Luego de 35 horas extras de tensas negociaciones entre los países y duras críticas de diferentes sectores hacia la gestión la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, como presidenta y facilitadora del proceso, se dio por terminada la versión número 25 de la Conferencia de las Partes, o COP25, la cumbre de las Naciones Unidas que busca frenar el cambio climático, con acuerdos criticados por las ONG, que afirman que "no aumentan la ambición" y sin lograr cerrar el famoso Artículo 6 del Acuerdo de París, objetivo prioritario para el gobierno.
Fueron más de dos semanas de negociaciones en las que Chile, representado en la figura de la ministra Schmidt, debió sortear varios escollos. De partida, las consecuencias del cambio de la sede de Santiago a Madrid, decisión que se tomó con sólo un mes de anticipación y a raíz del estallido social. Luego, el anuncio de Estados Unidos de comenzar su proceso de retiro del Acuerdo de París, lo que complejizaba aún más las negociaciones.
Luego, en plena inauguración de la Conferencia, la ministra Schmidt debió salir al paso de un impasse que tuvo con los países latinoamericanos, al no incluirlos en la lista de países de categoría de "condiciones especiales" -que reciben prioridades de financiamiento-, como sí lo hizo con los países africanos.
Y así como comenzó el cierre de la Conferencia más extensa de la historia de estas cumbres, no estuvo exento de inconvenientes.
Las últimas 24 horas se escucharon duras críticas de países y ONGs hacia la gestión de Chile, por proponer textos de acuerdos en distintos puntos que se alejaban de los propósitos que se habían establecidos para esta COP25, los cuales apuntaban a "aumentar la ambición".
Y al mediodía las opiniones eran bastante duras.
"La presidencia chilena tenía un solo trabajo, proteger la integridad del Acuerdo de Paris, y no permitir que sea desgarrado por el cinismo y la codicia. El enfoque que la presidencia ha tomado muestra cómo ha escuchado a los contaminadores y no a la gente", decía a la hora de almuerzo de ayer Jennifer Morgan, directora ejecutiva de Greenpeace Internacional.
"Así como la presidencia de Chile está traicionando a su gente en su país, ahora está traicionando nuestro futuro", recalcaba Mohamed Adow, de Power Shift Africa.
Por la tarde, el proceso parecía enredarse aún más. Mientras observadores internacionales difundían fotografías mostrando cómo las negociaciones ocurrían incluso en los pasillos, en las pantallas de la sede se anunciaba el retraso del plenario de cierre una y otra vez.
Además, durante la noche, se confirmó la noticia de que parte de la delegación chilena no logró cambiar los pasajes de regreso al país. Entre ellos estaba el coordinador de la presidencia de la COP, Andrés Landerretche. Esto generó varias dudas respecto de la robustez del equipo negociador chileno.
No obstante, hoy aclararon que ningún negociador se fue ayer y sólo viajó parte del equipo de prensa, además del ex diplomático.
A esa hora, varias delegaciones también habían abordado sus aviones de regreso a sus respectivos países. Una situación que también fue criticada por las organizaciones. "Hemos llegado a un punto en que ni siquiera todas las delegaciones están presentes en Madrid. Entonces, la voz del más fuerte es la que se oirá. Ello implica descuidar a los menos privilegiados y los más expuestos a los desastres y efectos del cambio del clima", dijo ayer Karla Maass, coordinadora de Climate Action Network, CAN, una de las agrupaciones de ONGs observadoras de la cumbre más grandes a nivel global.
Ambición
Luego de que los negociadores de las partes pasaran toda la noche del domingo intentando llegar a acuerdos, pasadas las 9.00 de la mañana (5.00 am de Chile), comenzó el plenario de cierre. En el intertanto, las organizaciones de la sociedad civil revisaban los textos de acuerdo finales, redactados por la presidencia de la COP25 y que estaban siendo adoptados por las Partes.
Y la conclusión a la que llegaron no dejó conformes a las ONG. Si bien las organizaciones de la sociedad civil afirman, al cierre de la COP25, que "estos textos son mejores que los de ayer (…) no reflejan avances", dijo Juan Pablo Osornio, coordinador de la delegación internacional de Greenpeace.
Según Osornio, en esta COP25, la ambición sería evaluada esencialmente por lo que se consiguiera en tres aspectos: medidas para adaptación a los impactos que enfrenten los países derivados del cambio climático; el cumplimiento de las promesas que han realizado los países desarrollados a los que están en vías de desarrollo y que apuntan a definir los montos y mecanismos de financiamiento (ámbito conocido como Agenda Pre2020); y la definición del Artículo 6 del Acuerdo de Paris.
"Ese aumento de la ambición no se logró en ninguno de esos tres puntos. El acuerdo al que llegó acá significa básicamente lo mismo que se había alcanzado en el Acuerdo de París, y la visión más pesimista es que el documento se presta para la interpretación de que no existe una fecha límite para aumentar la ambición", opina el coordinador de Greenpeace.
Artículo 6
Asimismo, la COP25 finalizó sin alcanzar una resolución de consenso en el Artículo 6 del Acuerdo de París, que regula los mercados de carbono, el mismo que la ministra Schmidt había resaltado como una prioridad para estas negociaciones.
El Acuerdo de París, adoptado en la COP21 en Francia celebrada en diciembre de 2015, tiene como objetivo establecer acciones para que las emisiones de dióxido de carbono (CO2), responsables de la crisis climática, no aumenten la temperatura media del planeta en más de 2º Celsius, e insta a trabajar para no superar los 1,5ºC, tal como lo ha pedido el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), el comité científico de la ONU.
"Es triste no haber podido llegar a un acuerdo final cuando estuvimos tan cerca. Estuvimos a punto, pero como muchos han reconocido en esta sala hoy, tenemos avances en textos concretos que nos hace mirar con esperanza este mecanismo", dijo la ministra Carolina Schmidt durante su discurso de cierre de la plenaria de la cumbre, y que realizó en español.
A su vez, resaltó que lo que los avances en las negociaciones permiten "sentar las bases para implementar un mercado de carbono sin doble contabilidad, entregando recursos para adaptación y que recoge la necesidad de los países en desarrollo de contar con un período de transición razonable".
Según fuentes cercanas al equipo negociador chileno, trascendió que fue Brasil el país que habría bloqueado el acuerdo al no ceder su posición respecto a la utilización de los bonos de carbonos emitidos con anterioridad a 2015. El país sudamericano esperaría que éstos se hagan efectivos a 2025, mientras que la Unión Europea, quien habría sido su mayor contrincante en este punto, propuso como plazo de validez sólo hasta 2023.
Asimismo, Brasil puso resistencia pública durante el plenario de cierre a la inclusión de la importancia de los océanos en el documento de acuerdo final, que emana de cada Conferencia de las Partes, y que fue titulado "Chile-Madrid Tiempo de Actuar". Finalmente, luego de la presión de una serie de países como España, Indonesia, Costa Rica y la Unión Europea, el país sudamericano accedió al consenso.
En su discurso de cierre, la ministra Schmidt también destacó los acuerdos alcanzados en materias como el plan de acción de género, el aumento de países que se integraron a la Alianza por la Acción Climática lanzada en la cumbre de Nueva York en septiembre, pasando de 65 a 121 países. Asimismo, valoró la integración de los ministros sectoriales, transporte, hacienda, energía, y ciencias, y que los países aceptaran incluir en sus sus NDCs la importancia de los océanos.
A la vez, reconoció que "claramente no es suficiente, el mundo nos está mirando y quiere soluciones concretas mayores. No estamos satisfechos, los acuerdos no son suficientes para enfrentar con urgencia la crisis del cambio climático, no están los consensos para aumentar la ambición a los niveles que necesitamos", afirmó Schmidt.
En respuesta, el coordinador de CAN, Sebastien Duyck, afirmó ante todas las delegaciones: "CAN ha seguido estas negociaciones climáticas desde que ellas comenzaron en 1991 pero nunca habíamos visto tal desconexión entre lo que la ciencia y las personas demandas y lo que los gobiernos están entregando. Somos testigos de la completa ausencia de ambición y urgencia de todos los grandes emisores. Y entonces escuchar que un país bloquea el lenguaje de adopción de estas brechas es detestable. La arrogancia para bloquear el progreso al abandonar el Acuerdo de París es traicionera".