Cambiante y ansioso de nuevas palabras. Así es el español que en Chile se habla. Influenciado constantemente por otros idiomas, por los cambios sociales, por los avances en tecnología, y en estos días también por la ciencia, la lengua es un organismo vivo, que está en permanente desarrollo.
Y así como hay palabras que en Chile ya están en desuso, como vermut o decir que algo es pichocaluga, existe una influencia que día a toma más peso: los extranjerismos.
Extranjerismos en el lenguaje que adquieren cada vez más vigencia y difusión. Palabras que son incorporadas rápidamente al acervo común y se convierten en patrimonio, indica la lingüística.
Irene Renau, académica del Departamento de Lingüística de la Universidad Católica de Valparaíso, explica que un extranjerismo se trata de una palabra usada en un idioma, pero que procede de otro idioma.
Hablar de extranjerismo, dice Renau, es un nombre que no es muy afortunado, “porque no se trata necesariamente de una palabra ‘extranjera’”. Por ejemplo, en el español de España existe la palabra morriña (tristeza o melancolía, especialmente de la tierra natal) que es de origen gallego, pero el gallego no es un idioma extranjero. “En todos los idiomas hay extranjerismos y en español tenemos muchos del árabe, el francés, el italiano, el inglés y también muchas palabras procedentes de lenguas originarias americanas”, Renau aclara.
De football a fútbol
Los extranjerismos abundan. Y mucho más de lo que se cree. Lo es, por ejemplo, la palabra ketchup (proveniente del malayo), como también parka (del aleutiano, lengua de la familia esquimo-aleutiana en Alaska), o champú y pijama (ambas del hindi).
También hay expresiones del latín, lengua que pocas personas hoy conocen, pero de la cual derivan muchos idiomas actuales, que están presentes cotidianamente como ipso facto (que significa por el hecho mismo), modus operandi (método de funcionamiento), persona non grata (que significa una persona inaceptable) o status quo (que significa la condición existente).
Están a su vez los llamados anglicismos marketing, shopping center, hotdog, hamburguesa, outsourcing, rating, living, y entre muchos más.
“En Chile se usan, como en todos lados”, resalta Renau. Y cumplen una función, la de designar cosas nuevas que se han inventado o descubierto en otros países, como productos, inventos, descubrimientos, etc. El invento es importado junto con su palabra. Por ejemplo, Renau comenta el caso de la palabra fútbol, que se inventó en el Reino Unido.
Renau explica que ahora mismo vemos cada día más anglicismos relacionados con el covid, una sigla del inglés coronavirus disease (enfermedad del coronavirus), nombre del patógeno que se detectó en Wuhan, China, en diciembre de 2019. “Son muy importantes en ciencia y tecnología, pero también hay muchos extranjerismos en la cultura o el deporte; por ejemplo, en el léxico de la cocina hay muchas palabras que proceden del francés, y en la música, del italiano”, indica.
Sin embargo, con los extranjerismos no se puede adoptar un solo criterio para todos. Tal como Renau dice, si se pasó de football a fútbol, pero no ha ocurrido lo mismo con whisky, porque aún no hemos pasado a wiski.
El por qué eso ocurre y dónde se origina ese cambio, explica Renau, no está claro. “En este momento, mi versión de Word me está marcando covid como palabra errónea”, comenta sobre ese proceso.
¿Covid, covid o COVID?
Tampoco los diccionarios de español en red están siendo demasiado ágiles en incorporar este vocabulario nuevo, Renau advierte: “¿Tenemos que esperar que los hablantes hagan todo este trabajo por su cuenta? Periodistas, médicos, juristas, etc., pueden ser ayudados un poco más por las tecnologías del lenguaje”.
Renau pertenece a un grupo de investigación denominado Tecling, que tiene desde hace años en línea una herramienta de apoyo a la escritura (Estilector.com), “pero no tenemos presupuesto, de modo que está en una fase beta muy inicial”, señala.
Los medios cumplen un rol importante en esa difusión y cambios de los extranjerismos, señala la investigadora. En ese sentido, y en tono a los tiempos de pandemia, indica "que la ortografía preferible para covid es con minúscula, mejor que Covid o COVID, que no es que esté mal, pero no es necesario”.
Con la claridad de que lo correcto es usar minúsculas para escribir covid, ¿qué artículo usar? ¿Se escribe “la covid” o “el covid”? Renau explica que si bien ambos son correctos ambos, “al menos de momento, aunque yo te aconsejaría ‘la covid’, porque es ‘la enfermedad causada por el coronavirus’, y, en todo caso, no cambiar del masculino al femenino o viceversa”.
Tampoco se trata de abusar de su uso. Renau advierte que en ocasiones se incluyen, y en exceso, extranjerismos que son innecesarios “y por eso son inadecuados, porque son innecesarios, no porque sean extranjerismos”.
“El otro día le corregía a una alumna de tesis procedural, que es un anglicismo innecesario porque ya tenemos procedimental. He hablado también varias veces del caso de sanitizar, un anglicismo innecesario porque tenemos desinfectar. Las cosas no quedan más limpias por usar sanitizar, ni eres más moderno ni más culto, más bien lo contrario”, subraya la investigadora.