Parece una película de terror futurista, pero no lo es. Los microchips subcutáneos (que van bajo la piel) son una realidad y lo son desde 2006, cuando una empresa estadounidense de vigilancia insertó microchips RFID (identificación de frecuencia de radio) a empleados que trabajaban en el centro de datos confidenciales.
Hoy, el microchipping es una normalidad en varias partes del mundo, especialmente en la empresa privada. Aunque por el momento los usuarios se ofrecen de manera voluntaria a recibir los implantes, la Cámara de Diputados del Estado de Indiana, en EE.UU., decidió adelantarse y aprobó la prohibición de microchips obligatorios en áreas de trabajo el pasado 14 de enero.
Apenas del tamaño de un grano de arroz, estos implantes se inyectan en el espacio entre el pulgar y el dedo índice. También se les llaman chips pasivos, ya que no generan su propia energía, sino que se activan una vez son escaneados por un aparato que esté cercano.
Se ha estimado que, en el presente año, el mercado de microchips valga USD$ 17.75 millones.
¿Por qué utilizarlo?
En 2018, la empresa de Wisconsin, Three Square Market, hizo noticia por la implantación de estos microchips a sus empleados, lo cual les "permitiría hacer compras en el minimarket de su cuarto de descanso, abrir puertas, acceder a computadoras, usar la máquina fotocopiadora, etc.," según dijo la compañía en un comunicado de prensa. Hoy, más de 80 empleados en la empresa de 250 utilizan este sistema.
Primariamente enfocada en la instalación de máquinas dispensadoras de productos como alimentos y bebidas en espacios de trabajo, esta empresa ha incorporado servicios involucrando microchips destinados a pacientes con enfermedades mentales degenerativas, oficinas y fuerzas policiales.
Según explicó el presidente Patrick McMullan, en declaraciones a Technology Review, recibió la idea en un viaje a Suecia el 2017, donde más de 3000 personas particulares tienen chips subcutáneos para entrar a edificios y reservar pasajes de tren.
No es coincidencia que una de las empresas más grandes en fabricación de microchips sea de este país: Biohax International. Esta empresa ha instalado chips RFID subcutáneos a empresas en más de 20 países alrededor del mundo.
Su presidente, Jowan Osterlund, también tiene un implante RFID instalado, con el cual "puedo acceder a mi computador, abrir la puerta de mi casa, usar el tren, acceder a la oficina, impresora, casilleros y la cafetería, acceder a mi gimnasio, compartir mi LinkedIn, y acceder a información médica de emergencia," según dijo a Qué Pasa.
Un experimentado de las agujas, las cuales usa tanto para inyectar microchips como para hacer piercings (sigue siendo el presidente de la Asociación Sueca de Piercing Profesional), Osterlund tenía razones bien claras para emprender en esta tecnología: "La idea detrás de los implantes de microchip vienen de mi fascinación de la infancia por la ciencia ficción y juegos. La idea de optimizar el cuerpo siempre me ha fascinado desde entonces".
¿Cuáles son los riesgos?
Las reacciones que nuestro sistema inmune podría tener ante los chips es una de las preocupaciones que Ben Libberton, un microbiólogo sueco, tiene según explicó a Yahoo News.
El mayor riesgo, sin embargo, radica en los datos que contienen el chip. "Por el momento, los datos recolectados y compartidos por los implantes es pequeño, pero es probable que estos aumenten", dijo.
¿Tienen GPS estos chips? ¿Podrá rastrearme un jefe abusivo o un hacker que acceda a su información? Por el momento esta tecnología no ha llegado a ese punto. Los chips RFID subcutáneos no tienen GPS incorporado, ni puede el GPS incorporarse una vez instalados los implantes. Los aparatos rastreables necesitan una batería que pueda cargarse regularmente para funcionar (pensemos en las baterías que utilizan nuestros celulares), mientras que los chips RFID sólo se activan una vez que estén muy cercas de un lector.
"La mayoría de nuestros casos no requieren alguna forma de registro o entrega de algún tipo de datos personales aparte de los datos públicos que compartirías cuando le das a alguien tu tarjeta de presentación," dice Osterlund a Qué Pasa, "Nuestra configuración le da al individuo el libre albedrío de dónde, cuándo y si es que usar el implante".
"Todos los datos creados en la plataforma Biohax son propiedad del usuario y Biohax nunca mirará o compartirá estos datos con terceros, a menos que sea bajo una orden explícita por parte del usuario", reza la declaración sobre ética de la empresa.
¿Tendremos todos un microchip incorporado en algún futuro? La respuesta no parece ser un "sí o no", sino un "cuándo". Sí se considera el caso de Amazon, por ejemplo, que ya patentó una pulsera para rastrear a sus trabajadores en los galpones de trabajo y monitorear su efectividad, la respuesta no parece ser una gran incógnita.