La educación es un tema que ha estado permanentemente en el centro del debate público. Y lo es hace décadas. Se evidenció en el año 2011 en la llamada "Revolución Pinguina", y desde el estallido social de octubre del año pasado, ha sido uno de los temas que acumulan críticas y cuestionamientos.
Los problemas a los que se enfrentó el proceso 2020 de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), retoman las demandas de algunos sectores que solicitan cambios en el modo en que se accede a la educación superior. Un proceso que se inició hace 169 años, cuando la Universidad de Chile comenzó a aplicar el sistema denominado Bachillerato, que estuvo vigente de desde el año 1850 y hasta 1966.
Durante su vigencia, el Bachillerato era la manera en que los estudiantes terminaban la educación secundaria, y la Universidad de Chile era la encargada de todo el sistema de educación nacional, explica Elizabeth Simonsen, periodista e investigadora sobre acceso y equidad a la educación superior en Chile. "En 1879 se reglamentaron los grados de bachillerato y licenciado, y el bachiller era el requisito para terminar la enseñanza media y entrar a la universidad", indica.
Hubo sin embargo, dice Simonsen, un periodo en que se suprimió el Bachillerato. Ocurrió durante el primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931). En 1928 se reglamentó la licencia secundaria y las universidades crearon su propio sistema de ingreso. "Aparecieron los pre universitarios, lo que generó muchas críticas porque requería más tiempo de preparación. Pero al caer el gobierno de Ibáñez, en 1931 se volvió a instaurar el Bachillerato como examen oficial de admisión".
126 años de Bachillerato
El Bachillerato se rendía tres veces en el año, lo que se flexibilizó después hasta cuatro veces en el caso del Bachillerato en Letras. Su aprobación era de carácter binario: se aprobaba o rechazaba. Existían dos fechas en al año para rendirlo: enero y marzo. Si el alumno reprobaba en la tercera oportunidad, no podía volver a darlo.
Incluía pruebas de compresión de lectura, redacción, idioma y test específicos de matemática y biología. Su modalidad eran preguntas abiertas, es decir, de desarrollo, sin alternativas. Otorgaba el grado de bachiller en Filosofía y Humanidades.
En 1916 se amplió su aplicaciones a regiones. Para 1966, ya se rendía en Valparaíso, Santiago y Concepción, además de 15 sedes regionales, desde Arica a Punta Arenas.
Cada postulante debía rendir su Bachillerato ante un grupo de tres examinadores de la Universidad de Chile. Después, ante la demanda, se agregaron profesores secundarios al proceso. Cada examinador corregía sus propias pruebas, lo que implico cada vez más carga al aumentar el número de estudiantes.
"Entre 5% a 10% de cada grupo socioeconómico lo rendía, porque era complejo. Tenía una parte escrita y otra oral, entonces el sistema el sistema no tenía la capacidad de tomar y revisar esos exámenes", indica Simonsen.
Lo anterior generó críticas, indica la investigadora, porque a medida que se masificaba la educación secundaria, se hacía más evidente que eran los pocos estudiantes que podía acceder al Bachillerato y por ende a la educación superior. En 1966, último año en que se rindió Bachillerato, por ejemplo, el 13,8% de los estudiantes de NSE alto se matriculaban en las universidades, lo que en caso del NSE bajo era 7,1%, indica el libro 60 años del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, en el cual Simonsen participó.
Esas críticas al restringido acceso a rendirlo, por su grado de dificultad, hizo que en 1960 la discusión llegara a las calles. "Los estudiantes llevaron el tema a las calles y pedían un ingreso masificado a la educación superior", dice Simonsen.
Además, pese a que se restauró el Bachillerato en 1931, las pruebas "paralelas" siguieron existiendo, señala el historiador José Vera, en el libro El Sistema de Admisión a la Universidad: Permanencia y Cambio, "esto implicó que postulantes que rendían las pruebas de Bachillerato exitosamente fracasaban luego en estos otros exámenes. Y esta situación provocó molestias en padres y apoderados, y fue una de las causales de desprestigio del Bachillerato".
Se inició entonces un proceso para modificar ese sistema. Erika Grassau, fundadora y directora del Instituto de Investigaciones Estadísticas de la U. de Chile, se especializa en un curso en Estados Unidos sobre sistemas de admisión, y vuelve a Chile con la idea de lo que luego se conocería como Prueba de Aptitud Académica (PAA). "Volvió con la idea de la PAA, que fue un sistema que ordenara a todos los egresados para que tuviera todas las oportunidades", indica Simonsen.
"Existen razones suficientes como para suponer que el Bachillerato mide, como las calificaciones del Liceo, los conocimientos escolares de los postulantes y no mide, como se proponía, los factores de rendimiento futuro del estudiante. Por consiguiente, su validez no es satisfactoria", señala Grassau en "60 años del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas".
Si el Bachillerato acreditaba los estudios realizados en la enseñanza secundaria, la PAA por primera vez buscaba sólo seleccionar a los mejores para la universidad. El puntaje obtenido ya no sería absoluto, sino relativo al grupo de estudiantes con los cuales se postulaba. Había pruebas escritas, no exámenes, con un sistema automatizado de corrección que la prensa llamó 'el cerebro inteligente'.
Entre 1964 y 1966 se efectuaron aplicaciones experimentales de la nueva PAA. "El Cruch decide aplicarla en septiembre de 1966, y se establece la Licencia de Enseñanza Media como requisito para entrar a la universidad", comenta Simonsen. El miércoles 11 de enero de 1967 se produjo el cambio. La prueba se rindió en 17 sedes del país con 30 mil inscritos (30.763).
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Imagen de anunció en 1966 sobre el proceso la Prueba de Aptitud Académica que reemplazó al Bachillerato.[/caption]
De la PAA a la PSU
La primera PAA incluyó las pruebas de aptitud de Verbal y Matemáticas y las específicas de Biología, Física, Matemática y Química. En ese entonces, los resultados permitían postular a las ocho universidades que existían a fines de los sesenta: Universidad de Chile, Técnica del Estado, Católica de Santiago, Católica de Valparaíso, del Norte, Técnica Federico Santa María, de Concepción y Austral.
Sin embargo la PAA no estuvo exenta de críticas. "Desde los 80 se la criticó principalmente por el bajo nivel predictivo que tenía", indica Simonsen.
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PAA a findes de los años 70. Foto: Centro de Documentación Copesa.[/caption]
En 1981, señala el libro, se relacionó el sistema de financiamiento al rendimiento en la PAA, lo que hizo que muchas universidades aumentaran a casi entre 60% y 70% la ponderación a la PAA. "Por esta y otras razones, el nivel de predictibilidad de la prueba bajó, según estudios fue extremadamente sensible al entrenamiento, y la PAA comenzó a ser cuestionada".
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Ejemplo de pregunta PAA publicado en la prensa nacional, 1967.[/caption]
En el año 2000 se crea una comisión para modificarla. En el año 2002, se determinó que la PAA fuera sustituida por las Pruebas de Selección Universitaria (PSU). Fue reemplazarla por cuatro pruebas obligatorias. La nueva Prueba de Selección Universitaria (PSU) incluye pruebas independientes: dos pruebas obligatorias (Lenguaje y Comunicación y otra de Matemática); dos pruebas electivas (Historia y Ciencias Sociales y otra de Ciencias); con un módulo común y módulos optativos de Biología, Física y Química.
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Rendición PAA en Instituto Nacional en los años ochenta. Foto: Centro de Documentación Copesa.[/caption]
El Cruch acuerda que la elaboración y aplicación de las PSU continúe a cargo de la Universidad de Chile, a través de su Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (Demre). La primera vez que se aplicó fue en diciembre de 2003 para el Proceso de Admisión del año 2004.
Se indica además, señala Simonsen, que la PSU se debe alinear con los contenidos de la enseñanza media. "La capacidad predictiva de la prueba se cuestiona y se recomienda evaluar el sesgo que la PSU, porque algunos grupos mostraban mucha diferencia en sus resultados lo que también la diferencia de la educación media".
En el año 2013 se realiza una evaluación internacional de la PSU, fue el Informe Pearson. En informe se dio a conocer e indicó, entre otras cosas, dice Simonsen, que los margenes de error son más altos que los estándares internacionales. "Se dio a conocer que la PSU tenía poca capacidad predictiva y que los puntajes no eran comparables, además que los alumnos técnicos profesionales no veían los contenidos que se pasaban en las pruebas".
"La PSU claramente refleja inequidades, por eso, por ejemplo, el Cruch incorporó el ranking de notas, para de alguna manera equilibrar ese problema", destaca Simonsen.
Desigualdad que ha estado presente, de alguna u otra manera, desde el Bachillerato, hace más de un siglo. "Al revisar las actas del Cruch cuando se cambió el sistema de Bachillerato a la PAA, el temor recurrente era que más apertura al sistema implicaría una baja en la calidad", dice la investigadora.