Década 2010-2019 cierra como la más seca en la zona central: ¿qué tendría que pasar para que se acabe la megasequía?

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Estudio realizado por la Universidad de Talca analizó las precipitaciones de los últimos 100 años en Santiago, Talca y Chillán y determinó cuáles son las condiciones que se deben producir para terminar con la larga sequía que afecta al país.


La falta de precipitaciones es un fenómeno que se hace crónico en gran parte de Chile. Desde el verano de 2009 que el país se ha visto enfrentado a una megasequía, la más extensa desde que existe registro, además de récords de temperatura en la zona central.

Con escasez de lluvia entre las regiones de Tarapacá y La Araucanía, por ejemplo en la Región Metropolitana, somos testigos del segundo año más seco en 20 años, con un déficit total cercano al 30%. Este fenómeno, según un estudio publicado por la Universidad de Talca, titulado “Análisis, antecedentes y proyecciones agroclimáticas de la megasequía en el área Santiago-Chillán”, podría superarse, aunque el escenario es muy complejo.

Liderado por Patricio González, académico de la Facultad de Ciencias Agrarias de la U. de Talca y miembro del Centro de Investigaciones y Transferencia en Riego y Agroclimatología (Citra), la investigación afirma que la megasequía seguirá presente, salvo que se den múltiples escenarios en paralelo.

Por ejemplo, que la nieve esté a un 90% de su valor normal en la Cordillera de los Andes (actualmente el promedio de déficit es de 54,7%) y los embalses cubran sobre el 80% de su capacidad hídrica, hoy con déficit de un 50%.

Además, establece que para superar este escenario deben registrarse un mínimo de tres años con superávit consecutivos en precipitaciones, que superen el 70% del valor normal anual.

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Actualmente el déficit de lluvias es de 31%. Para superar este escenario deben registrarse un mínimo de tres años con superávit consecutivos en precipitaciones, que superen el 70% del valor normal anual. Foto: José Francisco Zúñiga/AGENCIAUNO

“Son cuatro los elementos básicos que se deben dar, desde el punto de vista climatológico, para terminar con la actual megasequía. Además de la nieve y los embalses, que las napas subterráneas vuelven a tener un nivel adecuado, alrededor de un 40 o 50 metros de profundidad y no a los 100 a 110 que se encuentra en la actualidad, es decir, que haya recarga de su acuífero. Y finalmente, todavía falta a lo menos un 50% de precipitaciones para que éste termine como un año normal”, señala González.

El estudio indica que entre 1920 y 2009 en Santiago se observa que, en promedio, las precipitaciones por década superaron los 300 milímetros, a excepción del período 1960-1969, en el cual descendió a 252,1 mm, producto de los años deficitarios 1962, 1964 y la extensa sequía 1967, 1968 y 1969. Sin embargo, en la década 2010-2019 se concentra el menor promedio de la muestra, con solo 196,8 milímetros.

El fenómeno se repite en otras regiones del país. En Talca, entre 1920 y 2009 la mayoría de las décadas establecieron promedios por sobre los 600 mm de lluvia; a excepción del período 1960-1969 (por las mismas causas descritas para Santiago) y la década de 1990-1999. No obstante esto, al igual que Santiago, en el período 2010-2019 la cifra media alcanzó los 488,0 milímetros, la más baja en 100 años.

“La única manera de comenzar a superar la sequía actual es que durante el período agosto-diciembre llueva prácticamente el doble de lo que en promedio llovió en el período agosto-diciembre durante la última década”, señala Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago.

En Chillán ocurre lo mismo. Entre 1920 y 2009 las décadas estuvieron por sobre los 900 milímetros de precipitaciones. Para la década 2010-2019 se promediaron 798,9 mm de lluvia.

El análisis aclara, que la actual megasequía no es un fenómeno exclusivo de Chile, es global. Agrega que lo ocurrido en junio de 2020, si bien ayuda a mejorar las cifras actuales, con un 31% de superávit en Santiago, 48% en Talca y 8% en Chillán, no marca un quiebre en la tendencia.

Déficit de precipitaciones se impone a superávit

Durante el siglo XXI el cambio climático global ha sido el motor fundamental en relación a cómo se ha estructurado la pluviometría en la zona central de Chile, indica el estudio de la U. de Talca.

En los últimos años, han predominado los períodos deficitarios en cuanto a precipitaciones, por sobre aquellos con superávit. En Santiago, de un total de 20 años, 14 han sido deficitarios y solo seis con superávit, para Talca 15 deficitarios y cinco indicaron superávit. De la misma manera, en Chillan, 16 años deficitarios y 4 con superávit.

En promedio, entre Santiago y Chillán en lo que va del siglo XXI, el 75% de los años indican déficit en distintas magnitudes.

“Las precipitaciones en junio y julio han estado sobre valores normales, lo que no sucedía desde comenzó la larga sequía actual; junio fue el mes más lluvioso en Santiago desde 2005 y julio ya es el más lluvioso desde 2006. Se trata de una buena noticia, pues en estos dos meses caen prácticamente la mitad de las precipitaciones del año en el centro del país. Sin embargo, debido a un otoño récord, aún presentamos un déficit de precipitaciones en buena parte de Chile”, establece el profesional de la Usach.

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En los últimos años, han predominado los años deficitarios en cuanto a precipitaciones, por sobre aquellos con superávit.

Por otra parte, la extensión de los eventos de déficit es otro elemento a considerar, establece la investigación liderada por Patricio González. En Santiago se inició en 2009, a la fecha 11 años, en Talca comienza un poco antes, en 2007, sumando 13 años. En Chillán, al igual que Talca, se origina en 2007, por lo que también registra 13 años.

El fenómeno de La Niña desde julio a diciembre, podría contribuir a que las altas presiones bloqueen los sistemas frontales provenientes del océano Pacífico, desviándolos al sur y extremo sur del país, generando déficit de precipitaciones en agosto, específicamente en las regiones de Valparaíso, Metropolitana, O´Higgins, Maule y, eventualmente Ñuble.

“El Fenómeno de la Niña ya se está manifestando en el Océano Pacífico, los modelos estadísticos y dinámicos así lo indican. Y si se llega a desarrollar desde agosto a diciembre, las precipitaciones van a caer por lo menos un 90%”, explica González, autor del estudio.

Las probabilidades que en el segundo semestre se desarrolle el evento, supera el 51% según lo estimado por los pronósticos estacionales, indica la investigación de la U. de Talca.

Este escenario contribuiría a que 2020 finalice con un 20% a 30% menos de lo normal en precipitaciones y nieve, y derivado de lo anterior, los embalses no tendrían una recuperación que los hiciera disponer de más agua respecto a 2019.

Cordero concuerda. “De desarrollarse La Niña, disminuyen las probabilidades de que la primavera 2020 sea particularmente lluviosa y de que 2020 marque el fin de la sequía que afecta a la zona central. Esta es la razón por la que la Dirección Meteorológica de Chile continúa manteniendo su pronóstico estacional de normal a seco”.

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