Depresión, ansiedad e incluso la muerte: los graves efectos de la contaminación atmosférica
Santiago fue posicionada como una de las ciudades más contaminadas del mundo. El climatólogo Raúl Cordero comenta sobre este impacto y su relación con los incendios forestales, mientras que el doctor Pablo Brockmann explica las nuevas asociaciones con patologías mentales.
Santiago se encuentra entre las ciudades con peor calidad de aire del planeta. Eso se leía la semana pasada en diversos titulares, debido al posicionamiento de la empresa suiza de tecnología de calidad del aire, IQAir, que situó a la capital entre los primeros puestos de las ciudades más contaminadas del mundo. ¿Cuarto lugar?, ¿séptimo? Los puestos oscilaban, pero los números cambiaron y nuestra ciudad -según la misma empresa- ahora está en el puesto 72 con un “nivel de contaminación del aire bueno”, y con un Índice de Calidad del Aire (ICA EE.UU.) de 45.
Para que se hagan una idea, los días en que el nivel de la contaminación del aire era “perjudicial”, según IQAir, los índices iban entre 165 y 173. ¿Qué tan representativa es esta escala?, ¿tienen los incendios alguna relación con la contaminación?, ¿cómo éste afecta en la salud física y mental de las personas?
Los incendios y la contaminación
Según el climatólogo de la Universidad de Santiago (Usach), Raúl Cordero, los mayores efectos de la contaminación ambiental son físicos. El peligro es tal, que cada año mueren cinco a nueve millones de personas en el mundo producto de este fenómeno. Pero ¿en qué consiste y cómo se relaciona con los recientes y antiguos incendios forestales?
De acuerdo al Ministerio de Medio Ambiente, el material particulado (MP), también conocido como contaminación por partículas, es un contaminante atmosférico que corresponde a partículas líquidas o sólidas que se encuentran en suspensión, dispersas en el aire. Se clasifican de acuerdo a su diámetro en MP10 (grueso), con un diámetro menor a 10 micrones (o micrómetros), y en MP2,5 (fino), en que las partículas tienen un diámetro menor a 2,5 micrones.
Cordero explica que la contaminación atmosférica incluye este material particulado, el cual se origina a partir de la quema de biomasa, es decir, en los incendios forestales. Es por esto que durante las temporadas de incendios que ocurrieron en los últimos años, se observa empeoramientos puntuales en la calidad del aire de Santiago. Específicamente, la semana anterior “la pluma de los mega incendios en el sur del país alcanzó la capital convirtiéndola en una de las ciudades más contaminadas del planeta por unos días” confirma el climatólogo.
“A medida que los incendios se hacen cada vez más frecuentes y voraces, estos episodios de mala calidad del aire continuarán aumentando en verano superando incluso por unos días los niveles que se observan en invierno” añade, teniendo en cuenta que en esta temporada el material particulado fino (MP2,5) se redujo en un 40% en las últimas dos décadas.
Ninguno de estos eventos de alta contaminación asociados a incendios es beneficioso para la salud humana. Con toda seguridad tienen efectos; podrían causar decenas de muertes prematuras, agrega el profesional Usach.
El gran y contaminado Santiago
Sobre la empresa IQAir que posicionó a Santiago como una de las capitales más contaminadas del mundo, el climatólogo asegura que son métricas representativas: “La calidad del aire se mide más o menos de la misma manera en todo el mundo”. ¿Cómo es el escenario de Santiago frente a otras grandes ciudades contaminadas?
Si bien en promedio la calidad del aire de las ciudades de Chile no es tan mala como la que se observa en el sur de Asia -en particular en India y en algunas provincias de China-, los episodios asociados a incendios forestales han hecho que sitios como Santiago y San Francisco, en California, presenten ocasionalmente niveles de calidad de aire tan malos como los de Beijing o Nueva Delhi, indica Cordero.
El experto también señala que el alto nivel de contaminación atmosférica es capaz de agudizar enfermedades de pacientes crónicos. Sin embargo, la mayoría de fallecimientos relacionados a este fenómeno corresponden a muertes prematuras, porque la esperanza de vida de quienes habitan en ciudades altamente contaminadas es considerablemente más corta que la de aquellos que viven en provincias con mejor calidad del aire.
“En palabras simples, la gente que vive en ciudad más contaminada se muere antes”, expone.
Según médico broncopulmonar Uc Christus, Pablo Brockmann, años de investigación evidencian que hay múltiples impactos en las personas que se exponen de manera sistemática a la contaminación. Los más comunes son los efectos cardiovasculares y las enfermedades respiratorias. Entonces, ¿cuál sería la relación entre las partículas contaminantes y los trastornos psicológicos?
Patologías físicas y mentales
Es importante saber que el vínculo entre la contaminación y las enfermedades se realiza por medio de estudios asociativos, investigaciones a largo plazo que encuentran que la tasa de enfermedades en áreas contaminadas es mayor que en otras zonas. Estos estudios son del tipo epidemiológicos y se han llevado a cabo en diferentes partes del mundo, como en China, Estados Unidos y varios en Inglaterra.
El deterioro cognitivo y los diagnósticos como la depresión o ansiedad son forman parte de los nuevos estudios.
En los últimos días dos investigaciones asociaron la contaminación a un mayor riesgo de trastornos mentales. Ambas se publicaron en Jama Network -consorcio de la Asociación Médica Americana- entre el 1 y el 10 de febrero, y utilizaron datos de Reino Unido y Estados Unidos, respectivamente. Los estudios se deben, en parte, a la limitada evidencia epidemiológica acerca de la relación entre la contaminación y la salud mental, específicamente episodios de ansiedad, depresión y depresión geriátrica (en edades tardías).
Los resultados sugieren asociaciones dañinas entre la exposición a largo plazo a la contaminación del aire y un mayor riesgo de depresión, ansiedad y depresión en la vejez. A su vez, que las reducciones a esta exposición podrían aliviar la carga de ambas enfermedades.
Para Brockmann, el factor novedoso de las investigaciones reside en el mecanismo de un severo daño tóxico de ciertos hidrocarburos cíclico y partículas de 2.5 de micrones. “Entran al torrente sanguíneo, interactúan con nuestras células y producen lo que se llama el estrés oxidativo. Finalmente, lleva a una cascada de deterioro cognitivo, ansiedad y otras patologías mentales”.
“En un estudio se mostró que los habitantes que vivían en zonas más bien contaminadas tenían mayores trastornos del sueño, consecuentemente también una conducta distinta; hiperactiva, ansiosa y problemas escolares” añade el especialista broncopulmonar, en función de una investigación sobre niños y adolescentes. Respecto a los adultos mayores, el especialista indica que hay bastantes investigaciones que señalan una relación entre los contaminantes y la demencia y otras enfermedades degenerativas.
Aunque no está completamente demostrado a nivel molecular, Brockmann aclara: “Hay varios estudios en laboratorio y en animales que muestran que estas partículas, especialmente derivadas de hidrocarburos cíclico, podrían incidir en el deterioro axonal y neuronal en el sistema nervioso central”.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.