David Shahar alcanzó fama global la semana pasa, cuando un estudio suyo advertía sobre el crecimiento de una especie de cuerno en la base del cerebro, por el repetido uso de celulares.
La nota fue publicada por The Washington Post que tituló el artículo con "Nos están creciendo cuernos en el cráneo y la culpa la tienen los teléfonos móviles, según un nuevo estudio", mientras la BBC apuntó "Cómo la vida moderna está transformando el esqueleto humano".
Sin embargo, apenas una semana después del mediático estudio, nuevos reportes de prensa, pero sobre todo, el escepticismo de muchos especialistas, están cuestionando severamente la validez de la investigación.
John Hawks, profesor en el Departamento de Antropología de la Universidad de Wisconsin-Madison, dijo a CNN este estudio carece de detalles y que existen contradicciones entre el texto y los cuadros.
Mariana Kersh, profesora asistente en el Departamento de Ciencias Mecánicas e Ingeniería de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign dijo que "definitivamente no hay causa y efecto demostrados en este estudio", agregando que "la hipótesis sobre la función del uso del dispositivo es solo especulativa y no se basa en ningún dato presentado en este estudio".
Las dudas nacen porque Shahar es médico quiropráctico y posee una clínica de rehabilitación en Australia, y los 1.200 voluntarios reclutados para su estudio, publicado en la revista Scientific Reports, provienen de esta clínica traumatológica.
Además, Sahar vende almohadas terapéuticas a través de la página web de su clínica de rehabilitación. Sin embargo, después que estallaran los cuestionamientos a su trabajo científico, el sitio web ya no promociona estas almohadas, según informó el sitio Quarz, que añade que el portal australiano de la clínica, sin embargo, todavía tiene disponible la almohada torácica que promocionan, pero que ahora tampoco está disponible.
Quarz entrevistó vía correo electrónico al médico, a quien le preguntó acerca de este conflicto de intereses, pero Shahar replicó que durante todos los años que duró su investigación científica, no participó del negocio vinculado a la clínica, el que sería manejado por su esposa, y por otros socios.
"He estado inactivo en gran medida en ese frente durante los años de mi investigación, y este estudio no analiza ningún método de intervención particularmente relacionado", dijo Shahar a Quarz.