Los megalodones nadaron en la Tierra hace aproximadamente 15 a 3,6 millones de años, y a menudo se los representa como monstruos de gran tamaño en películas como “The Meg” de 2018. Si bien no hay duda de que existieron o de que eran gigantes, Otodus megalodon solo se conoce por sus dientes y vértebras fosilizados. Con base en esta evidencia, los estudios sugieren que alcanzaron longitudes de hasta 20 metros.

Desafortunadamente, aún no se ha descubierto evidencia fósil adicional de la cual sacar conclusiones sobre sus cuerpos, como un esqueleto completo, para tener certeza de su tamaño y características.

Hoy un nuevo estudio, publicado en la revista Historical Biology señala que al respecto hay más interrogantes que certezas.

Mándibula de un megalodón.

En la investigación científica de la Universidad de California, Riverside y la Universidad DePaul, los científicos querían establecer cómo se vería el megalodón, el tiburón más grande que jamás haya existido, después de que se pensaba que se parecía al gran tiburón blanco.

¿Cómo eran?

Los científicos han creído durante mucho tiempo que los megalodones se parecían a los grandes tiburones blancos modernos, que son parcialmente de sangre caliente y pertenecen al orden de los tiburones lamniformes. Los megalodones también forman parte de este orden, y se cree que también eran parcialmente de sangre caliente.

“El cartílago en los cuerpos de los tiburones no se conserva bien, por lo que actualmente no existen medios científicos para respaldar o refutar estudios previos sobre las formas corporales de O. megalodon”, dijo Phillip Sternes, biólogo de organismos de la UCR y autor principal del estudio.

Anteriormente se pensaba que tener un poco de sangre caliente es una ventaja que podría expandir el rango de natación de los tiburones, a diferencia de otros peces que dependen de la temperatura del agua. Sin embargo, ahora se cree que aumenta la velocidad de natación.

“Los grandes tiburones blancos se encuentran entre los tiburones que nadan más rápido, por lo que los megalodones probablemente también eran tiburones grandes y rápidos con los que no querrías encontrarte en el océano abierto”, dijo Sternes.

Hay ocho familias de Lamniformes y 15 especies. Investigaciones anteriores tomaron cinco especies de Lamniformes de sangre caliente, promediaron sus formas de aletas y cuerpos y propusieron un modelo general para Megalodón.

A la espera de nuevos fósiles

Sternes y sus colegas querían entender si las cinco especies utilizadas para determinar la forma de Megalodón diferían de alguna manera del resto del orden, que incluye algunos tiburones de sangre fría.

Los investigadores compararon las cinco especies entre sí y con el resto del orden lamniforme. Usando dibujos detallados de guías de campo, realizaron comparaciones cuantitativas de las formas de las aletas, la cabeza y el cuerpo de los tiburones.

No encontraron patrones generales que les permitieran descubrir las diferencias en la forma del cuerpo. La forma exacta del cuerpo del gigantesco tiburón prehistórico seguirá siendo desconocida hasta que se encuentren fósiles mejor conservados, afirmó Sternes.

“La sangre caliente no te convierte en un tiburón de forma diferente”, dijo Sternes. “Animo a otros a explorar ideas sobre la forma de su cuerpo y a buscar el último tesoro de un fósil de Megalodón preservado. Mientras tanto, este resultado aclara cierta confusión sobre hallazgos anteriores y abre la puerta a otras ideas una vez más”.

Mientras que otros suelen utilizar organismos reales o fotografías de organismos para tales comparaciones, Sternes fue pionero en el uso de esta técnica de dibujo bidimensional en tiburones.

“El propósito de las guías de campo es identificar una especie, por lo que los dibujos deben ser representaciones precisas”, dijo. “Es una técnica muy utilizada en biología y funciona bien para los tiburones, ya que algunos ejemplares solo existen en lugares remotos”.

Sternes espera que otros utilicen la técnica para estudiar serpientes, pájaros y otros animales con especímenes que pueden ser difíciles de recolectar. También espera que otros continúen buscando una mejor comprensión del Megalodón.

“Este estudio puede parecer un paso atrás en la ciencia”, dijo Kenshu Shimada, coautor del estudio y profesor de paleobiología de la Universidad DePaul. “Pero el misterio continuo hace que la paleontología, el estudio de la vida prehistórica, sea un campo científico fascinante y emocionante”.

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