Para que nuestro cerebro sepa que nos estamos exponiendo a una fuente de calor o de frío, en la piel existe una serie de receptores neuronales y canales moleculares que reacción ante las diferentes temperaturas activándose y enviando esa información.

Por años, algunos investigadores han trabajado en la búsqueda de genes y proteínas que permitan la apertura de estos canales para que sin estar expuestos a la fuente de frío o calor, nuestro cuerpo y cerebro tengan esta sensación de frío o calor.

Y lo lograron. Una prueba de ello son las telas adhesivas en base a ají que se utilizan para generar calor y con ello alivio al dolor en las articulaciones, las cremas basadas en mentol o eucaliptus que generan la sensación de frescor y frío sobre la pie.

Hoy el Instituto Karolinska destacó el trabajo de dos investigadores que por años se han dedicado al estudio de estos canales sensoriales y la relación con el dolor y algunas enfermedades.

Los científicos estadounidenses David Julius y Ardem Patapoutian ganaron el Premio Nobel de Medicina 2021 por sus descubrimientos de los receptores de la temperatura y el tacto, que podrían allanar el camino a nuevos analgésicos, según informó el lunes el organismo que concede el galardón.

Sus descubrimientos “nos han permitido entender cómo el calor, el frío y la fuerza mecánica pueden iniciar los impulsos nerviosos que nos permiten percibir y adaptarnos al mundo que nos rodea”, dijo la Asamblea del Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo.

“Este conocimiento se está utilizando para desarrollar tratamientos para una amplia gama de enfermedades, incluido el dolor crónico”, agregó.

Sus revolucionarios hallazgos han impulsado intensas actividades de investigación que han llevado a “un rápido aumento de nuestro conocimiento sobre cómo nuestro sistema nervioso siente el calor, el frío y los estímulos mecánicos”, indicó.

El premio, de más de un siglo de antigüedad, es concedido por la Real Academia de las Ciencias de Suecia y está dotado con 10 millones de coronas suecas (1,15 millones de dólares).

Los prestigiosos premios, que galardonan los logros en ciencia, literatura e iniciativas por la paz, fueron creados y financiados en el testamento del empresario sueco Alfred Nobel, inventor de la dinamita. Se conceden desde 1901, y el premio de economía se entregó por primera vez en 1969.

El Premio Nobel de Fisiología o Medicina, compartido este año por dos personas, suele quedar a la sombra del de Literatura y el de la Paz, y de sus galardonados, a veces más conocidos.

Ardem Patapoutian, académico del Departamento de Neurociencia del Instituto Scripps. Foto: Reuters

Sin embargo, la medicina ha pasado a ser el centro de atención por la pandemia de Covid-19, y algunos científicos han sugerido que quienes desarrollaron vacunas contra el coronavirus podrían ser premiados este año o en los próximos.

La pandemia sigue afectando a las ceremonias del Nobel, que suelen caracterizarse por una pompa y un glamour propios de otras épocas. El banquete de Estocolmo se ha pospuesto por segundo año consecutivo debido a la constante preocupación por el virus y los viajes internacionales.

El premio del año pasado recayó en los estadounidenses Harvey Alter y Charles Rice y en el británico Michael Houghton por sus trabajos de identificación del virus de la hepatitis C, que provoca cirrosis y cáncer de hígado.

Patapoutian, nacido en 1967 de padres armenios en Líbano y que se trasladó a Los Ángeles en su juventud, es profesor en Scripps Research, La Jolla, California, tras haber realizado antes investigaciones en la Universidad de California, San Francisco, y el Instituto Tecnológico de California, Pasadena.

El neoyorquino Julius, de 65 años, es profesor de la Universidad de California, San Francisco, y trabajó con anterioridad en la Universidad de Columbia, Nueva York.

Proteínas, cáncer y dolor

Ramón Latorre de la Cruz, premio Nacional de Ciencias Naturales (2002), investigador del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (Cinv), uno de sus fundadores y ex director, conoce de cerca a Ardem Patapoutian, uno de los galardonados.

En 2014, el investigador chileno participó en un artículo publicado en la revista Neuron que en el que se explica como mínimos cambios en la estructura de la secuencia de la proteína sensora de temperatura (TRPA1) son suficientes para generar una amplia diversidad de sensibilidades térmicas.

Para Rodolfo Madrid, investigador asociado Núcleo Milenio MiNuSPain y MiNICAD, y académico de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago de Chile, este reconocimiento era esperado ya que por años, dentro de la comunidad de investigadores en fisiología, estos nombres eran posibles candidatos.

“Ambos son investigadores destacados que han clonado y descrito la función de varias proteínas muy importantes en la fisiología sensorial, sobre todo en temas de temperaturas y estímulos mecánicos. Fueron capaces de llenar un gap, un espacio muy grande que teníamos en fisiología” y es que por décadas “no supimos cuáles eran las entidades moleculares particulares que tomaban el estímulo del ambiente y lo transformaban en información para el cerebro”, señala Madrid.

Con el tiempo, se ha podido determinar que esa moléculas que ellos describieron hace más de 20 años, también están relacionadas con el cáncer de próstata, la hipersensibilidad dolorosa al frío o al calor y también con la función de los eritrocitos (glóbulos rojos).

Lea también en Qué Pasa: