COP26: ¿Cómo se podría medir el éxito de la cumbre del clima?
Evaluar el progreso de la Cumbre de las Naciones Unidas que comenzó hoy en la ciudad de Glasgow, será complejo. Esto debido a que esta instancia descrita como una oportunidad decisiva para salvar al planeta de los efectos más calamitosos del cambio climático, buscará asegurar victorias más pequeñas pero vitales en compromisos de reducción de emisiones, financiamiento climático e inversión.
Con un retraso de un año debido a la pandemia de Covid-19, este domingo se dio inicio a la cumbre COP26 de las Naciones Unidas, que tiene como principal meta mantener vivo el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales, un límite que los científicos dicen que evitaría sus consecuencias más destructivas.
Sin embargo, hacer una evaluación final de los avances logrados durante las dos semanas de conversaciones de la COP26 que se realiza en la ciudad de Glasgow, Escocia, será complejo. A diferencia de las anteriores cumbres sobre el clima, el evento no aportará un nuevo tratado o una gran “victoria”.
El evento descrito como una oportunidad decisiva para salvar al planeta de los efectos más calamitosos del cambio climático, busca intentar producir una mirada de victorias más pequeñas, pero vitales desde las negociaciones formales de la ONU sobre el Acuerdo de París, y desde los nuevos compromisos climáticos que los países, las empresas y los inversores anuncien sobre compromisos de reducción de emisiones, financiamiento climático e inversión durante la conferencia.
“Necesitamos salir de Glasgow diciendo con credibilidad que hemos mantenido vivo a 1.5″, dijo el domingo Alok Sharma, presidente de la COP26. “Ya estamos en un calentamiento global de 1,1 grados por encima de los niveles preindustriales”, señaló el anfitrión a la televisión Sky News. “En 1,5° hay países en el mundo que estarán bajo el agua, y es por eso que necesitamos llegar a un acuerdo aquí sobre cómo abordar el cambio climático durante la próxima década”.
Por lo que el éxito se juzgará en función de si esos acuerdos se suman a un progreso suficiente para mantener vivo el objetivo de 1.5C.
Desde el Acuerdo de París, los científicos han emitido advertencias cada vez más urgentes de que el objetivo de 1,5°C se está escapando de su alcance. Para cumplirlo, las emisiones globales deben caer un 45% para 2030 desde los niveles de 2010 y llegar a cero neto para 2050, lo que requiere grandes cambios en los sistemas de transporte, producción de energía, fabricación y agricultura de los países. Las promesas actuales de los países verían aumentar las emisiones globales en un 16% para 2030.
Para lograr el tan preciado objetivo, la COP26 tendrá tres prioridades para intentar dirigir el mundo hacia la temperatura global propuesta.
Ambición
En primer lugar, diseñará un plan para que los países aceleren sus compromisos de reducción de emisiones en los próximos años.
Es casi seguro que la COP26 no aportará suficientes compromisos para que el mundo se sitúe firmemente en la senda del 1,5°C. Pero un acuerdo creíble para aumentar la ambición con más frecuencia en los próximos años podría al menos mantenerlo vivo.
Dinamarca y Granada se han encargado de elaborar opciones para ello, y Gran Bretaña está estudiando una propuesta que exigiría a los países volver con nuevos compromisos más ambiciosos ya en 2023.
Los anfitriones británicos de la conferencia también están preparando una serie de acuerdos paralelos sobre la eliminación del carbón, los vehículos limpios y la deforestación. Esto podría ayudar a avanzar hacia los objetivos del Acuerdo de París, a falta de nuevos compromisos de los mayores contaminantes del mundo.
Financiación
La segunda es el dinero. Los países ricos confirmaron la semana pasada que no habían cumplido su promesa de 2009 de aportar 100.000 millones de dólares anuales para 2020 en concepto de financiación para el clima, con el fin de ayudar a los países más pobres a reducir sus propias emisiones y construir sistemas resistentes para hacer frente al empeoramiento de las tormentas, las inundaciones y otros impactos climáticos.
Esto ha avivado la ira y la desconfianza entre los países en desarrollo, y ha socavado las peticiones de las naciones ricas de que el mundo en desarrollo reduzca las emisiones más rápidamente, lo que requeriría enormes inversiones para descarbonizar todo, desde las centrales eléctricas hasta las fábricas, el transporte y la agricultura.
La COP26 tendrá que elaborar un plan para garantizar la llegada de los 100.000 millones de dólares. También iniciará las negociaciones sobre un nuevo objetivo de financiación del clima para 2025, y las normas para garantizar que los países ricos no puedan evitar la entrega del dinero.
Un bloque de los países más vulnerables al clima exige también que Glasgow inicie conversaciones sobre la financiación de las llamadas “pérdidas y daños”, es decir, el dinero para compensarles por los crecientes costes del cambio climático, desde las pérdidas de cosechas hasta la subida de los mares.
El Reino Unido, anfitrión de la Conferencia de las Partes, también ha atraído al sector privado, y está haciendo cola para que los bancos e inversores se comprometan a destinar miles de millones a las inversiones limpias y a cubrir el vacío dejado por las donaciones atrasadas de los países ricos.
Los analistas de Bernstein calculan que deben invertirse entre 2 y 4 billones de dólares al año en industrias con bajas emisiones de carbono para que el mundo alcance las emisiones netas cero en 2050. Compárese con los 79.600 millones de dólares que los países ricos ofrecieron a los países pobres en concepto de financiación climática en 2019.
Los economistas coinciden cada vez más en que el coste de no hacer nada -y dejar que el cambio climático se desarrolle sin control- sería mucho mayor.
Libro de reglas de Paris
La tercera prioridad de la COP26 es que los negociadores de los casi 200 países que firmaron el Acuerdo de París de 2015 terminen de redactar las normas de aplicación del acuerdo. Esto incluye espinosas discusiones sobre los mercados de carbono, la forma en que los países establecerán los objetivos climáticos en el futuro y la financiación.
“París fue la fiesta de compromiso, pero ahora estamos en la boda, a la espera de ver si los países y las empresas clave están dispuestos a dar el ‘sí, quiero’”, dijo la directora de Greenpeace, Jennifer Morgan.
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