¿Cómo reaccionaría ante un portonazo o una encerrona? Esto es lo que dice la ciencia
¿Podemos predecir cómo funcionará nuestro cerebro ante situaciones de alto estrés? Especialista entregan las respuestas.
Durante los últimos meses las encerronas, portonazos y los llamados lanzazos han experimentado un consiserable aumento en el país.
En junio La Tercera publicó un informe de la Fiscalía Metropolitana Occidente -zona donde se concreta la mayor cantidad de estos ilícitos- en el cual se contabilizan portonazos y encerronas, las cuales define como atracos donde “participan a lo menos dos vehículos motorizados en movimiento, mayores a una motocicleta, tanto en los que se moviliza la víctima y el o los victimarios, y donde las especies sustraídas son las especies personales de la víctima o bien el vehículo en el que se movilizaba”.
El documento da cuenta de que entre 2020 y el primer trimestre de 2022 se registraron 1.531 casos de “encerronas”. “Durante el período de observación del análisis, el 30% de estos delitos ocurrió en una autopista o carretera, mientras que el 70% restante ocurrió en alguna avenida principal, calle o pasaje de las comunas que componen la Región Metropolitana”, señala el documento.
Pero, ¿cómo afectan estos eventos a las personas? ¿cómo funciona el cerebro en esta situaciones? y ¿por qué las reacciones pueden llegar a ser tan diferentes? Esta es lo que dice la evidencia científica.
¿Cómo reacciona el cerebro?
Según Pedro Maldonado, neurocientifico e investigador del Instituto de Neurociencia Biomédica (BNI) de la Facultad de Medicina Universidad de Chile, las sensaciones que provocan situaciones como portonazos o encerronas, son un ejemplo clásico de una amenaza directa a la integridad del organismo, donde el cerebro genera un mecanismo de defensa.
Un mecanismo que ha existido durante toda la historias desde el comienzo de los humanos, y que también es parte de los animales. “Un mecanismo muy conocido y que genera una situación de estrés con una emoción fuerte que técnicamente es miedo” explica el especialista.
Entonces, durante la exposición a estas emociones fuertes, generadas por situaciones de peligro, lo que sucede con el cerebro es que este tiene que dejar de pensar y generar una conducta inmediata para responder a la amenaza. Y para lograrlo, el órgano genera una serie de mecanismos conductuales como hormonas, adrenalina, aumento en los latidos del corazón y dilatación de pupilas, “respuesta fisiológicas que se pueden transformar en al menos tres conductas clásicas”. Estas son:
- -Una acción es la pelea o ira. Que en simples palabras significa enfrentar la amenaza peleando contra la amenaza.
- -La segunda acción es huir de la amenaza.
- -La tercera acción es congelarse frente a la amenaza, “con la expectativa de que la amenaza se da cuenta que está ahí”, comenta Maldonado.
Asimismo, otro factor que influye en la respuesta que una persona tiene frente a una situación traumática y de alto estrés como una encerrona o portonazo, son los altos niveles de cortisol que produce el cerebro al exponerse a estos eventos, explica María Paz Altuzarra, psicóloga de Clínica Universidad de los Andes.
La personalidad también es otro factor que influye en la reacción que tienen las personas y el por qué no todos reaccionan de las misma manera. De ahí que algunos puedan desconectar emocionalmente con lo que sucede y actuar de una manera más fría y otros que puedan sentir que más angustia y desestabilizarse más rápidamente.
¿Es posible predecir la reacción del cerebro?
“No es predecible”, concuerdan ambos especialistas.
En primer lugar, no se puede predecir cómo va a reaccionar el cerebro en esta situaciones ya que dado que son respuestas primariamente no razonadas en el minuto, “también depende gran parte del entrenamiento y experiencia previa de las personas”, señala Maldonado.
Al ser una respuesta automática lo que sucede con el cerebro en situaciones de amenaza como un portonazo, la única forma en la que se podría predecir la conducta de una personas es que esta tuviese un entrenamiento previo. Un ejemplo de esto, dice el neurocientífico, son cuando los policías entrenan bajo ciertas situaciones de estrés que les permite poder manejarlo de mejor manera y no actuar desde la emoción del momento.
Sólo de esta manera, “el cerebro inconscientemente va a gatillar esa respuesta preparatoria porque ya no necesita pensar, ya la tiene incorporada en su conducta automática, pero es un entrenamiento de verdad prolongado” insiste el investigador.
Además, por mucho que las personas puedan planear o anteponerse frente a estas situaciones, no es posible tener el control de lo que aún no sucede. “Por mucho que uno haga un plan para protegerse, hay ciertas variables que uno no puede manejar y que no puede controlar y que pueden hacer que uno no lo pueda hacer tal cual lo pensó”, explica Altuzarra.
Porque no es lo mismo estar en la situación de amenaza que pensar cómo sería. “De manera que las personas pueden decir: no, yo haría esto, esto otro, pero a menos que tengan el entrenamiento artificial o por experiencia de vida, no necesariamente es el curso de acción que van a tomar”, añade Maldonado.
Consecuencias de salud mental
Luego de experimentar situaciones de estrés como la amenaza de la vida a consecuencia de un robo y peor, de una situación de altos niveles de violencia, la psicóloga de Clínica U. de los Andes, comenta que es muy común que se genere un cuadro de estrés agudo.
Este cuadro se genera inmediatamente después de una situación traumática y tiene que ver con una angustia bastante alta. Las personas “pueden tener un flashback de la situación” y puede generar pesadillas, o revivir bastante seguido en el día la situación traumática con una carga de angustia super intensa.
En el estrés agudo los síntomas se resuelven durante las primeras cuatro semanas después del trauma, pero si los síntomas persisten después de un mes de haber experimentado el trauma, se puede sufrir de estrés postraumático.
En ambos casos lo que se recomienda hacer es consultar lo más rápido posible con un profesional de salud mental.
Pero también, Altuzarra, recomienda que si la situación no generó un cuadro psiquiatrico, es importante volver lo antes posible a la normalidad. En el caso de una encerrona, por ejemplo, “es importante volver a manejar y subirse al auto, porque si uno no la hace, después cada vez va a ser más difícil poder enfrentar la situación en medida que pasa el tiempo”.
Las víctimas deben ir enfrentando poco a poco los miedos y las situaciones con cuidado, “no encerrarse en la casa e intentar mantener una vida normal, porque si te limitas puedes perder funcionalidad” concluye.
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