Dejar de fumar ante un diagnóstico de cáncer puede aportar muchas ventajas, entre ellas, la posibilidad de obtener mejores resultados, de menos riesgo de recurrencia del cáncer y de mejor salud en general.
Se ha establecido una vinculación entre tabaquismo y cáncer de pulmón u otros cánceres de la cabeza y del cuello. Además, el tabaquismo también participa en otros tipos de cáncer, como el de vejiga y los gastrointestinales, o sea, cáncer del estómago, del riñón, del páncreas, del colon y del recto.
Dejar de fumar después del diagnóstico de uno de estos tipos de cáncer puede reducir el riesgo de que reaparezca la enfermedad una vez terminado el tratamiento. De igual manera, reduce el riesgo de sufrir otro tipo de cáncer en el futuro.
Dejar de fumar puede repercutir positivamente sobre el tratamiento del cáncer. Consumir tabaco durante la quimioterapia provoca variaciones en la reacción del cuerpo a los medicamentos. Los estudios muestran que las personas que no fuman, a diferencia de los fumadores, suelen responder mejor y de forma más predecible a la quimioterapia y sufren menos efectos secundarios del tratamiento. Las personas no fumadoras también tienen menos efectos secundarios de la radioterapia que los fumadores.
Una vez terminado el tratamiento contra el cáncer, los beneficios duraderos para la salud de no fumar son importantes. Dejar de fumar puede mejorar drásticamente la salud del corazón y de los pulmones. Asimismo, puede disminuir la presión arterial y la frecuencia cardíaca, reducir el riesgo de arteriopatía coronaria y enfermedades cardíacas, aliviar los síntomas pulmonares del tabaquismo (asfixia y tos) y aumentar la vitalidad física. Es decir, dejar de fumar puede añadir años a la vida de una persona.
Si bien nunca es fácil dejar de fumar, muchas personas a quienes se les acaba de diagnosticar un cáncer se muestran deseosas por tomar medidas para mejorar su salud. Posiblemente, algunos ya intentaron dejar de fumar, pero no tuvieron éxito y el diagnóstico de cáncer puede servirles de motivación para intentarlo de nuevo. Además, familiares y amigos están generalmente dispuestos en ese momento a ayudar y motivar a los pacientes en su afán de mejorar la salud.
La necesidad de acudir regularmente a un centro de atención médica durante el tratamiento del cáncer también puede servir de motivación, porque los pacientes no pueden fumar dentro del hospital ni en otras instituciones médicas y eso, en sí mismo, puede llevar a que disminuya el hábito.
El camino hacia dejar el hábito de fumar es igual para los pacientes con cáncer que para el resto de las personas. Es un proceso simple, pero difícil, que suele requerir combinar la terapia conductual, compuesta generalmente de asesoramiento y apoyo de profesionales con experiencia en dejar de fumar, con medicamentos para aliviar los síntomas de abstinencia a la nicotina y reducir el impulso de fumar que suele llevar a la gente a recaer cuando intenta dejar el hábito.
Aliente a su familiar a seguir el consejo del oncólogo respecto a dejar de fumar. Dígale que usted le ayudará en el esfuerzo y que el equipo de atención médica también estará allí para apoyarle. Dejar de fumar le aportará beneficios significativos para la salud, tanto ahora como durante el tratamiento contra el cáncer y después del mismo.
* Médico del Centro para Dependencia a la Nicotina de Clínica Mayo en Rochester, Minnesota.