Esa sensación de dar vueltas en la cama tratando de dormir mientras la cabeza sigue analizando qué pasó durante el día o qué tareas debemos completar al despertar, es una de las señales de que las exigencias de fin de año podrían estar afectando nuestra capacidad de dormir, reduciendo las horas de descanso para el organismo y su funcionamiento.

El estrés aumenta la adrenalina cerebral, lo cual dificulta la posibilidad de conciliar el sueño y el que éste sea reparador.El estrés afecta todas las etapas del sueño, pero principalmente al sueño profundo y la fase REM.

Otros síntomas que caracterizan esta situación son los cambios de ánimo, la irritabilidad y la desconcentración, estados que afectan el desempeño en la rutina diaria del paciente y derivan en mayores niveles de preocupación y sobrecarga.

En casos de pacientes que ya sufren de trastornos del sueño, la ansiedad que provocan estas fechas puede ser un factor de riesgo importante para la profundización de la patología. Si los estímulos estresantes persisten en el tiempo en personas con insomnio, por ejemplo, puede incrementar la dificultad para conciliar el sueño o de mantenerse durmiendo a lo largo de la noche.

La principal recomendación para evitar que esta época interfiera con nuestro descanso es eliminar el factor estresante. Cuando esto no es posible, se recomienda seguir las siguientes indicaciones, con el objetivo de mantener hábitos del sueño saludables:

• Mantener horarios ordenados.

• Evitar el consumo de alcohol y bebidas energizantes en la tarde y noche.

• Hacer deporte lo más temprano posible durante el día.

• Evitar pantallas por lo menos dos horas antes de acostarse.

Si persiste el estrés, el paciente debe consultar con un especialista y evitar la automedicación de ansiolíticos o antidepresivos, que se indican solo en algunos casos.

*Neuróloga Clínica Vespucio.