Cuatro de cada cinco adolescentes y jóvenes dicen estar preocupados por su estado sicológico durante el confinamiento. Mientras, el 69% de los adolescentes de entre 14 y 18 años y el 75% de los jóvenes de entre 19 y 24 años señala que le angustia la posibilidad de que un familiar se contagie de Covid-19.
Esos son algunos de los resultados de la encuesta Cómo está repercutiendo sicológicamente en la población de adolescentes y jóvenes la situación actual de pandemia (*), realizada por el Observatorio de Educación y Bienestar Socioemocional y Sexual de la Fundación Relaciones Inteligentes, que dirige la sicóloga Constanza del Rosario, y el grupo Educación Emocional en la Infancia y Adolescencia, de la Universitat de València, en España.
“Llama la atención que ambos grupos de adolescentes y jóvenes han establecido como su principal preocupación el estado sicológico o de salud mental por encima de la sobrecarga académica o la posibilidad de que ellos o un familiar cercano enferme”, explica Constanza del Rosario, y agrega: “Dado que alrededor del 44% de escolares y universitarios reportaron tener algún problema sicológico antes del confinamiento -cifra que ya es preocupante en sí misma-, estos resultados nos invitan a pensar que los problemas de salud emocional en ambas poblaciones se han duplicado”.
Para la sicóloga, es alarmante que al analizar el nivel de sintomatología de ambas poblaciones -según escala de depresión, ansiedad y estrés DASS 21-, el 79,4% de los adolescentes y el 76,5% de los jóvenes presentan síntomas de ansiedad; el 92,1% de los adolescentes y el 88,1% de los jóvenes tiene sintomatología depresiva, y el 88,6% de los adolescentes y 90,2% de los jóvenes, síntomas de estrés. “En conclusión, la preocupación frecuente del 80% de los adolescentes y jóvenes por su salud mental tiene una base innegable según los resultados arrojados por esta escala”, dice.
La sicóloga explica que, comparativamente, los adolescentes obtuvieron puntajes más altos que los jóvenes en ansiedad grave o muy grave (43% adolescentes y 39% jóvenes), depresión grave o muy grave (47,2% adolescentes y 37,4% jóvenes), y estrés grave o muy grave (28,9% adolescentes y 27,8% jóvenes). Por lo tanto, agrega, aunque con leves diferencias, el problema de salud mental es más agudo entre los adolescentes: “Hay que poner atención especial a las depresiones en los adolescentes y a los cuadros de ansiedad en los jóvenes, síntomas que puntuaron más alto en cada grupo etario”, explica.
Estas alteraciones en los estados de ánimos tienen un correlato preocupante en un aumento del consumo de sustancias (alcohol, tabaco y otras) desde el confinamiento. El 73,5% de los adolescentes y el 52,4% de los jóvenes dice consumir más o mucho más que antes de las cuarentenas. “Esa diferencia puede dar cuenta de que los jóvenes, pero en particular los adolescentes, cuentan con menos habilidades para regular sus emociones y optan por el uso de sustancias nocivas que los ayudan a evitar sentir emociones incómodas y evadir la realidad frustrante”, dice.
El Informe sobre el Consumo de Drogas en las Américas 2019, que publica la OEA, ya advertía índices inquietantes de uso de tranquilizantes, alcohol y tabaco -entre otros- en adolescentes y jóvenes antes de la pandemia. Por lo tanto, explica Del Rosario, “es un tema país preocupante, más aún dado el estrés emocional producto del confinamiento, que puede explicar el aumento del consumo de drogas, tabaco o alcohol como una estrategia poco saludable para regular evadir emociones y situaciones incómodas y experimentar ‘alivio’. En este sentido, cabe señalar que a la base de gran parte de las adiciones están las emociones vinculadas a la depresión, angustia y estrés”.
La sicóloga agrega que teniendo en cuenta la etapa evolutiva los adolescentes y en particular los cambios que está experimentando su cerebro son tres veces más propenso a realizar conductas de riesgo en comparación a niños y adultos. “Comparativamente a los jóvenes, la zona prefrontal del cerebro adolescente está menos madura, lo que los hace más impulsivos y menos reflexivos. Esto facilita que usen sustancias externas para regular sus emociones, ya que la conexión entre su cerebro emocional y racional aún es débil”, dice Del Rosario. Para ella, la falta de educación emocional en el currículo educativo favorece que la gran mayoría de estos adolescentes no cuenten con conocimientos y herramientas para afrontar y adaptarse a estados emocionales de estrés, ansiedad o depresión. “En este sentido, como Fundación esperamos que la experiencia Covid-19 sirva para generar cambios profundos en el paradigma educativo y tanto emociones como vínculos sean puestos en el centro de los procesos de aprendizaje”, añade.
Más resultados
Respecto de otras consecuencias del confinamiento en los adolescentes (14-18 años), el 80,2% dice tener dificultades para concentrarse; el 79,2% presenta más episodios de insomnio, y el 47% reporta que está comiendo en mayor cantidad. Sobre el uso de tecnología, 81,6% reconoce pasar más tiempo que antes en redes sociales y el 87,3% utiliza por más que antes los dispositivos electrónicos como el celular, el tablet o el computador. Por su parte, 58,2% dice que se está ejercitando menos.
En los jóvenes (19-24 años), el 80,3% dice concentrarse menos que en el período anterior al encierro; el 79,9% expresa mayor ocurrencia de insomnio durante este tiempo y el 50% come más ahora en pandemia. Por otra parte, el 81,8% pasa más tiempo en las redes sociales y el 87,1% usa más aparatos electrónicos. Sobre el ejercicio, el 54,5% realiza menos actividad física que antes del confinamiento.
Todo indica que el confinamiento se extenderá y será aún más rígido. Ante ese escenario, la sicóloga dice que quienes tienen síntomas de ansiedad, estrés o depresión y no obtienen algún tipo de apoyo emocional o no comiencen con hábitos de autocuidado, “es altamente probable vean agravada su situación emocional y aumenten los cuadros clínicos y, por ende, también los riesgos de suicidio”.
A modo de recomendación, Del Rosario dice que el primer consejo y quizás el más importante es “cuidar al cuidador”. “Esto quiere decir que ellos, como mamá y papá, necesitan preocuparse de estar emocionalmente regulados para que puedan empatizar y acompañar a sus hijos e hijas de la manera que éstos necesitan, ya que muchos de ellos no se acercarán o no se sentirán tranquilos de pedir apoyo si ven a sus padres sobrepasados porque, por una parte, no querrán ‘ser una carga o una molestia’ para ellos y, por otra, porque no confían que serán entendidos y no criticados”.
La sicóloga es una de las responsables de la campaña “Tu Salud Mental Importa”, de la Fundación Relaciones Inteligentes (Ring!), apoyada por Injuv, en la que se puede aprender cómo funciona el cerebro emocional, cómo cultivar su bienestar, y cuenta con infografías para reconocer sus estamos emocionales. Además, tiene 10 podcast para aprender a regular sus emociones y estrés. “El bienestar se educa y a través de esta campaña queremos invitar a todos, pero en particular a nuestros jóvenes, a autoconocerse y cuidarse, y hacer un llamado tanto a ciudadanos como a autoridades a revolucionar la educación desde el corazón, porque la educación es la herramienta más importante para prevenir y afrontar los problemas de salud mental que históricamente han afectado el bienestar social del país”, concluye.
(*) El sondeo online fue respondido por 3.606 adolescentes y jóvenes chilenos de entre 14 y 24 años.