La primera construcción del tren urbano inició a fines de los años 60. A medida que excavaban y se internaban en terrenos subterráneos, en las distintas obras del Metro se han topado con cientos de miles de objetos arqueológicos que ayudan a entender cómo era el territorio y las personas en el pasado. En los más de 50 años del tren subterráneo, se han encontrado distintos tipos de elementos arqueológicos. Recientemente se hallaron más de 180 mil piezas solo en los talleres y cocheras de la futura Línea 7.
Las piezas más antiguas están datadas en 13 mil años, pero también se han encontrado objetos del inicio de la República de Chile y de gran parte del siglo XIX. ¿Cómo opera este proceso de buscar, encontrar y clasificar el material arqueológico que revela muchas veces la sociedad antes de que este país tuviera el nombre y la gente que conocemos?
Tanto Metro de Santiago, como todos los proyectos de construcción, tienen el compromiso legal de hacer inspecciones arqueológicas antes de iniciar las obras. Esto significa que, previo a iniciar cualquier trabajo de excavación es necesario hacer exploraciones arqueológicas. Estos sondeos generalmente se realizan mediante unidades de excavación que se delimitan en el terreno. Allí establecen aleatoriamente pozos de al rededor de 2 metros cuadrados y comienza el análisis meticuloso de suelo.
“La cantidad de pozos depende del tamaño de la instalación de la faena, por supuesto, porque la idea es cubrir un porcentaje representativo de ellas”, explica la arqueóloga de Metro de Santiago, Consuelo Carracedo. Usualmente la cantidad de pozos arqueológicos varía de 5 hasta 60, según el tamaño de la instalación. En el caso de talleres y cocheras, se realizaron 67 pozos de sondeo.
La profundidad de cada pozo varía según las características del suelo a analizar. En el caso de Santiago, los pozos arqueológicos tienen una profundidad de entre 1,5 y 4 metros, depende de la ubicación geográfica de estos. “Acá en Santiago como está todo tan urbanizado y altamente intervenido es difícil que podamos encontrar material arqueológico en superficie”, agrega la arqueóloga.
Desde el 2020 a la fecha, en los primeros estudios de la construcción de la Línea 7 ya se han logrado identificar más de 181.000 piezas arqueológicas en cerca de 1.000 unidades de excavación. La nueva extensión del tren subterráneo tendrá 26 kilómetros de longitud y 19 estaciones, lo cual lo hace un potencial foco de hallazgo arqueológico en prácticamente toda su extensión. Pasará por ocho comunas de la capital, desde Renca hasta Vitacura.
“Excavamos cada 10 centímetros de profundidad, vamos decapando la estratigrafía, como si fuese una torta, y registramos todo lo que aparece. Luego tomamos fotos y excavamos los siguientes 10 centímetros y esos le llamamos nivel. El nivel 1, el 2, el 3 y así sucesivamente”, describe Carracedo.
En los talleres y cocheras de Línea 7 encontraron evidencia de material en superficie, principalmente puntas de proyectil, artefactos de molienda y restos de fragmentos de cerámica. Según cuenta la arqueóloga, estos fragmentos posiblemente formaban parte de vasijas, platos y otros artefactos de uso utilitario doméstico. No tenían fines rituales, no era cerámica decorada, ni jarros de uso funerario. “Tenían signos de haber sido expuestos al fuego, con restos de hollín. Eso era muy habitual”, explica.
Cerca de los 60 centímetros hasta los metro y medio de profundidad, comenzó a aparecer material arqueológico definido como objetos del componente alfarero. Aquí tenemos distintos grupos culturales, desde el período arcaico hasta tiempos recientes.
“Para nosotros es súper importante el contexto, porque trabajamos como detectives. Si bien nuestros objetos de estudio son los objetos, nuestros objetos de conocimiento son las sociedades del pasado, es decir, las personas que generaron esos objetos y que los dejaron en ese lugar”, manifiesta. Todos los objetos hallados son registrados y guardados para un posterior análisis. Con esa evidencia es posible reconstruir el pasado de cada lugar.
Una vez analizados, los objetos arqueológicos son llevados al Museo de Historia Natural, que es la institución que recibe todos estos materiales que se rescatan en las excavaciones arqueológicas. Allí quedan a disposición de ser puestas en valor, y que sean exhibidas a la comunidad, o también para ser material de estudio en futuras investigaciones.
Los principales hallazgos arqueológicos bajo el Metro de Santiago
Pero, ¿este hallazgo es algo nuevo o también ha ocurrido en las construcciones de las líneas anteriores? El gerente de Ingeniería de Metro de Santiago, Rodrigo Terrazas, hace un breve repaso de los principales descubrimiento bajo el Metro de Santiago. De allí destacan osamentas, vasijas y puntas de flechas que antiguamente eran usadas como armas.
La construcción de la primera línea 1 del Metro partió en 1969 y ya se descubrieron en su momento los primeros objetos del pasado. Por ejemplo, en la estación Salvador se encontraron segmentos de los tajamares realizados por Joaquín Toesca, ubicados en el lado sur del río Mapocho. Estos tajamares -que funcionaban como muros de contención del río- fueron construidos a fines 1790, y ahora son parte del Museo de los Tajamares, ubicado en el Parque de Balmaceda. Los hallazgos de estos objetos arqueológicos fueron consecuencia de la edificación de las primeras líneas del Metro.
En la estación Universidad de Chile se encontraron materiales perteneciente al periodo prehispánico, colonial e incluso de inicio de la República. “Hubo cimientos de la pared, por ejemplo, de la iglesia de San Diego, también restos óseos humanos, que de alguna manera confirman la cercanía a la iglesia, ya que ahí habían entierros fúnebres”, detalla Terrazas.
En otros hallazgos posteriores, se encontraron restos humanos en la construcción de la estación Puente Cal y Canto, de la Línea 2. Además de restos del antiguo puente y los tajamares del río Mapocho, se encontraron tumbas incas en las inmediaciones del lugar. En la construcción de la Línea 6, cerca de la estación Los Leones, se encontró también un asentamiento que antiguamente fue un cementerio indígena. Terrazas agrega que este lugar descubierto “pertenecía a un cementerio de la Cultura Llolleo, con alrededor de 60 tumbas y 96 vasijas asociadas”.
También en la estación Franklin, de la misma Línea 6, se encontraron bloques de antiguas canalizaciones y pisos de piedra. De hecho, en dicha estación se agregó una puesta en valor de algunos de los objetos arqueológicos que encontraron. Básicamente era un conjunto de bloques que se notaba que estaban trabajados, y se pueden asociar a algunas canalizaciones del Zanjón de la Aguada, que corre muy cerca de allí.
“Y también en la extensión de la Línea 3, en el pique Santa Isabel, pudimos encontrar restos humanos adultos y de infantes”, agrega Terrazas. Según comenta, en este descubrimiento se nota que corresponde a una ceremonia funeraria. El descubrimiento fue hecho a mediados de 2020 y actualmente se está estudiando de dónde y cuál es la antigüedad que tienen las osamentas, pero se presume que es de una antigüedad de al menos mil años.
Por su extensión y por la cantidad de construcciones para realizar sus edificaciones, la construcción de cada línea del Metro es un potencial foco de descubrimientos arqueológicos. Así lo considera la compañía de transporte, que cuenta con su propia división de arqueología para realizar este tipo de trabajos. “No solamente aportamos a la ciudad con la construcción de estos nuevos proyectos, sino que también todos estos hallazgos arqueológicos colaboran con ese mejor vivir, porque de alguna manera lo que hacemos es colaborar con el acervo de la población, de los estudiantes, de los estudios, de las universidades”, concluye Terrazas.