Cinco años de trabajo de investigación de la macrosequía que sufre el país ha liderado un equipo de geólogos de la Universidad Andrés Bello, sede Concepción.
El grupo de especialistas que encabeza el docente Cristian Vera y que reúne además a estudiantes -que han realizado sus memorias de título en temas como la estimación de recursos hídricos, el riesgo de que se contaminen los cuerpos de agua- está hoy enfocado en la Región del Biobío, analizando la hidrogeología de la zona, es decir, el agua subterránea y la gestión del agua de lluvia que se infiltra en el subsuelo.
Vera explica que ya han realizado investigaciones en temas sobre cómo estudiar los problemas que habrá con el recurso hídrico en la comuna de Quillón de aquí a 50 años, donde indicaron las zonas en las que habrá problemas a nivel subterráneo: “Venimos de una época en la que el agua superficial ha abastecido al centro sur del país, y cada vez se está poniendo más ojo crítico sobre este recurso hídrico subterráneo”, dice.
También estudiaron la zona de inundación del río Andalién, definiendo con mapas qué sectores urbanos serían afectados a través del tiempo. “Ahí se definió a qué cota llegaría una posible inundación con un área de recurrencia de 100 años”, detalla el geólogo.
Por esto, el objetivo para 2023 es llegar con esta información a las comunidades, informarlos del problema y contarles la solución. “Por eso, como carrera estamos trabajando en la construcción de un sitio web que nos permita poner a disposición de la comunidad toda la información generada en estas investigaciones, a través de mapas interactivos”, agrega Karen Correa, directora de la carrera de Geología de la U. Andrés Bello, sede Concepción.
“El principal aporte es tratar de predecir cuáles pueden ser los estragos asociados a la escasez hídrica que vive la zona. La macrosequía está afectando cada vez más al sur y, por lo tanto, estimar a futuro qué zonas van a ser afectadas, nos puede ayudar a prevenir y a gestionar el recurso hídrico de una mejor forma a como se está haciendo ahora”, agregó Cristian Vera.
En torno a los estudios de riesgo de contaminación de acuíferos en la Octava Región, el 28% del área de recarga de los acuíferos situados en la cuenca del río Biobío se encuentran en riesgo de ser contaminados por los usos urbanos, agrícolas e industriales en superficie.
Relevancia de la investigación
La ejecución de proyectos de Recarga Artificial Gestionada (RAG) permiten mitigar los efectos de la escasez de agua, sistemas que han sido y son utilizados eficientemente en todo el mundo excepto en Chile, según detalla el académico Cristian Vera.
En la comuna de Ninhue (Ñuble), fuertemente afectada por la sequía en los últimos años, fueron encontrados sectores aptos para iniciar proyectos de recarga. El problema principal de estos proyectos es que carecen de una legislación a la cual atenerse y que son muy pocos los proyectos que permitan estimar el modelo de RAG adecuado para cada zona geográfica de Chile.
“En base a modelos de estimación numéricos podemos establecer la duración de las reservas hídricas en el tiempo, como por ejemplo el creado para Quillón (Ñuble), donde estimamos que existe un balance hídrico negativo en prácticamente toda la comuna, acuífero que comenzaría a agotarse si no se definen medidas de mitigación para la sequía en un plazo menor de 10 años”, detalla.
Es necesario revisar los planes de ordenación urbana y adoptar medidas de mitigación que logren predecir, prevenir y corregir el riesgo por inundaciones. Para el caso del río Andalién (Región del Biobío), si bien los riesgos de avenidas con bajos periodos de retorno están controlados para el río Andalién, los de más altos periodos de retorno según los modelos de predicción numéricos todavía no, al igual que ocurre en muchas otras cuencas de nuestro territorio.
Karen Correa, doctora en Ciencias Geológicas, comenta, además, que pretenden difundir este conocimiento para que sea de utilidad a instituciones y sectores productivos vinculados al área y para la población en general. “También que los alumnos y docentes puedan ver el impacto de estas investigaciones, y en qué podemos aportar, porque es parte de nuestro compromiso como universidad, como carrera, y parte del perfil de egreso de nuestros profesionales para que ellos puedan ser un aporte en la sociedad”.
Por eso, continúa Correa, “les brindamos las herramientas para aplicarlas en el manejo sustentable de los recursos, fortaleciendo temáticas como el uso SIG (Sistemas de Información Geográfica) y teledetección aplicado a la gestión ambiental, hídrica y de evaluación de riesgos geológicos, áreas que se trabajan además en el Diplomado en SIG y teledetección aplicados a la gestión de los recursos naturales y la minería, el que ya cuenta con su tercera edición con una excelente aceptación en la región”.
Gestión de recursos
Edgar Sanmiguel es docente de la carrera e integrante de este equipo. Él es el encargado de gestionar los recursos para realizar estas investigaciones, ya que muchos utilizan tecnología y estudios en terreno, “y esto es costoso, por eso tenemos un plan de trabajo para buscar recursos y espacios para mostrar nuestro trabajo y que la gente tenga acceso a esta información”, dijo.
Es así como este año se adjudicaron un proyecto FIC regional Biobío para lograr ese objetivo, y también se han acercado a empresas privadas que trabajan con la tecnología necesaria para realizar estos estudios.
Lissette Grez es egresada de la carrera y hoy trabaja como ayudante de laboratorio en la universidad. Como tesista, tuvo la oportunidad de trabajar estas investigaciones, lo que no esperaba cuando ingresó a la carrera. Solo en segundo año, cuando conoció la Hidrogeología, se entusiasmó con el tema. “Que podamos hacer estas investigaciones es muy relevante, más aún hoy con la escasez del recurso”, precisó la geóloga.
En el Biobío, por ejemplo, ya cuentan con una caracterización hidrogeológica de aguas subterráneas, análisis de vulnerabilidad y cartografía de riesgo del acuífero Biobío medio en la ciudad de Los Ángeles.
Los trabajos e investigaciones realizadas, detalla Sanmiguel, abarcan alrededor de 13 cuencas distribuidas a lo largo de Chile en regiones como Ñuble, Biobío, Maule, Tarapacá, Atacama, Coquimbo, Valparaíso, en las cuales se han llevado a cabo caracterizaciones hidrogeológicas, evaluaciones de vulnerabilidad y riesgo de contaminación y suministro de acuíferos e identificación de sectores favorables para la recarga artificial.