Las recomendaciones sobre el uso de mascarillas entregadas por la Organización Mundial de la Salud y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., desde el inicio de la pandemia han detallado que las personas sanas no deben usarlas para protegerse del coronavirus.
Cualquier suministro disponible de mascarillas médicas debe reservarse para personas con síntomas de Covid-19 y sus cuidadores, y para personal de salud, ha sido el llamado de las autoridades.
Las mascarillas médicas de más alta calidad, las mascarillas respiratorias N95, deben reservarse para los trabajadores del hospital y los servicios de emergencia. Ellos están expuestos a altas cargas virales de pacientes infectados. El resto de la población no necesita ese nivel de protección, se ha insistido.
Sin embargo, muchas personas han acumulado mascarillas y hoy son prácticamente imposibles de encontrar en el mercado.
“En serio, ¡DEJEN DE COMPRAR MÁSCARAS!” comenzaba un tweet del 29 de febrero el cirujano general estadounidense Jerome Adams, como un llamado a evitar la compra excesiva.
Pero algunos expertos en salud, incluido el director del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades , piensan que no utilizarlas es un error. Incluso autoridades de salud en países de Asia han alentado a que todos los ciudadanos usen máscaras en público para prevenir la propagación del virus, independientemente de si tienen síntomas.
El viernes 3 de abril, el presidente de EE.UU. Donald Trump, hizo un sorpresivo anunció, al indicar que su administración ahora recomendaba usar cubiertas faciales de “tela no médica”. Un giro en la orientación previa que sugería que las máscaras eran innecesarias para las personas que no estaban enfermas.
El anuncio de Trump cuenta con el apoyo de los CDC, que recomiendan usar cubiertas faciales de tela en lugares públicos donde otras medidas de distanciamiento social son difíciles de mantener (por ejemplo, tiendas de comestibles y farmacias), especialmente en áreas de transmisión comunitaria significativa.
Según el organismo, la tela retrasa la propagación del virus y puede ayudar a las personas que pueden tener el virus y no lo saben a transmitirlo a otros. “Los revestimientos de tela hechos de artículos para el hogar o hechos en casa con materiales comunes a bajo costo se pueden usar como una medida de salud pública voluntaria adicional”, recalcan.
Los revestimientos de tela para la cara, sin embargo, “no se deben colocar en niños pequeños menores de 2 años, en cualquier persona que tenga problemas para respirar o que esté inconsciente, incapacitado o que no pueda quitarse la máscara sin ayuda”, detallan.
Mascarillas de tela
La escasez ha inspirado a muchas personas en todo el mundo a producir mascarillas de tela. Incluso en Chile ya hay marcas de productos textiles que las comercializan como una forma de protegerse del virus y en redes sociales aumentan los videos que muestran cómo realizarlas.
Faltan estudios rigurosos que comparen las mascarillas de tela con las quirúrgicas o que investiguen el material ideal para hacer las versiones caseras. Aún así, la Asociación Médica Alemana sugirió adquirir o hacer mascarilla de tela a las personas cuando salgan al público y dejen las que son de grado médico para los trabajadores de primera línea. En Nueva York, el gobernador Andrew Cuomo aconsejó a cualquier persona mayor de 70 años que use una máscara.
Las recomendaciones de los CDC en EE.UU indican que las mascarillas de tela se deben lavar o limpiar regularmente, dependiendo de la frecuencia de uso y que se pueden lavar en lavadora, y entregan un tutorial para realizarlas .
¿Es una mascarilla de tela mejor que nada? Ximena Rebolledo, académica de la Escuela de Enfermería de la Universidad Diego Portales, especialista en infecciones asociadas a la atención en salud, responde que en principio no.
Hay varias situaciones en que incluso ese tipo de mascarillas son más un riesgo de lo que pueden ayudar, aclara Rebolledo, porque las personas que andan en las calles no saben usar la mascarilla de ningún tipo, “porque la tocan encima de la cara, tienen horas las mascarillas puestas. Y si yo pienso en una mascarilla preparada con filtros especiales son de uso hospitalario, son de uso para el personal de salud o pacientes que están ya con un diagnóstico positivo”.
Pablo González académico de la Universidad Católica e investigador del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia Imii, explica que las mascarillas funcionan como barreras físicas para bloquear el paso de partículas de distintos tamaños hacia las vías respiratorias. La capacidad de una mascarilla de filtrar distintos tipos de partículas dependerá del material y densidad con el cual están fabricados. “Las mascarillas proveen un nivel parcial de bloqueo de transmisión de gotititas que podrían estar infectadas con Covid-19. Por tanto, si bien confieren cierta protección, esta no es total”, recalca.
Existe un temor y es comprensible que las personas busquen la manera de protegerse. Sin embargo, dice Rebolledo, la mascarilla de tela, no tiene ningún filtro especial. “Ahora, yo sé que hay profesionales capacitados que han informado a través de los medios que si tú vas a estar en un lugar donde hay mucha aglomeración de personas, en que hay una persona que está con tos, está expulsando algún tipo de secreción, claro, usa lo que tengas. Así, literalmente. Si tienes un pañuelo, una bufanda, lo que sea, protégete. Porque entre un poco de germen que te pueda pasar o lo que tú puedas usar de barrera está bien. Pero las mascarillas de tela que la gente hace en sus casas no sirven”, aclara.
Actualmente no hay estudios de que las mascarillas de tela sirven, recalca Rebolledo: “Yo veo que gente se ha puesto a hacer mascarillas de género para pasarle a los guardias o a los conserjes de edificios. Pero no sirven, porque están tocando las paredes, están tocando las mesas, y se está acomodando la mascarilla. Entonces, si había un virus en la mesa se lo pasó para la mascarilla".
Da lo mismo si usa una mascarilla quirúrgica con filtros especiales o de tela, si no se usa de manera correcta, explica Rebolledo. En ese caso es más bien un riesgo. “Porque al usar una mascarilla la gente asume que está protegida. Pero como no se la ponen bien, no la saben manipular, en el fondo es más riesgo. Porque dejan de lado otras medidas, no se lavan las manos, igual se sacan las mascarilla y se vuelven a tocar la cara. En cuanto a la tela misma no tiene los filtros especiales por lo que no ayuda mucho, al contrario, los incomoda”.
Las mascarillas tienden a perder su poder protector a medida que se humedecen con la respiración, agrega González. “Esto varía dependiendo de las condiciones ambientales, con mayores temperaturas se humedecen menos, mientras que a menores temperaturas se humedecerán más por efecto de la condensación”, detalla.
El uso de mascarilla puede conducir a un exceso de confianza de protección por parte de quien la utiliza y con ello a olvidar que es fundamental mantener un buen lavado de manos para prevenir el contagio, señala González: “Es importante recordar que el virus también puede ingresar al organismo por gotitas que entran en contacto con los ojos. También es clave saber retirar la mascarilla, lo cual debe realizarse desde los extremos y no tomándola desde la zona que cubre la boca”.