¿Cuánto confían los escolares chilenos en sus compañeros?
Estudio de investigadores del CIAE U. de Chile a 3 mil escolares de cuarto básico de 135 establecimientos educacionales indagó en sus niveles de confianza hacia sus compañeros y hacia desconocidos.
El estudio de cuán confiados somos en relación a otros y otras es de gran relevancia en el área de las ciencias sociales y valores ciudadanos, puesto que da cuenta de algunos elementos cruciales para la sociedad, como son cierta seguridad de que las cosas funcionan; así como una dimensión interpersonal, que requiere de transparencia y honestidad, cuyo quebrantamiento tiene, en general, consecuencias más profundas y duraderas.
Este último aspecto es el “pegamento” indispensable para que las instituciones, entendidas como una mente colectiva, funcionen adecuadamente.
Ahora bien, las investigaciones distinguen entre la confianza hacia grupos cercanos (parientes, amigos y conocidos, llamado endogrupo) y la confianza hacia desconocidos (exogrupo). Por lo general, la primera es mayor que la segunda.
¿Cuánto confían los escolares chilenos en sus compañeros?
La confianza hacia los conocidos está relacionada con la biología evolucionaria, pues tiene que ver con la necesidad de colaboración dentro del grupo cercano. Para la confianza hacia desconocidos, hay quienes sostienen que ésta no es una simple proyección de la confianza en el endogrupo, sino que requiere de vías propias para desarrollarse, es decir, de ciertas condiciones económico-sociales y culturales para que las personas aprendan a confiar en desconocidos. “Es lo que permite vivamos junto con millones de personas, y no en las condiciones ancestrales de solo hasta cerca de 150 individuos (conocido como el número de Dunbar)”, explica Roberto Araya, uno de los autores del estudio.
En la quinta versión de la Encuesta Mundial de Valores (WVS), que abarcó a 50 países, se midió por primera vez la confianza en el endogrupo y el exogrupo.
En Chile, se aplicó en 2018 y encontró que la confianza hacia los vecinos es de 65,9% (versus 71,1% de promedio de los países que participaron del estudio) y que la confianza hacia terceros desconocidos se estima en 34,1%. (versus 37,4% promedio WVS).
Sin embargo, la confianza ha sido poco estudiada en niños. “Chile no sólo aparece a nivel mundial como un país con bajo nivel de confianza hacia los otros (como se aprecia en la encuesta mundial de valores WVS), sino que ella ha disminuido en los últimos años, como lo reporta el Informe sobre el desarrollo humano en Chile 2024 del PNUD, que da cuenta que la confianza interpersonal baja de 34% en 2016 a 15% en 2024, el valor más bajo desde que se empezó a medir en 1999″, afirman Roberto Araya y Pablo González Vicente, autores del estudio.
En ese contexto, un estudio de investigadores del CIAE de la U. de Chile analizó en 3 mil escolares de cuarto básico de 135 establecimientos públicos y subvencionados de la Región Metropolitana cuánto confiaban en compañeros de curso (endogrupo) y en escolares de otros cursos, a quienes no conocían (exogrupo).
Para ello, se le entregaron a cada uno banderas virtuales (a las que están acostumbradas y las valoran, porque las reciben en el laboratorio de matemáticas como premio por resolver problemas y por ayudar a compañeros).
En este juego se les preguntó cuántas banderas estaban dispuestos a donar a un pozo con sus compañeros de curso y cuántas podían dar a un pozo compartido con otros escolares de colegios no conocidos. Todo ello considerando que esperaban que los otros participantes también donaran banderas, pues el total acumulado se doblaba automáticamente y luego se repartía en partes iguales para todos. Es decir, un estudiante obtiene la mayor ganancia cuando los demás donen todo.
En el peor caso el/la estudiante dona todo y nadie más lo hace. Esta última posibilidad despierta la desconfianza en los demás. Por esta razón, uno dona más cuando confía más que los otros también donarán y no se comportarán de manera egoísta. Este instrumento de medición es conocido como el “juego de bienes públicos” en la literatura.
En el estudio, se encontró que, en términos generales, uno de cada 3 escolares confía mucho en sus compañeros y uno de cada 6 confía en desconocidos.
El 65% de los niños está dispuesto a dar al pozo común la mitad o más de las banderitas que les entregaron, lo cual se puede interpretar como que confía en sus compañeros (o, al menos, que hay mayor confianza que desconfianza en ellos).
En cambio, sólo 41% estuvo dispuesto a dar la mitad o más de sus banderitas al pozo común con alumnos de otros colegios. Incluso, un tercio de los estudiantes no quiso dar ninguna bandera al pozo compartido con otro colegio. “Esto demuestra que, al igual como lo han mostrado los estudios realizados en adultos, la confianza hacia los conocidos es mayor que hacia los desconocidos y apoya la tesis que la confianza en el exogrupo requiere de ciertas condiciones para desarrollarse”, explica Pablo González Vicente, uno de los autores del estudio.
Los investigadores explican que, si los dos tipos de confianzas dependieran de los mismos factores, la distancia entre ellas sería mucho más pequeña y la correlación entre ambas mucho más alta. Uno de esos factores podría ser la edad, como lo confirman numerosos estudios que han encontrado que las conductas prosociales crecen con la edad.
También se encontraron diferencias significativas por género: los niños puntúan más alto en ambos tipos de confianza que las niñas, en especial en el grupo cercano. Adicionalmente, se encontraron diferencias respecto del tipo de establecimiento: los estudiantes de los establecimientos municipales puntúan más alto en la confianza hacia los otros, ya sean los compañeros/as de su propio curso o alumnos/as desconocidos de otros colegios.
“Esto muestra que hay elementos generales en la institución escolar que afectan la confianza, como la tradición gremial de los docentes de los colegios públicos, el tipo de familia que escoge este tipo de educación o la naturaleza más diversa de ésta. Aunque no es posible por ahora esclarecer las causas, lo importante es que esto muestra que existen factores que pueden hacer una diferencia, aumentando el nivel de confianza en los estudiantes”, dice Pablo González Vicente.
Por último, se encontró que los factores más influyentes son los rasgos de personalidad: los estudiantes más amables y los estudiantes más concienzudos, mostraron una notoria mayor confianza, tanto en el grupo cercano como con terceros desconocidos. También influyen, aunque en menor medida, la tendencia a la extroversión y la apertura a la experiencia.
“Con este estudio, hemos dado un primer paso para comprender mejor cómo se desarrolla esta actitud en edades tempranas. Al medir la confianza revelada a través del comportamiento, podemos obtener una visión más completa de este constructo y disponer de una herramienta para evaluar la eficacia de diferentes estrategias pedagógicas que fomenten la prosocialidad”, señalan los autores.
De esta forma, el estudio busca, en última instancia, contribuir a la construcción de una sociedad más cohesionada y colaborativa. “Como muestra este estudio, la confianza en el grupo externo requiere de ciertas condiciones sociales, culturales e institucionales para desarrollarse, pero es también un gran desafío educacional. Nuestro estudio subraya la enorme importancia de fomentar la confianza en general, para mejorar la convivencia en nuestra sociedad”, afirman Roberto Araya y Pablo González-Vicente, del CIAE y del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la Universidad de Chile.
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