Cualquier persona puede en algún momento presentar una conducta riesgosa de consumo de sustancias de cualquier tipo. Píldoras, comida, adicción al sexo, adicción a las compras, adicción al juego, entre otras, las que muchas veces se inician de manera inconsciente para controlar la ansiedad. Ansiedad que en tiempos de cuarentena y el temor a una enfermedad como el coronavirus, es alta.
Los niveles de estrés actuales son sin precedentes: pandemia, aislamiento físico, pérdida de trabajo, enfermedad, la muerte de seres queridos, incertidumbre, agotamiento. La lista es amplia.
Ante el estrés se puede ser más vulnerable a ese tipo de comportamiento. Ocurrió en países como España y Estados Unidos, que vieron disparadas sus ventas en especial de un producto: alcohol.
El Ministerio de Agricultura, en España, reveló que la compra de cerveza aumentó en marzo. Al comparar los datos con 2019, el alza fue de 86,5%. En el caso del vino, ese crecimiento fue de 73,4%, y en general, la venta de bebidas alcohólicas se incrementó en 93,4%.
En Estados Unidos, las ventas de bebidas alcohólicas aumentaron 55% en marzo, según la firma de investigación de mercado Nielsen y las ventas en línea de alcohol aumentaron 243%.
Hoy los llamados Zoom happy hours ya son parte de la cotidianidad. Lo mismo ocurre con las publicaciones en redes sociales como Instagram, de personas con una copa de vino.
El peligro de usar alcohol para combatir la ansiedad, la soledad y el dolor está en su punto más alto. Pero además cuenta con una ventaja de acceso, es más fácil que llegue a casa gracias a los servicios de delivery.
Pandemia y excesos
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una advertencia a mediados de abril sobre los peligros de beber en exceso durante la pandemia. “En momentos de bloqueo durante la pandemia de Covid-19, el consumo de alcohol puede exacerbar la vulnerabilidad de la salud, los comportamientos de riesgo, los problemas de salud mental y la violencia”, advierte el organismo, que llamó a los gobiernos a “aplicar medidas que limiten el consumo de alcohol”
¿Y en Chile? Para Carlos Ibáñez, jefe de la unidad de adicciones Clínica Psiquiátrica Universitaria de la U. de Chile, pese a que no hay datos actualizados en relación a los cambios en el patrón de consumo de alcohol, sí hay antecedentes de otros países que alertan de un alza, “y por los medios de comunicación y otras fuentes se tiene la percepción de que hay aumento del consumo”.
Algunas de causas son el aumento de la ansiedad y de la preocupación por lo que está ocurriendo. Se recurre al alcohol, dice Ibáñez, sin ocupar otros mecanismos que serían más efectivos para controlar esa ansiedad y hay más riesgo de desarrollar un consumo problemático. “El beber alcohol es más riesgoso cuando se utiliza para modificar un estado emocional que, por ejemplo, cuando se bebe en una celebración o en alguna circunstancia social. Si es para modificar sentimientos de malestar, en si es más riesgoso”, aclara.
El estrés esta relacionado en recaídas en personas con dependencia al alcohol. En el cerebro, explica Ibáñez, se activa el núcleo central de la amígdala que se conecta con la hipófisis, y se las glándulas suprarrenales liberan noradrenalina y corticoides. “En modelos animales de dependencia de alcohol una forma de hacerlos recaer es estresándolos”, explica. Y el alcohol actúa como un estimulante al dar un golpe de dopamina, que alivia la ansiedad y el estrés.
Otra razón que podría influir en el mayor consumo es que al estar en casa es más factible sentirse con la libertad de beber durante la semana, “se tiene que cumplir con menos formalidades y menos disciplina en el sentido laboral”, acota el psiquiatra.
Una adicción al alcohol demora un tiempo en establecerse, dice el experto, por lo cual quien empezó a beber con más frecuencia en el tiempo de confinamiento, no sería un adicto.
Pero, de todos modos, acota, puede ser preocupante. Al consumir alcohol las personas dejan de ocupar otras fuentes de manejo de estrés. Ibáñez señala que si eran estrategias conversar con un amigo o hacer deporte, o leer, entre otras cosas para ayudarar a manejar la ansiedad, “ahora si ocupa de una manera que se cree más fácil el alcohol, todas estas alternativas parecerán menos eficientes para manejar el estrés”. Además, el alcohol produce estrés de rebote luego de su consumo, "lo que aumenta ese malestar y por ende el estrés, por lo cual es muy fácil después necesitar más alcohol”.
Más violencia
Un consumo, que además, está asociado a violencia intrafamiliar. Situación que hoy se ve claramente, señala Ibáñez. “Se puede volver más violento al estar en un espacio reducido, y en una dinámica con conflictos, eso va a significar que esa interacción será peligrosa para su pareja, hijos, adultos mayores. Lo mismo pasa desde el punto de vista de los abusos sexuales, aunque la persona no tenga dependencia será más susceptible de tener esas conductas violentas”.
“Pero además en la pandemia actual, si una persona está con consumo de alcohol será más imprudente y al salir a la calle puede no cumplir con las medidas de protección, ponerse en riesgo a él y a la comunidad, todas esas consecuencias negativas son inmediatas, aunque no tenga una adicción”, detalla Ibáñez.
Una adicción es un patrón que se desarrolla con meses a años. En ese sentido, aclara el psiquiatra, una persona que ya presentaba de antes problemas con ese consumo, en este periodo verá cómo esos síntomas se exacerban. “Y el consumo problemático de alcohol es bastante frecuente en nuestro país, que se concentra en uno o dos días de la semana, llegando en la mayoría de esas veces a un estado de embriaguez”.
En Chile las cifras de consumo ya eran altas previo a la cuarentena y con un comportamiento riesgoso: se bebe esporádica, pero concentradamente, en solo 1,6 días.
Atendiendo a la realidad nacional, debiesen ser parte de las medidas de protección a la salud mental y del plan general para abordar la pandemia este tema, señala el psiquiatra. El alcohol incide negativamente. “Puede hacer que la gente se contagie más y que cueste manejar la concentración local del virus, y por la violencia y los abusos que van a generar más daños. Pero también se vincula con los suicidios, especialmente en casos de depresión y trastornos de consumo de alcohol”.
Los estudios son claros al establecer que mientas más caro sea comprar y más restricciones existan para hacerlo, las personas beberán menos. “Por eso, aunque no tengamos datos de cuál es el impacto del delivery, es una hipótesis razonable que a mayor facilidad de acceso será una facilidad mayor para el consumo”.
“El llamado es a no beber”, resalta Ibáñez. Y a manejar la ansiedad de muchas formas, como conversar con otros, hacer actividad física, mantener horarios estables de alimentación y sueño, no estar sobre expuestos a noticias, mantener contacto con seres queridos y considerar tiempos de descanso y distracción. Esas son actitudes, dice el psiquiatra, que hacen prescindible el consumo de alcohol.
“Si es que la persona decide beber, ojalá que no beba más de dos tragos al día y dejar dos días a la semana sin beber, son las recomendaciones de un consumo no riesgoso", acota el experto.
Se habla de un patrón no riesgoso, aclara, de una lata de cerveza, una copa de vino de 150 cc o 40 cc de un licor destilado. “Una piscola chilena implica dos unidades de vino estándar”, ejemplifica.
La Clínica Mayo establece normas de consumo moderado de alcohol en adultos sanos, como una copa al día para las mujeres y hasta dos copas al día para los hombres. Ejemplos son una cerveza (355 cc), una copa de vino (148 cc) y bebidas alcohólicas destiladas (44 cc).