Existe un ejercicio en redes sociales que estos últimos años se ha vuelto viral, y que a la vez, revela una gran deuda social con las mujeres. Se trata de buscar en internet cualquier nombre femenino junto a la palabra “hallada”. Los resultados arrojan noticias sobre mujeres asesinadas. Mujeres víctimas de femicidios, que en el mundo suman, lamentablemente miles, y en Chile, desde el año 2008 a la fecha, 567 (ver infografía).
En Chile cerca de 50 mujeres son asesinadas por hombres cada año en la última década. Así lo establecen las cifras del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género. En lo que va del año, según los mismos registros, al 20 de agosto de 2020, ya se registran 23 femicidios consumados y 73 femicidios frustrados.
Una cifra que no desciende. El sábado 22 de agosto el cuerpo de la carabinera Norma Vásquez fue hallado en el maletero de un auto de un motel de la ciudad de Linares. El ex uniformado Gary Valenzuela Ramos, imputado como el presunto autor del crimen, se encontraba con un sumario vigente tras la denuncia de intento de violación que interpuso la propia Vázquez. Tenía prohibición de acercarse a ella.
Masculinidad tóxica
Francisco Aguayo, es psicólogo e investigador en masculinidades, y subraya que se trata de un fenómeno que no disminuye. “Seguimos teniendo un femicidio por semana”, indica. Pese a que desde el Estado se han inaugurado más centros de acogidas, se hacen más campañas sobre el tema y hay más conciencia social, “no se logra aún un cambio, hay un tema pendiente”.
La masculinidad tóxica, es lo que está en gran medida detrás del fenómeno, detalla Aguayo.
“Es un tema súper complejo. En el fondo sabemos que muchos hombres tienen actitudes de género inequitativas, que son misóginos, que tienen discursos de odio hacia las mujeres, y en los tiempos modernos han encontrado mucho espacio en redes sociales, donde hay mucha promoción de discursos machistas, lo que es preocupante, donde se promueve un discurso binario y sexista”, explica Aguayo.
Un comportamiento que se ve claramente, dice el psicólogo, cuando salen noticias sobre violencia de género, en las que abundan los comentarios en que se culpabilización a las mujeres de la violencia, “un tema gravísimo y que se hace mucho”.
Un reciente estudio en Sudáfrica plantea que, en programas de prevención de violencia en hombres, se logran cambios de actitudes, señala Aguayo, pero solo en aquellos que ejercen violencia leve. “El cambio en las masculinidades más tóxicas es más difícil”, plantea Aguayo.
Sociedad machista
Constanza Schonhaut abogada de Corporación Humanas resalta que hay que entender la violencia de género como un problema estructural que tiene distintas dimensiones. Por eso, erradicarlo significa tomar medidas integrales, añade, “todo lo que tiene que ver con prevención, con los medios de comunicación, con la educación, ver cómo nos hacemos cargo de la violencia en redes”.
Schonhaut dice que hay que poner el foco en que vivimos en una sociedad machista, “no es solo un grupo de hombres los que ejercen violencia, es la forma en que reproducimos los estereotipos de género, la forma de vivir, el machismo está metido en todas las áreas de la vida social, sin desconocer que hay un tema a tratar con las masculinidades y una forma distinta relacionarnos entre las personas y los géneros”.
María Elena Santibáñez, académica UC y penalista especializada en violencia de género, señala que en la base del problema está que “Chile es un país tremendamente machista”.
El femicidio es la máxima expresión de la violencia de género. Y permea todos los ámbitos. “Persiste a diario en todas las áreas, en las instituciones armadas, en contexto familiar, en instituciones de salud, de educación. Y lamentablemente más que el tema punitivo hay un tema cultural que es muy fuerte y que ha costado bastante poder desarraigarlo, porque parece ser propio de la cultura, lo que no significa cruzarse de manos”, indica Santibáñez.
Sexismo y masculinidad tóxica
Al hablar de violencia de género el tema del enfoque es super importante, indica Mónica Peña, psicóloga y académica de la Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales. “Creo que lo punitivo no es lo más importante, de hecho, no sirve si no hay una cultura de cero tolerancia a la violencia de género”.
Las leyes sirven, destaca Santibáñez. “Con la modificación que se hizo recientemente con la Ley Gabriela, nadie pone en tela de juicio el femicidio, pero me parece que el tema de la violencia parte de ese concepto de que la mujer es propiedad del hombre, y eso esta super arraigado en todos los ámbitos, ni siquiera un tema asociado a poca cultura, es transversal, se ve desde los comentarios desubicados de colegas en el trabajo, es cultural”,
La académica de la Facultad de Educación de la Universidad Católica, Ana Luisa Muñoz, indica que entretejido cultural del femicidio se articula el desprecio, la discriminación y violencia naturalizada hacia la mujer “que hemos aprendido en nuestra sociedad, a través de la educación, la familia, y es alimentada por la televisión y los círculos sociales en los que nos desenvolvemos”.
Existe una cultura femicida. Una cultura, dice Muñoz, que normaliza y trivializa la violencia sexista “que van desde la bromas o chistes sexistas, hasta productos culturales como los videojuegos, la música, el cine, o los comentarios propios de una sociedad patriarcal androcéntrica, y que tienen su máxima expresión de violencia en el asesinato de una mujer”.
Es muy importante que haya políticas de promoción y de prevención en violencia de género. Por ejemplo, indica Peña, prevenir pasa por insistir en la existencia del problema, enseñar que hay vías alternativas a la violencia de género, trabajar mucho con posibles futuros victimarios, enseñar el autocuidado a posibles víctimas. “A la vez, eso es insuficiente si no hay promoción. Promover pasa por informar y educar a todos y todas acerca de los derechos de las personas y la importancia de un entorno sin violencia. El estado tiene mucho que decir acá, así como las universidades y otras grandes instituciones educativas”.
Por esta razón, es tan importante establecer alertas en comportamientos sexistas cotidianos, como son el control de la mujer o los celos. “También, en comentarios comunes como que ‘las mujeres deben cuidarse’ o ‘que los hombres deben controlar a su mujer’. Lo que dicen las diferentes reflexiones sobre sexismo, es que la violencia hacia la mujer requiere una comprensión cultural y social de nuestros comportamientos, y la forma en que los hemos aprendido”, añade Muñoz. Esto ayudaría a dimensionar el impacto que el sexismo tiene en las violencias que vivimos a diario.
Se necesita educación no sexista y trabajar con hombres en las escuelas, en los trabajos, trabajar el tema de acoso social y del consentimiento, agrega Aguayo. “Lo que representa un desafío doble porque hay que ver si los hombres de masculinidades toxicas responden bien a este tipo de programas o a otras cosas como canales de denuncia”.
Existe una deuda, indica Aguayo en el tema de las respuestas las instituciones y detección temprana, cuando hay indicios quienes tienen que detectar son las policías, la salud, y la educación, pero también las redes de familia, los lugares de trabajo. “La capacidad de respuesta de las instituciones es lenta e ineficaz, se requiere una buena respuesta por parte del Estado, tribunales, policía, y falta por avanzar en que exista más coordinación en los distintos servicios. En 20 años se ha invertido mucho en política y en servicios, pero teniendo todo eso sigue habiendo femicidios, hay poca respuesta”.
“El deber del Estado es prevenir, pero el debate está centrado en las sanciones. Sin embargo si no ponemos el eje en la prevención vamos a seguir viendo estos casos, si el objetivo es disminuir los casos es dónde se debe trabajar, porque desde que existe la ley los femicidios no hay disminuido”, subraya Schonhaut.