Inmunidad es uno de los conceptos que más se ha repetido en estos casi dos años de pandemia del virus Sars-CoV-2, causante de Covid-19.
Hasta ahora se sabe que la gravedad de la enfermedad provocada por el coronavirus está relacionada con la respuesta inmune o defensa del organismo de cada persona, más que con el virus, y que esta “protección” desarrollada por cada individuo tras el contacto con el virus o tras la inoculación de una vacuna, disminuye conforme pasan las semanas.
Se estima, que los anticuerpos desarrollados por el sistema inmune como respuesta a la infección o a las vacunas, se mantienen por alrededor de seis meses, de ahí la necesidad de reforzar con una dosis extras todos los esquemas de vacunas utilizadas hasta ahora.
Es en este contexto cuando puede resultar tentador para algunas personas la realización de un test de anticuerpos para saber si tras la vacunación, el sistema inmune reaccionó y desarrolló anticuerpos. Son ellos los encargados de reconocer atacar al virus en caso de infección y por esa vía, disminuir los síntomas y la posibilidad de una enfermedad grave.
Según explica la doctora Mónica Lafourcade, microbióloga de Clínica Universidad de los Andes, los exámenes que miden anticuerpos permiten detectar la respuesta inmune al virus que se genera varios días después de tener contacto natural con el agente (enfermedad) o posterior a la aplicación de vacunas. Existen distintos tipos de anticuerpos a medir y por diferentes metodologías.
“La medición de anticuerpos neutralizantes, fundamentalmente aquellos generados contra la proteína espiga (Spike), permite evaluar la respuesta a vacunas; los test que están validados internacionalmente se realizan en laboratorios de investigación pues son complejos, de costo elevado y requieren altos niveles de bioseguridad”, indica la especialista.
Pero, ¿sirve de algo la realización de estas pruebas solo para saciar esa curiosidad? Especialistas e investigadores están de acuerdo y la respuesta es una sola.
¿Vacuna o infección?
La doctora Vivian Luchsinger, viróloga e investigadora del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Universidad de Chile, explica que las pruebas habituales que miden anticuerpos no logran diferenciar si los anticuerpos que pueda detectar el test fueron desarrollados por una infección natural o por la vacuna.
Se podría diferenciar si la persona hubiera recibido la vacuna Pfizer y se realizará un test que detectara otras proteínas del virus. Si sale positivo a anticuerpos de otras proteínas distintas a S, es claro que desarrolló inmunidad por infección, porque de lo contrario, solo tendría anticuerpos contra la proteína S. Pero si la persona recibió la vacuna Sinovac, como esta tiene el virus completo, desarrolla anticuerpos contra distintas proteínas del virus entonces tendría anticuerpos contra las distintas proteínas del virus y en ese caso no se podría diferencia una inmunidad producida por una infección natural de una inmunidad producida por una vacuna, detalla Luchsinger.
A juicio de la viróloga, “la verdad es que no tiene mucho sentido hacerse pruebas de anticuerpos porque asumimos que la mayoría de los vacunados responde, si uno quisiera confirmarlo podría hacerse la prueba pero no va a poder diferenciar si es que alguna vez se infectó o fue solo vacunado”, dice.
Más anticuerpos no es más protección
Todos los expertos coinciden en que la inmunidad del ser humano es compleja y no depende solo de la presencia de anticuerpos ya que hay otra inmunidad llamada celular o de memoria que también participa en la protección y que pocas veces se mide, precisamente por su complejidad.
La presencia de anticuerpos y la cantidad de ellos (títulos) no tienen una fácil interpretación. “Mientras más títulos de anticuerpos, se supone que uno está más protegido, pero la verdad es que puedes tener bajo títulos de anticuerpos e igual estar protegido porque en la protección frente al virus participa la respuesta inmune celular y esta habitualmente no se detecta en el laboratorio. No es tan fácil eso de la cantidad de anticuerpos Que una persona tenga más título que otra, no significa que la primera esté más protegida porque podría ser suficiente con los que tenga la que tiene menos”, indica Luchsinger.
“En general un mayor título de anticuerpos se correlaciona con mayor protección frente a la infección, sin embargo, no sabemos qué cantidad de anticuerpos se requiere para prevenir en un 100% la infección. Por ejemplo, si una persona tiene un título de 30 y otra 50 como resultados (y el test dice que más de 1 es positivo), solo podemos decir que ambas tienen anticuerpos neutralizantes y que una tiene más anticuerpos que la otra, pero no podemos sacar más conclusiones”, advierte la microbióloga de Clínica Universidad de Los Andes.
Por lo mismo, Lafourcade insiste en que es muy importante mantener las medidas de autocuidado incluso en presencia de anticuerpos neutralizantes. “Varios estudios demuestran también, que quienes han hecho la enfermedad y se han vacunado, tienen más anticuerpos neutralizantes que aquellos que solo se han vacunado, y que quienes han recibido dosis de refuerzo, en general elevan sus títulos de anticuerpos”, señala.
Más de 200 test
El Instituto de Salud Pública (ISP), publica y actualiza una lista con los test de anticuerpos que han sido aprobados por otras agencias de dispositivos y medicamentos en el resto del mundo. Esa lista, hoy está compuesta por poco más de 232 test que miden algún tipo de anticuerpo del virus Sars-CoV-2
El director del ISP, Heriberto García, explica que este tipo de test de anticuerpos que se venden en farmacia sirven para medir inmunidad. “Son test que tienen una detección de cierta cantidad de anticuerpos en sangre, entonces puede ocurrir que una persona esté produciendo menos anticuerpos que los que detecte el test y salga negativo, en circunstancias de que sí tienen anticuerpos pero están bajo la línea de detección de ese test”, indica.
Cuando una persona se infecta con el virus, los anticuerpos presentes se activan y comienzan a replicarse rápidamente, por lo que existan pocos o sean indetectables en los test, no implica que no haya inmunidad.
Es mejor, dice García, guiarse por lo que dicen los estudios clínicos respecto de la inmunidad de las vacunas ya que estos son controlados. “Lo que importa es que la persona tenga anticuerpos, aunque sean trazas. Si llegara a haber incluso, cero anticuerpos en sangre, puede ocurrir que la respuesta inmune de memoria sea tan buena que se produzcan los anticuerpos rápidamente”, indica el director del ISP.
En la lista que publica el ISP se incluyen test de anticuerpos que miden inmunoglobulinas (200) y test de anticuerpos neutralizantes (32). Esta cifra no implica necesariamente que todos estos test estén a la venta en el país, pero son los que cuentan con registro y certificación por parte de otras agencias internacionales.
Desde el año pasado, que la Organización Mundial de la Salud, desaconseja el uso de este tipo de test, fuera de los estudios clínicos para medir la inmunidad de las personas frente al virus que produce Covid-19.
Claudia Saavedra, doctora en Bioquímica y académica de la Universidad Andrés Bello, vocera y past president de la Sociedad Chilena de Microbiología (Somich), indica que este tipo de test tampoco están avalados por la Sociedad de Inmunología, por lo complejo de su interpretación.
“Hay mucha evidencia que muestra que las personas que están inoculadas se infectan menos, tienen carga viral más baja cuando se infecta, desarrollan una enfermedad leve e incluso asintomática”, dice Saavedra. Esta es la información que nos debe importar.
Estas pruebas están más destinadas a saber si una persona que se infectó con el virus, una vez recuperada y no para la medira la inmunidad de las vacunas, señala.