De 4 hermanos y 16 primos, a hijo único y un solo primo: la dramática reducción de las familias
La continúa disminución de los grupos familiares traerá radicales consecuencias futuras: una mujer que nazca en 2024, probablemente morirá sola.
Claudio Garín (55), se crio en una familia grande. Considerando solo su familia directa, entre sus padres, tíos, hermanos y primos, sumaban 35 personas, al que si sumaba la familia de los hermanos de su abuelo paterno podía sumar otras 27 personas.
“Eran otros tiempos”, reconoce, hoy con una familia bastante mas reducida: solo tres hijos, el mayor de 28 años y muy lejos de tener planes de tener sus propios hijos, una realidad muy distante a la de su niñez en los años 70 donde todo se hacía en familia, en grupos, padres, abuelos, tíos, sobrinos y nietos compartiendo la comida y las labores de esa ‘minga’ donde todos aportaban lo que fuera para todos ya fueran cumpleaños, aniversarios o cualquier fecha importante “siempre nos reuníamos todos en grandes mesas”.
Lo mismo sucede con Cristián (seudónimo) (78), quien recuerda su niñez y juventud acompañado por la familia, en especial de sus 11 hermanos y hermanas, con los que jugaba y compartía, sumado a todas las familias de sus tíos, que por cada lado sumaban cinco cabecillas de familia, por lo cual las juntas familiares de domingo por lo bajo tenían 20 integrantes, contabilizando a sus abuelos que aún vivían.
Las mesas grandes también es lo más recordado, a pesar de las separaciones generacionales, la vida se compartía en familia, que se entendía como conexión de lazos sanguíneos. Con el pasar de los años Cristián formó su propia familia, que solo contempla a dos hijos y cuatro nietos, “y quizás en unos años más se podría llegar a ver un bisnieto”, una realidad muy distinta a los años 50-60 en Chile.
De 4 hermanos y 16 primos, a hijo único y un solo primo: la dramática reducción de las familias
Las familias se están reduciendo en todo el mundo. Una niña nacida en 2024 apenas tendrá hermanos o primos. Su familia será más larga porque podría conocer a todos sus abuelos y a la mayoría de sus bisabuelos. Si las tendencias actuales continúan, esa misma niña podría tener un hijo único o ninguno. A sus 35 años, su red familiar será la más pequeña de los tiempos modernos. Y si muere, ya muy anciana, probablemente lo hará sola, según un estudio publicado en la revista PNAS,.
Desde los años 50 se observa una disminución global del tamaño de la familia, entendida como la red de parentesco formada por el número de bisabuelos, abuelos, padres, hijos, nietos y bisnietos vivos, a la que también hay que sumar tíos, primos y sobrinos.
De acuerdo a la investigación, una mujer de 65 años en 1950 podría esperar tener 41 parientes vivos, se proyecta que una mujer de 65 años en 2095 tendrá sólo 25 parientes. Esto representa una disminución global del 38%. También se espera que cambie la composición de las redes familiares: el número de abuelos y bisabuelos vivos aumentará notablemente y el número de primos, sobrinos y nietos disminuirá.
Jaime Garrido, sociólogo y director de Investigación y Postgrado Universidad de la Frontera (UFRO), explica que en las últimas tres o cuatro décadas, se han producido transformaciones económicas, sociales y culturales de gran magnitud con implicaciones directas en la evolución de las estructuras familiares.
Desde una perspectiva sociológica, este fenómeno se ha interpretado en el contexto de procesos modernizadores que conllevan una mayor diferenciación funcional. “Esta diferenciación, entre otras cosas, ha dado lugar a la fragmentación social y a la pérdida de valores propios de las estructuras comunitarias, como la solidaridad y la cohesión social, abriendo paso a una sociedad cada vez más individualizada”, dice.
Cómo han ido a la baja las familias en la sociedad
Hoy, concebir familias numerosas “resulta prácticamente inverosímil; es algo ya bien instalado en la sociedad”, enfatiza el sociólogo UFRO. De hecho, agrega, desde hace bastante tiempo, la oferta inmobiliaria ha establecido un estándar de no más de tres dormitorios, independientemente del nivel de ingresos o estrato al que haga referencia la oferta. Por lo que el relato de familias numerosas es algo que acompaña a las generaciones mayores.
Las juntas familiares para Garín en la actualidad se dan a nivel de padres, hijos y nietos, pero donde la mayor independencia de las nuevas generaciones hace que juntas familiares entre primos, por ejemplo, se hagan mucho más difíciles de lograr y con una frecuencia mucho menor.
“Con mis hijos ir a ver a los abuelos, es muy difícil, sobre todo juntarlos, entonces todo se reduce a un almuerzo u once” añade el padre de familia.
En el Censo 2017 se señala que, si bien la cantidad de hogares aumentó, su tamaño promedio ha disminuido en las últimas décadas pasando de 4,4 personas por hogar en 1982 a 3,1 en 2017.
Las cifras también dan cuenta que han cambiado los arreglos familiares, ya que los hogares clasificados como “nucleares” -definidos por la presencia de al menos un progenitor e hijos(as)- son todavía el tipo predominante en nuestro país con un 54,1% a nivel nacional. Sin embargo, el porcentaje de hogares biparentales, es decir, donde están ambos padres presentes, ha disminuido en favor de los monoparentales, que pasaron de ser el 8,6% en la medición de 1992 a 12,7% en el último Censo, misma realidad constatada para los hogares unipersonales que pasaron de 8,5% a 17,8% en el mismo periodo.
En relación a la Tasa Global de Fecundidad (TGF), que se interpreta como el número de hijos promedio que tendría una mujer durante su vida fértil (15-49 años), de acuerdo a cifras de INE, en 2019 fue de 1,44 hijos, encontrándose bajo el nivel de reemplazo generacional estimado de 2,1 hijos promedio por mujer.
Paola Contreras, Dra. en Sociología y académica de la Universidad de Tarapacá, explica que efectivamente la realidad chilena ha cambiado las últimas décadas, ya que por un lado tenemos familias que tradicionalmente se han estructurado y construido desde una lógica heterosexual, la familia nuclear tradicional, pero la composición familiar actual también ha tenido variaciones en cuanto a los miembros.
Tenemos familias tanto heterosexuales como homosexuales, con el reconocimiento por ley del matrimonio de personas del mismo género. Eso es un cambio en la composición de la realidad de las familias chilenas y también en cuanto a la cantidad de hijas e hijos que tradicionalmente la sociedad, las familias chilenas tenían.
Retrasar la maternidad
En la década de los 60, la sociedad chilena aún experimentaba una transición hacia una sociedad urbana donde persistían ciertas prácticas de la cultura agraria, en la cual tener muchos hijos era la norma. “La disminución en el tamaño de las familias se explica por diversos elementos del proceso modernizador, siendo los dispositivos de control de la natalidad y la incorporación de la mujer al trabajo los más destacados”, comenta Garrido.
Uno de los factores en cuanto a la cantidad de miembros en la familia, está relacionado al retraso en la edad para tener hijos. Hoy día ser madre es una dificultad añadida a las mujeres para que se puedan desarrollar laboralmente, y eso ha llevado a atrasar la edad para ser madres y también para decidir no serlo. “Las familias toman esta decisión y eso ha llevado a una disminución en cuanto a la cantidad de hijos e hijas en las últimas décadas” explica la dra. en sociología.
Asimismo, lo observado en países con niveles de desarrollo diferentes a Chile, sugieren que, frente a redes familiares debilitadas, se generan espacios públicos más robustos, con mayor vida comunitaria y asociativa. “Las democracias tienden a ser más saludables a medida que aumenta la participación e interés en lo público” dice el investigador UFRO.
Además, otro factor que se agrega a la decisión de concebir, es que en la actualidad se ve el hecho de tener una hija o un hijo como un gasto, lo que se asocia a todas las dificultades relacionadas a los pagos por una salud y educación de calidad, y que incluso los espacios para recreación se deben pagar. “Con el tiempo, efectivamente esta tendencia va a ir en aumento y traerá consecuencias en el cambio demográfico”, añade Contreras.
No obstante, estamos lejos de un cambio de roles, ya que la responsabilidad de la crianza de los hijos sigue recayendo mayoritariamente en la figura femenina, a pesar de que ahora estas madres son personas empoderadas con proyectos de vida autónomos que desafían la estructura clásica, inequitativa y patriarcal.
Envejecimiento de la sociedad
La investigadora de UTA, vivió 11 años en España, donde pudo apreciar los cambios demográficos que se viven en consecuencia a la disminución de la natalidad: el envejecimiento de la población.
Una realidad que trae consecuencias económicas asociadas a por ejemplo, cómo el Estado se hará cargo de las pensiones, de las viviendas o residencias para personas mayores, y el preocuparse de que las enfermedades van en aumento en este rango etario.
“Efectivamente la reducción o cómo se va reduciendo la familia en términos de cantidad tiene un efecto a mediano y largo plazo del envejecimiento de la familia”, enfatiza Contreras.
Otro factor que cae como consecuencia de esta realidad es que al disminuir la familia, se reduce la población y las personas tienen más posibilidades de terminar solas sus vidas, ya que la haber menos hijos cabe la posibilidad de una emancipación mayor, y de dejar a los padres y abuelos más solos en su vejez. Un problema, que la especialista recalca es momento de que se establezca cómo hacernos cargo.
Este cambio nos conduce hacia un esquema demográfico, donde las redes de protección y cuidado ya no se limitan exclusivamente a la familia. La figura del adulto mayor sólo es una condición natural de este proceso, por lo cual la “existencia y desarrollo de políticas públicas de cuidado se erigen como uno de los grandes desafíos para el Estado, siendo la discusión sobre un nuevo sistema de pensiones y mejoras en la salud una reflexión crucial para el futuro del país”, comenta Garrido.
“Nueva familia”
No solo ha cambiado el tamaño, sino también la tipología y composición de las familias. Desde la aprobación del matrimonio igualitario, se ha observado un aumento en las familias del mismo sexo. Además, la edad promedio de matrimonio ha experimentado un aumento de casi diez años, pero lo más notable es el incremento en la prevalencia de hogares monoparentales.
En este contexto, hay familias notablemente diferentes a las de décadas anteriores en cuanto a su número, con implicaciones muy significativas, especialmente en la disminución de la capacidad de la familia para ser una red de colaboración, apoyo y protección.
También, ha ido cambiando en la manera en la cual se establece en estas relaciones, donde hay dinámicas que antes no se veían, como la manera en la cual uno se relacionaba con sus familias, la manera en la cual, por ejemplo, se han ido transmutando roles de género y las mujeres hoy día no son solo personas que están destinadas en el espacio doméstico, y la maternidad.
Esta realidad, donde la población envejece más, genera demandas que quizás antes eran suplidas por las propias familias, familias numerosas, que hoy en día son cada vez menos, por lo que son las nuevas redes las que se deben fortalecer, además de las obligaciones del Estado.
“El futuro lo veo sin vida de familia, sin grandes reuniones, sin muchas conversaciones de aprendizaje, pero por sobre todo una vida muy solitaria para los integrantes, sin grandes capacidades de ayuda o apoyo frente a situaciones difíciles”, señala Claudio Garín.
“Siento que los lazos familiares sanguíneos son tan reducidos hoy en comparación a lo que vivimos en el pasado, que las relaciones humanas basadas en los amigos, reemplazarán los lazos de amor de la familia sanguínea. Empezaremos a querer, apreciar y a convivir con personas que ‘elegimos’ para querer y cuidar como familia, haciendo que familia no sea de lazos familiares sanguíneos sino de lazos familiares por afinidad”, concluye Garín.
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