Dan a conocer inéditas fotos de la enigmática mansión abandonada hace más de medio siglo en Santiago

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Alumnos colegio Tabancura en la mánsión abandonada. Crédito: Colegio Tabancura

Luego de que un incendio la dejara en ruinas, en los años 70 fue utilizada para diferentes actividades como clases de educación física o picnics. Solo bastaba con cruzar el río Mapocho en un puente creado a partir de un tronco de eucalipto.


Muchas personas se han preguntado durante más de 50 años cuál es la verdadera historia tras la enigmática y misteriosa mansión abandonada en el cerro Alvarado.

Ubicada en Vitacura (antiguamente Las Condes), la propiedad que comprendía un total de 100 hectáreas, está emplazada en la subida de Santa Teresita de los Andes, que une el sector de Tabancura con Lo Curro y La Dehesa (Lo Barnechea).

En los años 70 y 80 ese sector era prácticamente campo. Si bien existía urbanización y propiedades, la vida era otra. Los niños podían jugar en la calle, no estaba la Costanera Norte, y cruzar el río Mapocho era un panorama habitual, así como también, ir a explorar las ruinas de la antigua casona.

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Alumnos del colegio Tabancura en una image de medidados de los 70 en lo que quedaba de la antigua casona. Ese ese entonces tenía murallas. Crédito: Colegio Tabancura

Muchos colegios del sector la ocupaban como actividad para sus alumnos, tanto de manera recreativa como para clases de educación física, así como también vecinos del barrio. Es el caso del Colegio Tabancura, ubicado en los pies del cerro, junto al río. A la fecha no hay evidencias gráficas de cómo era la casa en sus tiempos mozos, solo existen registros de las ruinas.

Miguel Irarrázaval, exalumno del colegio Tabancura, fue quien rescató las imágenes de antiguos anuarios y álbumes del establecimiento, de mediados de los años 70. Relata a Qué Pasa qué pensaban del lugar en ese entonces, cómo era subir a las ruinas en horario de clases y más de alguna anécdota.

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Así lucían las ruinas. Actualmente no muestran gran diferencia, solo algunos muros. Crédito: Colegio Tabancura

“Yo sospecho que las imágenes las debe haber tomado quien fue el primer rector del colegio, Juan Cox, él siempre andaba con la cámara al hombro. Las fotografías deben ser más o menos del año 74, 75 y 76. Siempre la conocí en ruinas”, señala Irarrázaval.

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Niños jugando en las inmediaciones de la antigua casona. Crédito: Colegio Tabancura

Nuevas imágenes de la enigmática mansión abandonada en Vitacura

En aquella época en ese sector no habían cercos, ni murallas, “el colegio delimitaba contra el río, entonces en los recreos íbamos justamente al río o en las clases de educación física, íbamos a correr. Había un tronco de eucalipto que hacía de puente en el Mapocho, y después subíamos al cerro Alvarado. Era normal que como calentamiento nos mandaran a correr al cerro, a las ruinas de la casa”, revela.

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Se puede apreciar cómo era Santiago en ese entonces. Crédito: Colegio Tabancura

Según confiesa Irarrázaval, la publicación de la historia de la casa en este medio, completó un puzzle que siempre quedó sin terminar para los exalumnos, así como para otras personas que conocían o sabían de las ruinas, pero no tenían información de su origen, aunque, añade, “en aquella época, nadie se preguntaba, ni se cuestionaba de quién era la casona o qué le había pasado. No era tema”.

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Se aprecia el cerro Calán de fondo. Crédito: Colegio Tabancura

En esa época, a diferencia de cómo están hoy las ruinas de la antigua mansión, la construcción aún tenía las murallas, revela Irarrázaval. “También ocupábamos el puente colgante del Colegio Manquehue para subir al cerro. Muchas veces (como lo muestran las fotografía), subíamos como paseo también, era como un día de picnic, aunque no lo recuerdo bien”, añade.

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Ruinas de la antigua mansión. Crédito: Colegio Tabancura

La enigmática mansión abandonada de Cerro Alvarado

Posiblemente era la casa con mejor vista al valle de Santiago en aquellos años. Construida entre los años 20 y 30, en las primeras décadas del siglo XX, tuvo más de algún dueño, y por supuesto, muchas anécdotas e historias.

Originalmente pertenecía al empresario Mateo Delporte y luego pasó a manos de la familia García, a partir de 1946, quienes le realizaron algunas mejoras. El sitio comenzaba en el antiguo puente nuevo (hoy puente viejo), ubicado en Lo Barnechea, lugar que aún conserva el portón de hierro forjado, y llegaba hasta la actual subida de Santa Teresita de los Andes, donde estaba emplazada la casa, desde la cumbre hasta el río Mapocho.

Fernando Córdova, nieto de la antigua propietaria, Dolores García Madrazo, relata a Qué Pasa el origen y la historia de la casona. “Esa casa se usaba los fines de semana hasta que un grupo de hippies a fines de los años 60, entraron y la quemaron. Mi abuela Dolores García nunca quiso reconstruirla, ya que vivía en Buenos Aires. A un costado estaba la casa del cuidador, unas bodegas y una leoneras (utilizadas para pumas). Contaba con un camino para auto que partía en la entrada del puente nuevo... límite de la comuna”.

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Así luce la propiedad en 2023. Crédito: @provincianoenlaciudad

“Al morir el primer dueño de la casa, se hizo un remate privado principalmente con su familia. Mi abuela asistió también y dice la historia familiar que el martillero se la adjudicó sin más a mi abuela pensando que era una familiar. Hubo una gran revuelta y los familiares quisieron inmediatamente comprarle nuevamente la propiedad, incluso a un mayor precio. A mi abuela, que no tenía ningún problema económico, no le interesó”, revela Córdova.

Córdova, el nieto, prosigue. “Primero, porque la propiedad siempre le gustó, y segundo, siendo muy buena para los negocios inmobiliarios, sabía que seguiría aumentando su plusvalía. Don Mateo fue dueño también del campo al otro lado del río y su casa patronal era una que se conservó por muchos años a un costado de Avenida Las Condes (ver fotografía a continuación), un poco mas abajo de lo que era el Club de Campo Las Condes”, recuerda.

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Torreón de la propiedad de Delporte en Avenida Las Condes aún en pie. Crédito: @provincianoenlaciudad

“Del camino aún hay rastros. Había un puente muy bonito con una subida con muros hechos de piedra de cantera un poco antes de la Copec (frente a la Costanera Norte) que hace no mucho fue derribado, y servía para cruzar el canal Metropolitano que cruza el cerro desde poniente a oriente”, establece Córdova.

La enigmática mansión en ruinas hace más de 50 años

Con respecto a la distribución de las 100 hectáreas que comprendía la propiedad, colindaba con los terrenos de la familia Rabat y Goycoolea. “José Rabat tenía el campo hacia el poniente, lo que hoy es Santa María de Manquehue. Si no recuerdo mal, lo de los GoycoOlea sería al frente del cerro Alvarado. Si bien el cerro pertenece a Vitacura, siempre lo encontré raro porque parece más parte de Lo Barnechea o de Las Condes”, reconoce.

Córdova, además cree que su abuela era una de las pocas mujeres que manejaba en esos años (ver fotografía a continuación). “Subía en auto hasta la casa del cerro Alvarado los fines de semana en un camino estrecho, lleno de curvas, que no era para cualquiera. Española ella, viuda ya, llegó en 1918 al puerto de Valparaíso pedida su mano desde Chile por carta, como no era extraño en esos años, por mi abuelo, quien también había llegado desde la península años atrás. Una mujer fuerte, de carácter, visionaria, acostumbrada a negociar en un mundo de hombres y con una historia de vida interesante... mujer muy avanzada para su época, que a los 40 años quedó viuda, a cargo de un negocio próspero que hizo crecer aún más, y de toda una familia”, dice.

Su esposo fue Hilario López Cubas. Fue el primero en instalar una fábrica de Cloro en Chile aproximadamente en 1905. La bautizó Agua Cubas, nombre que se uso popularmente por décadas para nombrar en Chile al Cloro.

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"Esta foto debe ser del 48 más o menos posando en el auto con que subía hasta la casa", revela Córdova. Crédito: Fernando Córdova

La casa fue punto de descanso y encuentro de amistades, relata Córdova, porque era un lugar muy atractivo para hacer reuniones de fines de semana, sobre todo por las hermosas vistas que regalaban sus enormes terrazas, que algo se conservan al día de hoy. “A mediados de los 60 ella dejó Chile como residencia habitual, alternando Santiago, Mallorca y Buenos Aires, y la casa comenzó a habitarse cada vez menos, hasta que el nefasto incendio intencional del año 1968 hizo que nunca quisiera subir nuevamente y menos reconstruir la casa. Luego quedó abandonada y la gente la fue desmantelando”, añade.

“La administración quedó en manos de mi madre durante un par de décadas, donde las 100 hectáreas junto al Mapocho se hacían producir algo y a los restos de la casa subíamos de tarde en tarde hasta que la crecida del río de los años 80 arrasó con estas tierras y con parte del camino, que ayudado por el relleno artificial que fueron acumulando en la ribera sur, transformaron el lecho del Mapocho”, recuerda.

Entre mitos y leyendas: la enigmática mansión abandonada

Córdova revela otra anécdota de la antigua casona en cerro Alvarado, que contaba su abuela, “y también la escuché de la señora María, cuidadora por muchos años de la entrada, en una casita ubicada al lado de la puerta de hierro, que era donde se accedía a la propiedad. En ese entonces, el viejo “puente nuevo” era de una vía y de tablones”, señala.

“La leyenda zonal contaba que había una mina de oro en los faldeos. Esa historia debe remontarse al siglo XIX pienso o quizás más atrás... porque las personas locales más antiguas, gente que vivía en el pueblo de Lo Barnechea, la sabían. Y se agregaba a la misma leyenda después, que el señor Delporte había construido su casa en Las Condes con un torreón tan alto, como para instalarse con un catalejo a vigilar la supuesta entrada de la mina”, señala Córdova, aunque otras versiones indican que el torreón era para ver las estrellas.

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Vista de la antigua casona desde un dron. Crédito: @provincianoenlaciudad

Leyendas románticas porque nunca se supo de nada, establece Córdova. “A mi padre, que era ingeniero en minas, nunca le escuché decir nada al respecto. Recuerdo que en el camino a la casa del cerro, habían unas cuevas donde se quemaba, muchas décadas atrás, espino para hacer carbón, y nosotros cuando niños imaginábamos que cualquiera de esos hoyos podía ser la entrada a la mina misteriosa... Cosas de la fértil imaginación infantil”, reconoce.

Córdova pone sobre la mesa (ver fotografía a continuación) un reportaje correspondiente a 1927, donde se puede observar al antiguo propietario de la casa, Mateo Delporte, cargando un puma recién cazado. “Esta foto el día de hoy hubiese sido un escándalo. Ello confirma que efectivamente tenía una relación estrecha con los pumas, y de ahí porque cuando se compró la casa tenía esas leoneras... otros tiempos, otra forma de ver. Años en que se pensaba que los recursos naturales y la vida silvestre eran inagotables”, señala.

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Publicación de 1927. Foto enviada por Fernando Córdova.

En 2011 el terreno de la casa fue vendido a una constructora para proyectos residenciales (edificios), los cuales aún no se concretan, ya que las ruinas siguen en el lugar. “Lamentablemente, donde estaba la casa, yo pienso que irá si o si un edificio, ya que es un balcón privilegiado e impresionante con vista a la cordillera y al valle de Santiago... cada vez más difícil de ver con tanta polución. Están comenzando a urbanizar y ya parte del antiguo camino se destruyó”, señala

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