De veranear en Maipú y Estación Central a Cartagena y Papudo: fotos de vacaciones en Chile en los últimos 100 años
La masificación del auto y la red ferroviaria, además de la creación de la Sociedad Nacional de Fomento del Turismo y la aprobación del Código del Trabajo en 1931, que decretaba legalmente el derecho a un período de descanso con goce de sueldo, fueron cimentando las vacaciones en el país cómo las conocemos hoy.
Un estudio realizado por la Universidad de Tampere en Finlandia, sugiere que ocho días es la cantidad de tiempo perfecto para lograr la máxima relajación, felicidad y bienestar durante las vacaciones. Si bien los beneficios comienzan a vislumbrarse desde el primer día, luego de una semana las personas logran liberarse de sus responsabilidades y estrés laboral.
En Chile, las vacaciones han sufrido modificaciones durante los últimos 100 años. En el siglo XIX y principios del XX, este período de descanso que hoy es un derecho en cualquier sector de la sociedad, no era oficialmente para todos. Con el paso del tiempo, los derechos legales de los trabajadores, sumado al auge de los medios de transporte, entre otros, masificaron su práctica.
Los sectores más habituales para ir de vacaciones en Chile en esos años eran algunas playas del litoral central, como Viña del Mar, Cartagena, Papudo, Zapallar o Pichilemu, además de diferentes baños termales que existían en el país.
Así han sido los veranos y las vacaciones en Chile durante los últimos 100 años
Una de las grandes diferencias, además de las sociales, era la forma de vestir de las personas en la playa. Los trajes de baño eran largos, tanto en hombres como mujeres, muy diferentes a los actuales (ver fotografías).
Uno de los primeros hitos asociados a las vacaciones en el país, ocurrió en 1905, cuando el docente Domingo Villalobos organizó la primera colonia escolar de vacaciones, ofreciendo la oportunidad a niños de pasar algunas semanas en la costa. Además, de vivir un buen momento de ocio, el objetivo era fortalecer su sistema de salud.
Raúl La Torre, historiador y coordinador de Extensión Cultural de la Universidad de Los Andes, explica que las vacaciones en Chile pasaron con el tiempo, de ser una actividad exclusivamente de familias aristócratas, a convertirse en una costumbre de casi todos, pero sobre todo, en un derecho. “Esto último es algo que no tomamos mucho en cuenta al momento de pensar en este período de descanso -principalmente veraniego- pues lo damos por sentado, pero no siempre fue así”.
Actualmente, muchos chilenos no se conforman con el litoral central o el norte y sur del país, y deciden pasar sus vacaciones en el extranjero, situación que hace 100 años era prácticamente imposible, o a la que podían acceder muy pocos.
“Era común a inicios del siglo XIX que las familias de gran poder adquisitivo y asentadas en las ciudades de nuestro país tuvieran un casa de descanso a las afueras de éstas. En nuestra capital, varias de ellas tuvieron sus casas de descanso hacia la zona poniente, en lo que hoy son las comunas de Estación Central, Maipú, Talagante o Calera de Tango”, añade.
Uno de los elementos que favoreció y consolidó definitivamente el hecho de “salir de vacaciones”, no solo en la zona central, sino también al norte y sur del país, fue la masificación del automóvil y la red ferroviaria. En 1910, fue inaugurado el Ferrocarril Trasandino, que conectaba Los Andes y Mendoza, favoreciendo la llegada de turistas.
En 1917, fue creada la Sociedad Nacional de Fomento del Turismo, un organismo encargado de fomentar el turismo a través de guías de viaje con datos de interés para los viajeros. Diez años después, el Estado fundaba la sección de Turismo del Ministerio de Fomento, que perseguía los mismos objetivos.
Vacaciones en Chile: derechos y goce de sueldo
Fue en 1931, y tras la Gran Depresión y la crisis de la industria salitrera, que se aprobó el Código del Trabajo, bajo el Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, que decretaba legalmente el derecho de las vacaciones con goce de sueldo.
Debido a los medios de transporte, las distancias eran percibidas de forma diferente y la zona poniente era atractiva por su abundante vegetación, contar con afluentes de agua, gozar de vientos que hacían más llevaderas las tardes calurosas en el centro de Santiago; además de estar más cerca a los caminos hacia la costa.
“Casonas de veraneo como las de la familia Valdés Cuevas, Infante Larraín o de los expresidentes Domingo Santa María o Germán Riesco eran -o son- posibles de ver hasta hace poco tiempo en Maipú y alrededores, pero el poco interés en ellas las ha llevado a su descuido o, en el peor de sus casos, a su destrucción”, sostiene La Torre.
Entrado el siglo XX y con un nivel de infraestructura más avanzado, las distancias y los tiempos se hicieron más llevaderos. Si antes los viajes en carruaje de Santiago a Maipú podrían tomar unas tres horas, ahora en el mismo tiempo uno podía llegar al litoral central.
“Así, los balnearios cercanos a las estaciones ferroviarias fueron ganando popularidad, inicialmente en las clases altas y después en la mayoría de la población. De ahí que playas como Cartagena o Las Cruces aún mantengan huellas de esa transición en el tiempo; junto con Viña del Mar o Zapallar y Papudo”, comenta el historiador.
Pese al desarrollo y masificación de las vacaciones como tal, La Torre sostiene que el conocimiento y aplicación del Código del Trabajo, “tomó un tiempo en ser acogido, pero ya en la segunda mitad del siglo XX es que podríamos encontrar características similares a lo que la mayoría de chilenos concibe como ´vacaciones´, todo esto impulsado por el crecimiento del parque automotor, la construcción de autopista, la migración hacia las ciudades -lo que generaba una necesidad de volver en el período de descanso- y las varias posibilidades de medios de transporte que fueron apareciendo”.
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