La aparición temprana de enfermedades crónicas podría incrementar el riesgo de sufrir cuadros más severos de Covid-19 en personas portadoras del VIH mayores de 50 años. Esto es al menos 10 años que el resto de la población, cuyo mayor grupo de riesgo en términos de mortalidad y hospitalización se da en personas de la tercera edad.

Así lo explica el Ricardo Soto-Rifo, investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (ICBM), quien advierte que la problemática se relaciona con la predisposición al desarrollo precoz de patologías cardíacas, diabetes o alteraciones pulmonares, entre otras condiciones.

“Hay un grupo importante de pacientes, mayores de 50 años, que empieza a desarrollar lo que denominamos como comorbilidades ‘No SIDA’, como enfermedades pulmonares o hipertensión, que sí están asociadas a un mayor riesgo en Covid-19, por lo que en tal caso pasan a ser grupo de riesgo como cualquier otra persona que padezca estas enfermedades crónicas. Es decir, no es por el VIH en si, sino por la consecuencia de vivir con este virus que predispone a sufrir ciertas enfermedades crónicas”, dice Soto-Rifo.

Pacientes de VIH

Evidencia internacional da cuenta de que los pacientes de VIH con cargas virales bajas y un recuento normal de sus linfocitos T, como resultado de su adherencia al tratamiento, registran una mortalidad similar a la del resto de la población. Tampoco se han observado incidencias asimétricas en relación a las patologías desarrolladas en portadores infectados por Covid-19.

Países como Sudáfrica, con altas tasas de infección por VIH, aceleraron sus medidas de confinamiento debido al temor de que el SARS-CoV-2 afectara con mayor fuerza a estas poblaciones, pero, hasta ahora, los datos recopilados en el mundo dan cuenta de tasas de casos en estado graves en la línea del resto de la población.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la fecha no existe evidencia respecto a que las complicaciones del nuevo coronavirus en personas que viven con VIH, se encuentren clínica e inmunológicamente estables y reciban tratamiento antirretroviral, sean mayores que el resto de la población. Esto también fue notificado en las epidemias del SARS y el MERS, dos patógenos de la misma familia.

“Una persona con VIH bajo tratamiento y cargas virales suprimidas no debiera ser considerada como grupo diferente a un individuo sano, y por lo tanto deben adoptar las mismas medidas de protección. El mayor riesgo está en quienes no están bajo tratamiento, con sus recuentos de linfocitos bajos e inmunosuprimidos, porque tienen un sistema inmune disminuido”, señala el virólogo e integrante del grupo de investigación CHAIR Center for HIV/AIDS Integral Research, de la Universidad de Chile.

Persona con VIH bajo tratamiento y cargas virales suprimidas no debieran ser considerada como grupo diferente a un individuo sano, y por lo tanto deben adoptar las mismas medidas de protección, dicen los expertos.

De acuerdo a un reciente informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA), Chile es el país latinoamericano donde más ha aumentado la incidencia de la infección en los últimos años: actualmente 71 mil personas viven con el virus de inmunodeficiencia humana, lo que representa un incremento del 82% desde 2010. A nivel global se registran casi 40 millones de casos.

Comorbilidades “No SIDA”

Gracias al aumento en el acceso de los tratamientos antirretrovirales en las últimas décadas, cada vez resulta más relevante el impacto de las complicaciones asociadas al envejecimiento en portadores de VIH. En estos grupos tienen lugar de forma prematura alteraciones neurocognitivas, alteraciones renales, cáncer, menopausia, osteoporosis y riesgo cardiovascular, entre otras enfermedades crónicas.

Estudios desarrollados en España y Estados Unidos dieron los primeros indicios de la situación de los portadores de VIH en la pandemia por el nuevo coronavirus. Publicado por la revista Journal of American Medicine a fines de abril, un estudio examinó las características clínicas de 5.700 pacientes ingresados en hospitales de Nueva York.

De ellos, menos del 1% (43) tenía VIH, lo que es incluso más bajo que la prevalencia de la infección en la “Gran Manzana”. De acuerdo a los investigadores, los datos parecían confirmar que el virus de la inmunodeficiencia humana no es, en sí mismo, un factor de riesgo para una mayor vulnerabilidad al nuevo coronavirus. Presión arterial alta, obesidad y diabetes fueron las “comorbilidades no Sida” más frecuentes en estos pacientes.

En Barcelona, España, un estudio a más de 500 ingresos (reportado por la revista The Lancet) concluyó que el número de portadores eran levemente superior que el de la prevalencia total de la enfermedad en ese país (0,92% versus 0,4). Los investigadores remarcaron que los casos no diferían de otros pacientes con coronavirus en términos de síntomas o curso clínico, aunque advirtieron que todos estaban bajo tratamiento antirretroviral y con cargas virales indetectables.

Para Soto-Rifo, la evidencia internacional acumulada hasta la fecha –considerando lo nuevo del patógeno– demuestra cuestiones relevantes. La principal es que, a priori, los portadores de VIH no deben adoptar medidas de prevención distintas a la del resto de la población si sus cargas virales son indetectables y sus recuentos de linfocitos están en niveles normales. Los grupos de riesgo podrían estar entre los portadores que están con compromiso inmunológico y los que padecen enfermedades crónicas asociadas a un mayor riesgo de Covid-19.

“Si este tipo de patologías se manifiesta entre los 60 y 70 años en personas que no viven con VIH, en los pacientes que viven con VIH se declara un poco antes. Eventualmente esto se podría comenzar a desarrollar cuando la persona supera los 50 años. No es el total de pacientes sino un grupo”, precisa el científico del programa de Virología de la Universidad de Chile.

Según agrega, “a las personas portadores se les debe observar en función de su carga viral, recuento de linfocitos y enfermedades asociadas. Es algo similar al resto de la población: si una persona de 60 años está sana tiene el mismo riesgo que el resto, pero si tiene hipertensión, o una enfermedad cardíaca o pulmonar, el cuidado debe ser mayor. No tiene que ver con el VIH por sí solo y porque viva siendo portador tenga que se tratada de manera diferente”.

El investigador de ICBM y CHAIR –quien lidera un laboratorio dedicado al estudio del VIH y al reperfilamiento de medicamentos para complementar terapias antirretrovirales– advierte, sin embargo, que todo aún debe ser llevado con cautela: “A cinco meses de declarada la pandemia, no es posible adoptar posturas concluyentes, y aún son necesarios más estudios para confirmar los hallazgos iniciales”.

Acceso a medicamentos

Soto-Rifo remarca que la pandemia por el nuevo coronavirus plantea, al mismo tiempo, desafíos en torno a la adherencia de tratamientos antirretrovirales por VIH, tanto en término de acceso como de disponibilidad de stock, un aspecto que preocupó a la comunidad de investigadores en el contexto de la carrera por reperfilar anti-retrovirales para su uso en Covid-19.

Al inicio de la pandemia, de hecho, la OMS emitió una alerta en relación al acceso a medicamentos para los pacientes VIH.

En su declaración, la entidad sanitaria global llamaba a que estos grupos poblacionales debían hacer acopio de los fármacos de manera tal de garantizar al menos entre uno y seis meses de tratamiento. Esto además de estar al día en vacunas contra la gripe y antineumocócica, y procurar atención especial con los medicamentos para tratar las coinfecciones, las comorbilidades y las adicciones.

“Todas las campañas de la OMS abogan porque cada vez más personas tengan acceso a tratamiento”, subraya el académico del ICBM, quien comenta que, al comienzo de la emergencia sanitaria global hubo preocupación por la disponibilidad de algunos antirretrovirales que podrían haber tenido efectos en inhibir proteínas del SARS-CoV 2. Sin embargo, dichos estudios no han resultado concluyentes ni esperanzadores.

Para el científico de CHAIR, el sistema sanitario local debe avanzar en estrategias que faciliten y mejoren el acceso a medicamentos para pacientes VIH durante la pandemia por el nuevo coronavirus.

“Un punto clave son las prescripciones, en especial cuando esperamos que la gente se quede en su casa en confinamiento. Para ellos las prescripciones tienen que ser al menos por tres o seis meses, lo que evitaría que el paciente se exponga y cumpla con medidas de distanciamiento social. Son medidas que se deben evaluar en este contexto para favorecer la adherencia a los tratamientos, que en este caso es fundamental”, concluye Soto-Rifo.