En Chile, la asfixia por inmersión, ya sea en piscinas o en cualquier recipiente que contenga agua, es la primera causa de muerte en niños entre uno y cuatro años, y bastan sólo unos minutos sin poder efectuar una respiración efectiva para provocar graves secuelas neurológicas e incluso la muerte. Por ello, es de suma importancia la prevención.
Es relevante entonces en estas instancias la supervisión, acompañar o vigilar en todo momento a los menores en piscinas, playas o ríos, siempre considerando que estos accidentes ocurren repentinamente y sin mayor alerta.
En caso de que haya una piscina en casa, siempre debe tener reja, idealmente con radier de concreto, con una puerta única de acceso y chapa de seguridad que utilice llave. Debe rodear todo el perímetro con una altura mínima de 1,5 m y 10 cm o menos de distancia entre las barras verticales.
Mientras la piscina no se está utilizando, evitar que dentro y alrededor de ella se encuentren elementos atractivos para los niños, como juguetes e inflables, porque es una tentación para ingresar a la zona de peligro sin supervisión.
Las alitas o accesorios inflables no son salvavidas ni los reemplazan, por lo cual ante su uso los adultos no se deben confiar y dejar de acompañar a los niños.
Mantener un sistema de limpieza del agua controlado y supervisado por profesionales, ya que los filtros en mal estado podrían causar atrapamientos de cabello, por ejemplo.
En caso que se haya producido el accidente y el menor está inconsciente sin respiración, es vital iniciar a la brevedad maniobras de reanimación cardiopulmonar básicas mientras se solicita ayuda a un servicio de emergencia, para que el pronóstico sea mejor.
En caso de ocurrir un accidente, primero debemos retirar a la persona del agua y comprobar si responde a estímulos. Luego, ubicar al paciente sobre una superficie dura como el suelo e iniciar compresiones torácicas enérgicas y rápidas en el centro del pecho, con frecuencia de por lo menos 100 por minuto.
Sólo si se siente capacitado o tiene conocimientos, hay que intentar despejar la vía aérea mediante una maniobra de inclinación de cabeza y elevación de mentón, para luego administrar 2 ventilaciones boca-boca en adultos y boca-boca nariz en niños pequeños. Éstas deben seguir una secuencia de 30 compresiones torácicas, luego 2 ventilaciones para rápidamente volver a realizar 30 compresiones, seguidas de 2 ventilaciones y así hasta que el paciente recupere el conocimiento o llegue personal calificado a relevarnos. Si la persona no sabe o tiene reparos con realizar respiración boca a boca, lo ideal es concentrarse en realizar las compresiones torácicas.
El ideal sería que todas las personas adolescentes y adultos de una casa tuvieran entrenamiento en reanimación cardiopulmonar básica, ya que una reanimación precoz en un accidente de este tipo mejora sosteniblemente el pronóstico.
* Médico jefe de la Central de Operaciones de Help.