Vanuatu es una pequeña nación insular enclavada en medio del Pacífico. El alza del nivel del mar debido al derretimiento de los hielos ha generado que el país literalmente se esté hundiendo. No son los únicos. Su vecina Tuvalu vive una situación similar. Por eso, y en un dramático discurso, el ministro de Justicia, Exteriores y Comunicación del Gobierno de Tuvalú, Simón Kofe, participó de la pasada COP26 mediante un video comunicado en el que aparecía con traje y corbata mientras el agua del mar le llegaba a las rodillas para enviar un claro mensaje al mundo: su país desaparecerá.
Tuvalú es el cuarto país más pequeño del mundo, ubicado en el Pacífico, y es habitado por cerca de 11 mil personas. De acuerdo con información del gobierno, dos de las nueve islas del archipiélago están a punto de hundirse por el aumento del nivel del mar.
El lugar escogido por el representante del gobierno para grabar su comunicado no fue escogido al azar ya que hace apenas un par de años esa parte del litoral no estaba sumergida.
Muchos países en desarrollo y pequeños estados insulares han estado presionando a las naciones más industrializadas a pagar por estos daños climáticos. Vanuatu propuso por primera vez en 1991 un plan para que los países altamente contaminantes compensarán con dinero a las naciones afectadas por el aumento del nivel del mar.
Y es precisamente el foco que tendrá la nueva versión de la cumbre climática, la COP27, que comenzó este domingo en Sharm el-Sheikh, Egipto: cómo compensar económicamente a los países más pobres por los efectos que el cambio climático ha generado en estas naciones.
No será sencillo. Además del costo que tiene para las países más desarrollados, algunos temen que al acceder a aportar fondos, de alguna manera reconozcan tener responsabilidad en el calentamiento global, lo que podía generarles problemas legales y posibles demandas en el futuro. Uno de esos países es EE.UU. que se ha manifestado renuente a aportar a este fondo.
Es lo que tratará de resolver la llamada mesa de Pérdidas y Daños, en la que además, participará la ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas.
¿Qué es la pérdida y el daño?
“Yo esperaría que todas las naciones, grandes y chicas, estén a la altura de la urgencia que tenemos para enfrentar la crisis climática. Las emisiones no pueden seguir aumentando y necesitamos financiamiento para que los países puedan mitigar el cambio climático, adaptarse y hacer frente a los impactos que ya están siendo muy evidentes ante los ojos de todas las personas”, aseguró a Qué Pasa la ministra Rojas.
La ministra chilena tendrá un rol fundamental en las negociaciones: Fue nombrada “co-facilitadora” de la negociación de “Pérdidas y Daños” en el marco de la cumbre.
Por “pérdidas y daños” se entienden aquellas consecuencias negativas del cambio climático. Dado el alto costo que generan los impactos en países vulnerables que no tienen responsabilidad en la situación en la que estamos, el tema se ha vuelto una verdadera bandera de lucha en las negociaciones climáticas. Año a año, toma mayor relevancia la discusión sobre quién paga por las consecuencias de la crisis planetaria, en una discusión que suele poner en bandos opuestos a países desarrollados y en desarrollo.
Durante más de una década, las naciones ricas han rechazado las discusiones oficiales sobre lo que se conoce como pérdidas y daños, o los fondos que aportan para ayudar a los países pobres a hacer frente a las consecuencias del calentamiento global.
El presidente de la COP27, Sameh Shoukry, dijo en la sesión plenaria que abrió la conferencia climática de este año y a la que asisten más de 190 países, que la decisión creaba “un espacio institucionalmente estable” para debatir “la apremiante cuestión de los acuerdos de financiación”.
En la COP26 del año pasado en Glasgow, los países de altos ingresos bloquearon una propuesta de creación de un organismo de financiamiento de pérdidas y daños, y en su lugar apoyaron un diálogo de tres años para las discusiones de financiación.
Las discusiones sobre pérdidas y daños que se incluyen ahora en la agenda de la COP27 no garantizarán la compensación ni reconocerán no obstante la responsabilidad, sino que pretenden conducir a una decisión concluyente “a más tardar en 2024″, dijo Shoukry.
La cuestión podría generar aún más tensión que en las anteriores conferencias de este año, ya que la guerra en Ucrania, el alza de los precios de la energía y el riesgo de recesión económica han advertido a la vez la reticencia de los gobiernos a prometer fondos y la necesidad de los países pobres de recibirlos.
El Centro Internacional para el Cambio Climático y el Desarrollo, con sede en Bangladés, dijo que era una “buena noticia” que las pérdidas y los daños estén en la agenda. “Ahora empieza el verdadero trabajo para hacer realidad la financiamiento ”, dijo Salmeel Huq, director del centro, citado por CNN.
Guterres pide un pacto universal
La única forma de “poner fin a todo este sufrimiento” de “una autopista al infierno climático” es que el mundo coopere o perezca, advirtió Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, durante su alocución de este lunes en la COP27 ante docenas de líderes mundiales reunidos durante la cumbre internacional sobre el clima.
Estaba previsto que más de 100 líderes hablaran en los próximos días sobre cómo enfrentar una situación que va a peor y que los científicos describen como el mayor desafío de la Tierra. Casi 50 jefes de estado o gobierno empezaban a tomar el estrado el lunes, en el primer día de diálogos de “alto nivel” en esta edición de la cumbre climática anual de Naciones Unidas, conocida como COP27.
Buena parte del interés estará en los líderes que relatarán ejemplos de devastación provocada por desastres climáticos, en especial el discurso del martes del primer ministro de Pakistán, Muhammad Sharif. Las inundaciones del verano en su país causaron daños de al menos 40.000 millones de dólares y desplazaron a millones de personas.
“El planeta se ha convertido en un mundo de sufrimiento (...) es hora de poner fin a todo este sufrimiento”, dijo el presidente de Egipto, Abdul Fatá el Sisi, anfitrión del encuentro. “El cambio climático no se detendrá nunca sin nuestra intervención (...) Nuestro tiempo aquí es limitado y debemos utilizar cada segundo del que dispongamos”.
El Sisi, que pidió el final de la guerra de Rusia en Ucrania, fue suave en comparación con el enérgico secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que dijo que el mundo está “en una autopista al infierno climático”.
Guterres pidió un nuevo pacto entre países ricos y pobres para trabajar más de cerca, con ayuda financiera y un abandono del carbón en los países ricos para 2030 y en otros lugares para 2040. Pidió a Estados Unidos y China, los dos mayores productores de emisiones que cambian el clima, que trabajen juntos especialmente en materia climática, algo que hacían hasta hace unos pocos años.
“La humanidad tiene que tomar una decisión: cooperar o perecer”, dijo Guterres. “Es o bien un Pacto de Solidaridad Climática o un Pacto de Suicidio Colectivo”.
Sin embargo, la presión podría ser menos efectiva que en reuniones anteriores, debido a problemas de calendario y a los que no acudirán, llegarán tarde o enfrentan la cita con reparos.
La mayoría de los líderes se reunía el lunes y el martes, justo cuando Estados Unidos celebraba unas elecciones parlamentarias que podrían resultar trascendentales. Después, los líderes de las 20 naciones más ricas tendrán su influyente reunión en Bali, Indonesia, unos días más tarde. A eso se añade que “hay cumbres climáticas grandes y cumbres climáticas pequeñas, y nunca se esperó que esta fuera una grande”, indicó el director general de Climate Advisers Nigel Purvis, exnegociador estadounidense.
Parecía que los líderes de dos de las tres naciones que más dióxido de carbono emiten -China e India- no asistirían a las negociaciones, aunque enviaron delegados de menor rango. El líder del otro gran contaminante -el presidente de Estados Unidos, Joe Biden- llegaría días después de la mayoría de otros presidentes y primeros ministros, en una escala camino de Bali.
En un principio, el primer ministro de Gran Bretaña, Rishi Sunak, no iba a asistir a las negociaciones, pero la presión pública y los planes del exmandatario británico Boris Johnson de acudir le hicieron cambiar de opinión. El nuevo rey Carlos III, un veterano defensor del medio ambiente, no asistirá por su nuevo papel como monarca. Y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, cuya invasión de Ucrania desencadenó un caos energético con consecuencias en las negociaciones climáticas, no acudirá.
“Siempre queremos más (líderes)”, indicó el domingo en una conferencia de prensa el responsable de clima en Naciones Unidas, Simon Stiell. “Pero creo que ahora mismo hay suficientes (mandatarios) para que tengamos un resultado muy productivo”.
Además de los discursos de los gobernantes, las negociaciones incluyen “innovadores” diálogos en mesas redondas que “estamos seguros, generarán algunas aportaciones muy potentes”, dijo Stiell.
Los que acudieron en gran número fueron los líderes del continente anfitrión, África.
“Los contaminantes históricos que provocaron el cambio climático no aparecen”, dijo Mohammed Adow, de Power Shift Africa. “África es la menos responsable, la más vulnerable al problema del cambio climático y es el continente que está alzándose y mostrando liderazgo”.
“El Sur da la cara”, dijo Adow a The Associated Press. “El Norte, causante histórico del problema, falla”.