Nació en Jaén, una ciudad española sin vista al mar. Sin embargo, la vida de Cristina Romera Castillo poco a poco se volcó a estudiar el impacto que cada uno de nosotros le hemos hecho a los océanos.
Estudió Química en la Universidad de Jaén, sin pensar que lo terminaría aplicando en estudios del mar. Cuando salió de su carrera se encontró con la posibilidad de especializarse en biogeoquímica marina. “Tuve esa suerte y mi vida cambió”, afirma. Se fue a vivir a Barcelona, una ciudad mucho más grande que la localidad andaluza de donde proviene.
Desde el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, Romera Castillo se dedica a estudiar las consecuencias ambientales de la presencia de plástico en el mar. Todos sus hallazgos evidencian sobre cómo los plásticos están alterando a los organismos más abundantes en los océanos. Específicamente, estudia el ciclo del carbono en el océano vinculando análisis químicos y microbiológicos.
Sus estudios la llevan a preguntarse si el plástico que flota en el mar podría agregar más carbono al que ya existe en el océano y así interrumpir su ciclo. El impacto que ha encontrado es tan grande, que afirma que los científicos del futuro nos estudiarán a través de las capas de plástico que encuentren en el fondo del lecho marino.
Romera Castillo es autora “AntropOcéano: Cuidar los mares para salvar la vida”, un libro de divulgación en el que muestra cómo el océano ha pasado a estar en peligro por primera vez en su historia, a causa del ser humano, y cómo este mismo ser puede revertir ese daño ambiental. Está en Chile como expositora de la decimotercera versión de Congreso Futuro, donde espera compartir la esperanza de que, aunque todo es desfavorable, todavía es importante la acción individual para descontaminar el planeta.
¿Es posible cuantificar el daño que ha provocado la acción humana en la vida oceánica?
Bueno, cuantificarse se puede, en algunos de los problemas que han afrontado el océano. Por ejemplo, pues que se han eliminado muchas zonas de ecosistemas costeros que almacenaban carbono, que esto no beneficia porque retiran carbono del CO2 atmosférico, y podemos saber cuánto se han perdido. Esto sí que se puede cuantificar.
O podemos cuantificar cuántas hectáreas de coral también se han perdido, se han blanqueado. Podemos cuantificar también el estado de los mares en cuanto a la sobrepesca, las poblaciones de pescado. Aunque hay muchos datos que no se reportan en cuanto a pesca, entonces las estimas que tenemos seguramente sean más optimistas de lo que son en realidad. Hay muchos países que no reportan sus datos, mucha pesca furtiva.
Ahora mismo, por ejemplo, se sabe que el 35% de la población de peces está sobreexplotada, pero seguramente sea más alto.
¿Y la cantidad de plástico en los océanos?
Se ha hecho también una estima de cuánto plástico llega al mar cada año y está flotando en las superficies. Pero también hay mucho plástico que está perdido, que no se encuentra, porque de todo el plástico que llega al mar solo se ha encontrado un 1%. Es el plástico que está flotando, que se ha contabilizado.
¿Cómo podemos hacer esa conexión entre la cantidad de plástico que existe en el océano, con los problemas que puede provocar en gente que incluso no tiene un borde costero?
Pues bueno, el plástico ya se ha visto que está llegando a nosotros a través de la cadena alimentaria. Muchos de los pescados que comemos, de los moluscos, se ha visto que tienen plástico. Pero no solo eso, también la sal de mesa. Se han hecho estudios analizando sal de mesa, también se ha visto que hay plástico. Es verdad que están en unas concentraciones bajas, pero vemos esto al menos alerta de que está llegando hasta nosotros.
Y luego hay un tema del que se habla menos, y son los aditivos químicos que lleva el plástico. El polímero lleva aditivos que se le añaden para darles las condiciones requeridas para su uso. Y estos aditivos, una vez que entran en contacto con el medio acuoso, se empiezan a liberar al medio.
¿Qué ocurre también con las consecuencias climáticas que se puedan desprender de la contaminación oceánica?
Está todo conectado. Entonces, al final los gases invernadero que estamos emitiendo a la atmósfera, parte de ellos son absorbidos por el océano, y también parte del calor que provocan estos gases es absorbido por el océano. Esto tiene unas consecuencias para el océano que luego repercuten en nosotros al final.
Con el calentamiento se producen desplazamientos de especie de peces y afecta a los caladeros de pesca, hay muchos animales que mueren o vegetales que acaban muriendo porque no pueden desplazarse y ya no pueden vivir en esas temperaturas tan altas. Todas estas cosas también repercuten en nosotros.
Por otro lado, también con el calentamiento global hace que las capas más superficiales se calienten porque están en contacto con la atmósfera y se mezclen menos con las capas que hay debajo, que son más frías. Entonces, eso hace que el oxígeno que entraba de la atmósfera al mar no pase a capas más profundas porque estas no se mezclan.
¿Qué significa el Antropocéano para ti? ¿En qué punto el ser humano se convirtió en el principal problema para el océano?
Todo empezó con la revolución industrial. Empezamos a emitir gases de efecto invernadero, pero todo se ha acelerado y se ha incrementado a partir de la mitad del siglo XX. Ahí es cuando se ha empezado a lanzar muchos gases de efecto invernadero, cuando hemos empezado a producir plástico de una forma y a utilizarlo como ha entrado en nuestra vida, que antes no estaba.
Y claro, lo de llamar a Antropocéano, pues claro, como el Antropoceno es la era en la que los humanos estamos dejando nuestra huella a escala global en el planeta, pues claro, se me ocurrió lo de Antropocéano es nuestra huella también en el océano a escala global.
Principalmente pensamos en una huella negativa, pero yo, bueno, en el libro que escribí que se llama Antropocéano, lo que quería también era transmitir qué huella positiva podemos dejar también en el océano, qué podemos hacer para revertir esos problemas o para al menos evitar que sí que se agraven.
¿Es posible revertir esta huella?
Yo soy optimista. Es verdad que hay cosas que ya son irreversibles, las estrellas de coral que se han muerto es difícil repoblar y un tercio de los gases se quedan en la atmósfera y se van a quedar durante mil años.
Aquí el punto es que no vaya a más. Por ejemplo, en el caso del sudeste asiático que eliminaron hectáreas de manglar y ahora se vieron que se puede repoblar, que era más útil tener un manglar que no tenerlo. Si creamos áreas marinas protegidas donde esté prohibido la pesca, pues allí la biodiversidad se restaura y se volverá a restaurar también las poblaciones que estaban mermadas.
Entonces sí se pueden hacer cosas para revertir la situación o al menos evitar que se agraven. Lo importante es que lo hagamos cuanto antes, porque se puede hacer ahora y ya vamos tarde.
¿Cómo crees que nos van a recordar las futuras generaciones, en función de cómo tratamos al planeta?
Creo que cuando los científicos del futuro vayan a coger un testigo de sedimentos del lecho marino, para estudiarnos como civilización, encontrarán una capa de plástico. Esperemos que sea una capa estrecha, que marque un periodo corto donde el plástico se usó desmedidamente y además el residuo acabó en el mar.
Este plástico, este material, pues nos definirá como los humanos que vivimos en esa época. Dirán que vivimos, quizás, en la época del “Plasticeno”. Esperemos que esa capa sea bien delgada la que encuentren.
¿Qué potencial tiene la Inteligencia Artificial para ayudar a revertir el impacto ambiental? Tiene mucho potencial, sobre todo en la investigación. Yo, por ejemplo, en mi trabajo la he utilizado para analizar masas de agua y tiene mucho potencial a la hora de resolver todos estos problemas. Lo que hace falta es ponerla a nuestro a nuestro favor.
¿Cuál esperas que sea tu principal mensaje a la audiencia de Congreso Futuro?
Me gustaría dejar un mensaje de optimismo, porque creo que ya estamos también un poco hartos de oír hablar de lo mal que está todo, de lo mal que el cambio climático. Y a veces el problema también es que llega un punto en que nos hacemos como inmunes a esa información, porque pensamos que no hay nada por hacer.
Como individuos tenemos más poder del que pensamos. Siempre pensamos que como un individuo la acción no tiene repercusión, pero realmente la suma de nuestras acciones es la que ha creado el problema y es la que también puede impulsar las soluciones.