La mayoría de las personas tiene su propio nivel de tolerancia al riesgo, el mismo que le orienta sobre a dónde ir y cuándo ir.

Y este barómetro interno es el que a muchos les está generando muchísimas dudas si ir a votar el domingo en el Plebiscito. ¿Debería ir? ¿Puede ser peligroso?

El problema es que las personas son malas evaluando riesgos. Probablemente muchas estimen que ir a sufragar puede ser una operación en extremo arriesgada, pero esas mismas personas, posiblemente vayan a menudo al supermercado, se reúnan con algunos amigos o acudan con cierta habitualidad a un banco o a la feria.

Los locales de votación no deberían ser más peligrosos que cualquiera de los lugares que la mayoría de la gente frecuenta.

Las aglomeraciones en los locales de votación serán similares a estos sitios, pero con una salvedad: habrá una extrema protección de seguridad de militares y carabineros, según sea en el interior o exterior del recinto, personal llamado a supervigilar el respeto de las normas sanitarias, en un nivel que probablemente no vea en el banco o la feria.

Según Zeke Emmanuel, exasesor de Barack Obama, emitir el voto es similar a comprar alimentos, una actividad que muchos han aceptado como una que vale la pena el riesgo mínimo, especialmente dada la prevalencia en el uso de las mascarillas.

Emmanuel ya había clasificado las compras como una actividad de riesgo “bajo - medio”, dada la relatividad del espacio cerrado, la duración de la interacción y la densidad de la multitud.

Incluso, aunque no concluyente, hay estudios científicos que sugieren cierta inocuidad a la hora de sufragar. Una investigación publicada en la edición de agosto de la revista American Journal of Public Health revisó el efecto de las votaciones presenciales en las elecciones del 7 de abril en Wisconsin, EE.UU. entre más de 400.000 electores. La conclusión fue que no produjo un aumento detectable en los casos de coronavirus, en las semanas posteriores al evento.

Por ello, la mejor manera de evaluar si es conveniente o no ir a votar, es sopesar los propios riesgos que usted toma a diario. Es como viajar en auto. Se trata de una práctica que conlleva riesgo, pero que no por eso deja de hacerla.

Además, usted puede minimizar el riesgo. A los consabidos lávese las manos, use mascarillas y mantenga la distancia, puede agregar algunas prácticas que reforzarán su inmunidad, como ser antisocial y evitar hablar con personas en la fila (puede evitarlo trayendo auriculares.) Si estás parado en la fila con una mascarilla y no habla con nadie, no compartirá ninguna gota viral.

Sea diplomático. Si ve que alguien no está conservando la distancia, hágaselo saber. Y cargue un buen desinfectante de bolsillo, además de seguir todas las instrucciones sanitarias. El solo uso de la mascarilla y conservar más de un metro de distancia, disminuye el riesgo de contagio a menos de 2%. Y si incluso así, llegara a contagiarse, haber usado mascarilla permanentemente bajará la carga viral, y por ende, en el peor de los casos, la manifestación de la enfermedad podría ser menos graves.

El Sars-CoV-2 puede ser atemorizante, pero la disyuntiva no tiene por qué ser democracia o salud, solo sentido común.