Hablar de adopciones, es hablar de historias felices. De hombres y mujeres que cumplen el anhelo de ser padres y madres. Y son principalmente, historias de felicidad y encuentros para un niño o niña con una familia. Eso es lo que se espera. Pero hay excepciones. Existen casos en que la adopción no resulta. En los últimos cinco años el 1,3% de las adopciones han fracasado.
En Chile, según datos del Servicio Nacional de Menores (Sename) entre 2014 a 2018 se realizaron 2.384 adopciones, y en ellas se presentó un promedio de 1,3% de fracasos (32).
El porcentaje de éxito es sin duda mayor, pero es una realidad que no se puede negar. Fracasos que ocurren, dicen en Sename, ya sea en el momento del enlace o tras un tiempo de convivencia (disolución) debido a problemas de integración familiar.
Una temática que aborda en una mirada más extrema la película Ema, del director Pablo Larraín, que se estrena el 26 de septiembre. En ella, Ema (Mariana Di Girolamo) y Gastón (Gael García Bernal), son artistas en una compañía de danza experimental, que viven un conflicto con su hijo adoptivo. Pese a sus expectativas, no logran afianzar la adopción. Desisten.
Conflictos emocionales
De los 32 casos ocurridos en los últimos cinco años, 13 ocurrieron al momento del enlace y 19 corresponden a disoluciones. Si se consideran solamente las 2.004 adopciones del periodo realizadas por residentes en Chile, en Sename informan, hubo 23 fracasos, lo que equivale a 1,1%.
En el caso de las 380 adopciones realizadas por residentes en el extranjero, hubo 9 fracasos, es decir 2,4%. En Sename indican además, que en estos casos se adoptan principalmente niños de 4 años y más, el grupo etario en que se concentran casi todos los fracasos.
El proceso de adopción se trunca en su mayoría en la etapa de enlace, cuando la familia adoptiva recibe al niño y se le permite alojar físicamente con ella, explica la jefa del Departamento de Adopción del Sename, Viviana Petrić. "Judicialmente aún no está la adopción cien por ciento tramitada, están ajustándose y conociéndose, viendo si ésta relación es positiva entre ambos, es la primera interacción de los padres con el niño", indica.
Es esa etapa cuando el niño o niña ya no está en la residencia y se inserta físicamente al interior de una familia. "Es un momento de conocimientos súper clave, en que se genera ésta vinculación, es un proceso bastante psicológico, en que además están presentes los intereses y expectativas de ambos".
Es un porcentaje bajo si se considera el total de adopciones, resaltan desde Sename. Una realidad, que reconocen, les preocupa. "Nos gustaría no tener esa cifra, ni siquiera de 1%, porque representa a 32 niños en que el ingreso a una familia no fue exitoso. Tenemos que seguir viendo cómo mejorar los procesos, cómo mejorar las intervenciones, es un trabajo diario. Cada fracaso, para nosotros es un tremendo desafío, revisamos cada caso para ver por qué ocurrió", destaca Petrić.
Se trata de un doble abandono para niños y niñas en situación de vulnerabilidad. Por ello, dice Petrić, se necesita profundizar o extender, por ejemplo, los acompañamientos post adoptivos, que actualmente tienen un plazo limitado, que son siete u ocho intervenciones, "estamos pensando que tiene que ser de carácter mucho más permanente".
Cuando ocurren fracasos, en cada caso se indaga qué pudo influir. Y si bien, cada situación es particular, existen elementos que se repiten y que pueden resultar factores de riesgo. Desde la perspectiva de la familia adoptiva, señala Petrić, uno de los mayores factores de riesgo son los conflictos emocionales no resueltos. "Por ejemplo, a veces ocurren problemas de infertilidad que creen asumidos, pero con la llegada del hijo adoptivo aparece el deseo o expectativa de que no pude ser madre o padre". Son duelos personales o de pareja que no han sido resueltos los que generan problemas en la vinculación con el hijo adoptivo.
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Uno de los mayores factores de riesgo para el fracaso de una adopción son los conflictos emocionales no resueltos. Foto referencial: Archivo[/caption]
También otros aspectos pueden atentar a que sea un enlace exitoso: las expectativas poco realistas. En muchos casos existen expectativas muy idealizadas sobre la llegada de ese niño o niña. La idea de que con ese evento la familia será feliz, lo que es un problema importante, indica Petrić. "Porque no es suficiente solo la declaración de amor, adoptar supone asumir un pasado incierto de ese niño o niña, y con efectos dolorosos que se presentan en la estructura de su vida, es doloroso. Imagínate un niño que nace para ser feliz y con padres que lo protejan, pero algo ocurre en ese andar que no lo pueden tener. Además, a medida que crecen pueden aparecen esas conductas, y la familia tiene que estar preparada para afrontarlas", dice Petrić.
Que una adopción no resulte, no es impedimento para un nuevo proceso. Petrić, explica que el proceso de adopción es una situación caso a caso, es que es tan personal la relación que se genera con un niño, "que puede ser que en ese momento los padres no estaban preparados, lo que no quita que en otro momento lo trabajen lo elaboren y vuelvan a pasar".
"Hablar de un 1,3% no es una cifra que nos alegra. Estamos interesados en estos fracasos, en ver cómo los mejoramos, cómo ampliamos nuestras intervenciones de acompañamiento a las familias que adoptan, y que el acompañamiento es más que preguntar, es algo más profundo, es que el terapeuta esté dispuesto a caminar al lado tuyo", sostiene Petrić.