Como si 10 bombas de Hiroshima hubiesen sido lanzadas en el mismo lugar. Así fue el impacto que provocó la explosión de un meteorito en la atmósfera, en diciembre pasado. Ocurrió sobre el mar de Bering, a 25,6 Km de la superficie de la Tierra, con una energía de impacto de 173 kilotones.
La encargada de Defensa Planetaria de la Nasa, Lindley Johnson le dijo a la BBC que una explosión tan grande solo tiene lugar unas dos o tres veces cada 100 años. A partir de esto, surge la importancia de saber porqué el impacto de meteoritos no provoca un daño significativo en la Tierra.
César Fuentes, astrónomo de la Universidad de Chile, e investigador del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (Cata), precisa que los cuerpos que no alcanzan a tocar la superficie terrestre se les denomina "bólidos", y no meteoritos. La lógica suele insinuar que mientras más grande sea el meteorito, éste tiene más posibilidades de caer en la superficie terrestre.
Pero no es así. "Para que un meteorito impacte la Tierra depende de cuánta temperatura alcance al entrar a la atmósfera y cuánto material contenga", asegura Fuentes. Existen otros factores secundarios, como la velocidad de ingreso, el ángulo de entrada y la composición del meteorito. "Si está hecho de metales pesados, va a sobrevivir mejor a que si estuviese hecho de otros componentes", argumenta el astrónomo.
La Nasa informó hace pocos días del impacto que tuvo este proyectil del espacio, en la atmósfera sobre el mar de Bering. El hecho ocurrió en diciembre, y se demoraron tres meses en revelar este acontecimiento porque no hubo registro gráfico del mismo. Su presencia se dedujo sobre la base de la información que procesaron sobre este evento. De acuerdo a la energía liberada en el cielo, se asume que el bólido tenía 10 metros de diámetro.
Fuentes dice que la mayoría de los cuerpos que entran a la atmósfera, y que miden entre 1 y 80 metros de diámetro, se consumen completamente y no alcanzan a tocar suelo terrestre. La energía liberada es comparable con la que libera un segundo de un ciclón, como el Idai, que afecta a África en estos días.
Grandes impactos
En lo que va del siglo XXI se ha podido registrar un choque que han logrado superar la energía liberada del evento ocurrido en diciembre. El 15 de febrero de 2013, sobre la ciudad rusa de Cheliábinsk, se registró el paso de un bólido sobre la atmósfera, hasta impactar a 80 km de dicha localidad. Al suelo cayeron entre 4.000 y 6.000 kg de meteoritos, incluido un fragmento de unos 650 kg que fue recuperado posteriormente en el lago Chebarkul.
El bólido de Cheliábinsk liberó una energía de 500 kilotones, 30 veces superior a la bomba nuclear de Hiroshima y tres veces más poderosa que el evento ocurrido en diciembre. Fuentes afirma que en ocasiones la energía liberada solo se puede percibir por la población a través del haz de luz que deja el meteorito cuando entra a la atmósfera y se consume por la fricción. Otras veces, la energía se transforma en estruendos que son escuchados a varios kilómetros del impacto.
El evento más recordado por la astronomía se remonta al 30 de junio de 1908, donde un bólido liberó su energía en los bosques de Tunguska, en Siberia. Testigos de la época documentaron que los árboles se encontraban derribados, pero sin evidencia de que un meteorito haya impactado la Tierra.
En 2017, en Chile, se percibió un estruendo en los cielos de la Región de la Araucanía, donde todo apunta a que se trató de la energía liberada por el impacto de un bólido sobre el cielo chileno.