La ciencia ha experimentado un a avance exponencial en las últimas décadas: cada vez, se genera más conocimiento en menos tiempo. Actualmente, este nuevo conocimiento se comunica a través de casi tres millones de publicaciones científicas al año.
La mayor parte de esta ciencia, y en Chile prácticamente toda, se produce en instituciones públicas y es financiada por el Estado, es decir, con el dinero de todos. En consecuencia, la sociedad tiene el derecho a participar de esta verdadera revolución científica y estar debidamente informada sobre ella. Tiene derecho de participar del avance científico.
Afortunadamente, en los últimos años se ha generado un gran interés por conocer sus novedades e hitos más relevantes, reflejado en el creciente número de noticias científicas en los medios de comunicación. Sin embargo, la tarea de difundir la ciencia en la sociedad no es fácil; nadie puede leer tres millones de artículos al año, ni mucho menos.
A su vez, con este enorme volumen de información resulta difícil diferenciar la buena ciencia de la mala para los que no son expertos en el área. Sí, hay mucha ciencia mala, difundida a través de publicaciones con datos irrelevantes o manipulados, que no aportan ningún conocimiento nuevo real.
En efecto, en el mundo se ha generado una verdadera industria de revistas truchas y de congresos falsos, que bombardea a los científicos con ofrecimientos para publicar cualquier cosa sin la debida revisión por pares anónimos, a cambio de unos cientos o miles de dólares. Aunque los científicos recibimos estas ofertas engañosas a diario, afortunadamente la mayoría las descartamos rápidamente. Sin embargo, ya que la presión de publicar es muy fuerte para mantenerse vigente en el medio científico, algunos investigadores caen en la trampa, o lo hacen conscientemente, prestándose para este engaño.
Quienes seleccionan aquellos avances científicos que se consideran verdaderos y relevantes para ser divulgados a la sociedad por los medios de prensan son, en general, periodistas con formación científica, pero de estos hay pocos en Chile. Algunos hallazgos espectaculares, como el Bosón de Higgs (la partícula de Dios) por ejemplo, han sido ampliamente difundidos en los medios. Pero estos hallazgos, por lo sorprendentes que sean, no son frecuentes. La realidad es que la ciencia moderna tiende a avanzar en rápidos y pequeños pasos mediante el trabajo de muchos científicos, lo que hace aún mas difícil este proceso de selección.
En el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (CINV), hemos generado un innovador sistema para identificar la buena neurociencia y hacer que el público participe de ella: Desde el año 2012 dirigimos a un taller, llamado NeuroNews, donde estudiantes de Magister y Doctorado en Neurociencia buscan y seleccionan los avances científicos recientes que les parecen más relevantes para la sociedad, y presentan sus ideas a un panel de estudiantes e investigadores.
Las publicaciones elegidas son luego convertidas a un lenguaje amigable y entendible para el público general, gracias a este esfuerzo concertado. El resultado son artículos sobre los últimos hallazgos en la neurociencia, que cualquier persona sin formación científica podría entender y que son publicados en prensa de alcance nacional.
Hemos decidido compilar y editar una selección de los mejores de estos artículos de los últimos años en el libro "DeMente - El cerebro, un hueso duro de roer", que busca llevar este nuevo modelo de divulgación hacia el público. Creemos que la mejor manera de derrotar las Fake News científicas es con más y mejor conocimiento por parte de la ciudadanía, y como centro de investigación de excelencia confiamos en ser un aporte en ello.