El cambio climático es el espejo más claro en evidenciar las consecuencias de nuestro absurdo modelo de desarrollo económico y nuestras erradas formas de producción y consumo.
El problema no es el clima; el problema somos nosotros. Las actividades humanas ya han causado un aumento de temperatura de la atmosfera de 1ºC sobre los niveles de la epoca preindustrial, y si sobrepasamos los 1,5ºC para el año 2100 tendremos que enfrentar impactos climaticos irreversibles y un aumento en la frecuencia e intensidad de eventos extremos que afectarán no solo a los ecosistemas, sino también nuestra seguridad y modos de vida.
La presion ciudadana no fue suficiente y los gobiernos ya fracasaron políticamente en 2009 en Copenhague, cuando le dieron la espalda al compromiso de revertir el cambio climático, compromiso sellado por ellos mismos en 1992 con la firma de la Convención de Cambio Climatico en Río. Por el contrario, en Copenhague abrieron la puerta a permitir un aumento de hasta +1,5ºC a 2ºC, lo cual formalizaron en el Acuerdo de París. Pero los compromisos de reduccion de emisiones que hicieron en París, no alcanzan para limitar la temperatura a esos niveles, tal como alertaron los científicos, sino que provocarían temperaturas del orden de +3,5ºC, condenando al planeta y a la sociedad a enfrentar condiciones climáticas que colapsarían los sistemas vivos, incluidas las comunidades humanas.
El último informe del IPCC (panel científico de la Convención), dado a conocer en octubre recién pasado hace un llamado dramático a los gobiernos, a acelerar y aumentar los esfuerzos de reducción de emisiones para mantenerse dentro del rango de +0,5ºC en este siglo. Para eso, se requiere disminuir en 45% las emisiones en los próximos 10 años (2030) y la necesidad de llegar a ser "carbono neutral" en 2050, lo cual implica reducciones entre 75% y 90% de las emisiones totales. Este es el desafío ético y político que deberán enfrentar los gobiernos en la COP 24 que se inicia esta semana en Polonia.
Para el caso de Chile las prioridades de des-carbonización claramente se presentan principalmente el sector energético que de acuerdo a la última Comunicación Nacional es responsable del 69,6. % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel nacional . Dentro de eso la generación eléctrica es la principal actividad emisora con 45,3% de las emisiones, seguida por el transporte con 28,9% de las emisiones de GEI.
Por esta razón es tan importante que el gobierno concentre sus acciones de mitigación en el sector energético, y en particular en el cierre de las termoeléctricas a carbón que son las causantes del 91% de las emisiones de CO2 de todo el parque eléctrico nacional.
Las termoeléctricas son las principales causantes de material particulado (88%) y dióxido de azufre(97%) de nuestro parque generador que provocan grave contaminación local en las 5 comunas donde están concentradas las 28 centrales carboneras, comunas llamadas "zonas de sacrificio" por estar saturadas de contaminantes y con ineficientes planes de descontaminación como Quintero y Puchuncaví.
Cerrar o reconvertir las carboneras permitiría a Chile cumplir con creces el Acuerdo de París y al mismo tiempo cumplir los compromisos de descontaminación local. Ello sería un enorme avance en las políticas ambientales globales y locales, pondría a Chile en un lugar de liderazgo internacional y también el gobierno lograría mayor legitimidad local.