¿Cuántas personas se han contagiado de coronavirus en Chile?
Las infecciones por SARS-CoV-2 superarían por mucho lo reportado según los casos confirmados por la autoridad, dice investigador de la U. de Talca, Carlos Villalobos. El virus tiene un amplio espectro de manifestaciones clínicas con casos de extrema gravedad a asintomáticos. Ante eso un grupo significativo de personas no se hace test, en especial los con sintomatología leve o asintomáticos.
Tomar la “temperatura” a la pandemia, sus avances o retrocesos, tiene a los contagiados diarios y la tasa de positividad como principales instrumentos. El primero, es la cifra total de personas que han sido diagnosticadas con Covid-19 en las últimas 24 horas, y la segunda, el porcentaje de pruebas PCR que resultan positivas al coronavirus, la que se estima ubicando en el numerador el número diario de casos de confirmados, y en el denominador la cantidad total de pruebas PCR realizadas en el mismo día.
Luego de más de dos años, se volvió una costumbre esperar el anuncio de su evolución. Y no da igual lo que se informe. Que esta semana, por ejemplo, se reportaran entre 9 mil a 15 mil casos al día, junto con una positividad que desciende a números cercanos a 10%, sin duda hablan de un panorama muy diferente al que se tuvo en febrero. El segundo mes de 2022 tuvo un récord de contagios confirmados. El 11 de febrero, el Ministerio de Salud confirmó 41.651 contagios diarios, la cifra más alta en toda la pandemia.
Son esas cifras, junto con el número de fallecidos, las que permiten hablar de un mejor o peor avance de la crisis sanitaria.
Sin embargo, la tasa de positividad como medida de control de la pandemia, presenta debilidades. Es un indicador que fluctúa según la cantidad de PCR que se realicen en zonas donde hay mayor o menor circulación del virus.
Por otra parte, los casos que se informan también puede ser un indicador sesgado, porque depende de la cantidad de PCR. No todos los infectados se realizan test, ya sea por que son asintomático o por transitar una enfermedad muy leve. Así lo plantea, Carlos Villalobos, Doctor en Economía de la Universidad de Göttingen en Alemania y académico en la Universidad de Talca.
Más contagios que infecciones confirmadas por testeo
Considerando esos aspectos, Villalobos indica que el virus se mueve en la población de una manera que no conocemos. “Y la única forma de saberlo es a través de los test, que se aplican de una manera que la autoridad controla y así conocemos la cantidad de casos confirmados. Pero la cantidad de personas contagiadas por SARS-CoV-2 es estrictamente mayor a los casos que se informan porque hay un porcentaje importante de personas asintomáticas y también un número de personas con síntomas leves que no se hacen examen PCR, que pasan la infección como con un resfrío”.
La infección por SARS-CoV-2 tiene un amplio espectro de manifestaciones clínicas muy diversas. Ante eso muchas personas pueden que no se realicen pruebas al ser asintomáticas o estar infectadas presentando síntomas leves.
No existe además una estimación de la cantidad de personas que tuvieron virus y no se le hizo el test. Eso sin considerar, dice Villalobos la evidencia de que algunos test pueden dar falsos negativos.
“La tasa de positividad depende de la cantidad de exámenes hechos y estos dependen de cuantos exámenes se toman y dónde se toman”, dice Villalobos. Y cantidad casos confirmados es por regla general mucho menor que la cantidad de infecciones reales por SARS-CoV-2.
La tasa de positividad puede ser alterada por la dinámica de testeo y no necesariamente por cambios en la propagación del virus. Villalobos afirma que “podría darse el caso que la autoridad quisiese bajar la tasa de positividad reportando más exámenes en zonas en donde el virus no circula con tanta intensidad”, añade.
Estudios seroepidemiológicos
Por ello, en otros países para estimar la magnitud de la población infectada por SARS-CoV-2 y acercarse al número de cuántas personas han estado en contacto con el virus, se realizan los llamados estudios seroepidemiológicos (respuesta serológica tras la infección por SARS-CoV-2). Investigaciones que son poco frecuentes, dice el investigador porque implican muchos recursos y esquemas de testeo con representatividad a nivel país.
Estos estudios reportan cifras de contagio mucho mayores a cifras de infecciones confirmadas mediante el testeo. Esta herramienta permite evaluar la extensión de la epidemia, dada la existencia de casos asintomáticos y de personas que no se realizaron un test para detectar si estuvo expuesta al SARS-CoV-2.
Uno de ellos fue el estudio ENE-COVID de España. Realizado en 2020, “al 11 de mayo detectó 2.350.000 infectados cuando los casos confirmados y difundidos por los medios llegaba a 210.000″, indica.
Paralelamente, en una investigación realizada por Villalobos y publicada el 25 de septiembre de 2020, el académico estimó 2.310.000 casos a la fecha en dicho país. Cifra mucho más cercana a lo reportado por el estudio ENE-COVID en España que indicó la cantidad de población que a esa fecha estuvo expuesta al SARS-COV-2.
Debido a esta evidencia, el académico plantea que es necesario reconocer que la “cantidad de infectados sobrepasa notoriamente a la cantidad de casos confirmados, que existe una cantidad importante de población asintomática que contrae el virus, pero no es detectada y que la cantidad de exámenes se revela como insuficiente en relación a la velocidad de circulación del virus”. En términos relativos, asegura, “el testeo es insuficiente”.
En el mismo estudio realizado por Villalobos, publicada en Frontiers in Public Health importante revista de salud pública de nivel internacional, previo a la vacunación, el académico estableció que en Chile se detectaban uno de cada cuatro a uno de cada seis casos. “Ese fue el patrón antes de las vacunas. Eso significa que la cantidad diaria de infectados, a modo conservador, debería multiplicarse por seis o por cuatro″, indica.
Así, por ejemplo, si el 28 de octubre de 2020, si se informaron 2.205, los que al multiplicar por seis habría dado 13.230 casos, y por cuatro, 8.820.
Si se considera esa diferencia, Villalobos indica que “el Estado debería publicar un rango de nuevos casos de contagios y también informar si el plan paso a paso se hace pensando en ese rango o solo en la cifra de infectados confirmados diarios”.
En ese sentido desde el punto de vista de la salud pública, el investigador plantea que comunicar, por ejemplo, 15.735 nuevos contagios Covid-19 (jueves 17 de marzo) es muy distinto a informar que habrían alrededor de 160 mil casos.
“Desde la perspectiva de la salud pública, es preferible ofrecer una cifra de contagios vagamente correcta a una cifra precisamente sesgada”, indica. Y agrega que “el restringir el problema a los casos confirmados y no centrarse en una estimación aproximada y anclada en los datos objetivos, como el de mortalidad usado en mi artículo, no ayuda a que la población tenga una asertiva percepción del riesgo que implica abandonar las medidas de autocuidado”.
Así, la cifra total informada de personas que han sido diagnosticadas con Covid-19 en el país y que alcanza a las 3.368.704 (informe 18 de marzo), sería mayor. “Un supuesto conservador es tomar la tasa de detección del 0.25 que tuvimos durante 2020 y proyectarla ahora. Y eso implicaría multiplicar los 3.35M por cuatro”. Según ese cálculo la población infectada superaría a la fecha los 13 millones, muchas de ellas, dice “re infecciones y por lo tanto menos letales”.
“Pero por las vacunas y la baja en la mortalidad de los casos, la población infectada que sostiene la cantidad actual de fallecidos debería ser aún mayor que en un contexto sin vacunas. Así que eso puede significar que no sería irreal pensar que la tasa de detección podría ser 0.2 o menos quizás. Y eso significaría multiplicar los confirmados por 5 o más”, sostiene.
Tener como referencia solo los casos confirmados, dice “es como pretender que la Luna no existe cuando no se ve”. El investigador añade que indicadores científicos no deberían depender de los esfuerzos de testeo, “porque estos varían en el tiempo y por tanto pueden estar afectados por decisiones políticas”.
“Existen indicadores mejor anclados que no se pueden manipular, en este caso del reporte de mortalidad. Antes de las vacunas si se infectaban 1.400 personas la esperanza es que una de ellas falleciera. Pero con las vacunas ese número de infectados requeridos para que fallezca una persona podría ser bastante mayor”, dice Villalobos.
En un escenario con vacunas, debido a la caída del número de fallecidos debido a estas, es probable que la cantidad de infectados pudiese ser aún mayor que la reportada por su estudio de 2020. “La idea subyacente es que, en un contexto de vacunación masiva, como ha sido el caso de Chile, la población infectada que esta detrás de el conteo de fallecidos, debiese ser aún mayor”.
Quedan muchas preguntas aún sin responder. Si se continuará viviendo con el virus, Villalobos sostiene que el mensaje debería ser pro vacunación. “Falta que la comunidad posea más información, como saber diariamente cuántos de los fallecidos se reportan dependiendo de su grado de vacunación y comorbilidad”.
La pandemia no termina. Y se requiere, subraya, que más información sobre la mortalidad y comorbilidad esté disponible según el cumplimento de los esquemas de vacunación de la población.
“Falta más agilidad para que los científicos hagan su trabajo. De todas maneras la pregunta es con qué base de contagios se ha estado trabajando. En los planes de trabajo del gobierno y de la comunidad científica es fundamental que se considere la estimación total de los contagios, esto es, además de los casos confirmados, trabajar en un estimado de los asintomáticos y aquellos que, a pesar de haber estado en contacto con el SARS-CoV-2, no fueron detectados por un examen. De lo contrario los planes de contención de la pandemia y las decisiones de autocuidado de la población se basarán en una población de infectados subestimada”, advierte Villalobos.
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