la necesidad de alcanzar un cierto nivel de independencia en el abastecimiento de materias primas, donde la economía circular brinda una gran oportunidad para hacer recircular estos insumos indispensables para la reactivación económica.
De hecho, en junio pasado, el gobierno alemán lanzó un paquete de medidas financieras para la reactivación económica que busca no sólo fortalecer la demanda y asegurar el empleo, sino que también crea una economía más sustentable, entregando una subvención por 50.000 millones de euros a proyectos de movilidad sostenible, transición energética, digitalización, salud pública e investigación y educación.
A nivel global, los cambios en los hábitos de consumo durante la pandemia, han generado un aumento significativo de envases y productos desechables, lo cual ha ido en desmedro de los avances de una economía circular, especialmente en el ámbito del reciclaje de plástico.
Mientras las montañas de residuos crecen, el número de compradores de material reciclado se reduce. Una de las razones, es el precio del petróleo, que ha bajado debido a la crisis económica mundial. Este compuesto crudo es el ingrediente más importante en la producción de plástico, por lo que más y más compañías han tomado la decisión de prescindir de material reciclado y preferir el plástico nuevo.
En ese sentido, la ciudadanía puede impulsar el cambio en sus patrones de consumo y demandas de productos que obliguen a las empresas a desarrollar productos innovadores que respondan a los principios de una economía circular y una bio economía.
De hecho, en Chile cerca del 58% de la basura generada a nivel doméstico corresponde a residuos orgánicos, pero actualmente menos del 1% de esos desechos se valorizan.
Contar con una Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos, será de gran ayuda para instalar en la población, el concepto de un “pensamiento circular”, tomando consciencia de que los residuos orgánicos no son basura, sino que una fuente de nutrientes que deben ser devueltos al suelo en forma de compost o humus para cerrar el ciclo, evitando la utilización de fertilizantes químicos para la producción de alimentos.
Hoy el desafío está en crear consciencia de que la peor inversión que podríamos hacer en el contexto actual, es destinar la ayuda económica que se está inyectando en las economías locales, en función de reconstruir la “vieja” economía. Tomar este camino, no hace más que hipotecar el futuro próximo, incrementando aún más los problemas ambientales y sociales.
*Project Leader Energy, Mining and Sustainability Cámara Chileno-Alemana de Comercio e Industria