Derrame cerebral a demencias: frituras, bebidas dietéticas, alcohol y azúcar pueden dañar tu cerebro
El omega-3, los frutos secos y la palta son alimentos que benefician el área cognitiva, pero algunos excesos de otros alimentos pueden causar el efecto contrario viéndose reflejados en problemas a corto o largo plazo.
Tener una dieta balanceada trae consigo efectos positivos en el cuerpo y mente. Estudios en esa materia hay muchos. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), llevar una alimentación saludable podría ayudar a los adultos a vivir más tiempo, mantener la piel saludable, estimular la inmunidad y ayudar al sistema digestivo.
¿Y qué ocurre a nivel de la salud mental? Investigaciones indican que una buena alimentación se relaciona a menos índices depresivos y a un aumento del estado de ánimo y optimismo. Aunque esto también depende de otras rutinas, como los hábitos del sueño y ejercicio.
Siempre se ha dicho que las pasas ayudan a la memoria, pero hay otros alimentos beneficiosos para el cerebro. Fernanda Larenas, nutricionista de Vidaintegra, afirma que tener una alimentación equilibrada “evita que el cerebro tenga desgaste o sufra algún riesgo de enfermedad neuronal”.
Es el caso de los llamados pescados azules, como el salmón, el congrio, la trucha, el atún y la sardina, entre otros. Todos ellos, dice Larenas contienen ácido graso omega-3, “esto genera un menor deterioro cognitivo y menor riesgo de sufrir enfermedades como Alzheimer”.
Los frutos secos, como almendras, castaña de cajú, maní, nueces, entre otros, junto con las aceitunas y la palta, también ayudarían a la prevención del deterioro cognitivo.
Un estudio de 2020 que analizó el consumo de nueces, indica que investigaciones en animales y humanos han sugerido que la suplementación dietética a largo plazo con nueces puede reducir el riesgo o retrasar el inicio o progresión del deterioro cognitivo leve, la enfermedad de Alzheimer y otros trastornos cerebrales.
La razón de eso estaría, indica el trabajo en que las nueces tienen múltiples componentes con efectos antioxidantes y antiinflamatorios, que pueden tener efectos aditivos o sinérgicos en la supresión de la inflamación y el daño oxidativo del cerebro. Las nueces reducen el estrés oxidativo no solo al disminuir los niveles de radicales libres, sino también al aumentar la defensa antioxidante, lo que reduce el daño oxidativo a los lípidos y las proteínas.
En el caso de los cítricos y verduras ricos en vitamina C generan un mejor desempeño también gracias a su nivel de antioxidantes.
Muchas veces no pensamos en cómo puede afectar la alimentación en nuestro cerebro. Sin embargo, algunos estudios sugieren que los alimentos altamente procesados, aquellos elaborados principalmente con ingredientes industriales, dañan la memoria, mientras que otros alimentos pueden dañar los vasos sanguíneos, los cuales suministran sangre al cerebro.
Azúcar añadida
El cerebro utiliza la glucosa –o también conocida como el azúcar en la sangre– como un suministro de combustible, explicó Dalia Lorenzo, neuróloga del Miami Neuroscience Institute en una nota del mismo centro.
“Entonces, por ejemplo, un músculo puede usar glucosa. Pero luego, cuando se agota, tiene algunas reservas en forma de glucógeno y grasa. En el cerebro, la situación es diferente. El cerebro no tiene depósitos ni reservas de energía, y realmente depende minuto a minuto de la glucosa que le proporciona la circulación”, aclaró.
El exceso de azúcar se ha asociado durante mucho tiempo con enfermedades cardiovasculares y metabólicas como la obesidad, con las enfermedades cardíacas y la diabetes tipo 2, pero poco se sabe acerca de sus efectos a largo plazo en el cerebro humano.
Pero, ¿qué sucedería con un alto consumo de azúcar? La neuróloga explicó que puede afectar el ánimo y el comportamiento. Pueden verse muchos cambios de humor cuando sube la glucosa. Hay estudios que afirman que la gente no puede pensar rápido ni concentrarse.
Así mismo, se podría llegar a sobreestimular las células nerviosas –o neuronas, las encargadas de enviar y recibir mensajes entre el cuerpo y el encéfalo– , causando daños que podrían ser irreparables.
Las bebidas o gaseosas azucaradas también entran en esta lista. Según WebMD, un estudio reveló una correlación entre personas las personas que tienden a consumir té y bebestibles azucarados y una alta probabilidad de padecer problemas de memoria. Mientras que las bebidas energéticas pueden causar daños a la salud cardiovascular.
Bebidas diet ¿inocuas?
Una historia similar ocurre con las bebidas dietéticas. Quienes beben al menos un refresco al día tienen casi tres veces más probabilidades de sufrir un derrame cerebral o desarrollar demencia. Así lo indicó un estudio de 2017 de la Universidad de Boston y publicado en journal Stroke, que detalla no estableció causalidad, solo una correlación, pero las bebidas dietéticas “podrían no ser una alternativa saludable”.
Un artículo de 2019 de Max Healthcare –una cadena de hospitales de la India– señala que algunas investigaciones relacionan el consumo de bebidas dietéticas con accidentes cerebrovasculares y Alzheimer. Mientras que el aspartamo –uno de los edulcorantes artificiales o sustitutos de azúcar más usados– también podría sobreestimular las células cerebrales a largo plazo, además de tener un efecto dañino en la salud intestinal.
El aspartamo también se ha relacionado con problemas cognitivos y de comportamiento, según señala un artículo de 2018. “Los posibles síntomas neurofisiológicos incluyen problemas de aprendizaje, dolor de cabeza, convulsiones, migrañas, estados de ánimo irritables, ansiedad, depresión e insomnio”. Así mismo, el estudio afirmó que aún es necesaria una mayor investigación sobre los efectos neuroconductuales de esta sustancia.
Se han presentado varias hipótesis sobre cómo los edulcorantes artificiales pueden causar ese daño, desde la transformación de las bacterias intestinales hasta la alteración de la percepción del dulce por parte del cerebro. Se necesita más investigación para descubrir los mecanismos subyacentes.
Carbohidratos
Los carbohidratos –como el arroz, fideos, entre otros– son fundamentales en la dieta diaria. Sin embargo, la doctora Uma Naidoo, psiquiatra nutricional, experta en cerebro y docente de la Escuela de Medicina de Harvard, dijo a la CNBC que el “pan, pasta y cualquier otra cosa hecha con harina refinada, pese a que no tienen un sabor dulce, su cuerpo los procesa de la misma manera que lo hace con el azúcar”.
Los carbohidratos refinados generalmente tienen un alto índice glucémico (IG), según una nota de Healthline. El cuerpo digiere rápidamente este tipo de alimentos, por lo que provoca un aumento del azúcar en la sangre, afectando la memoria y salud mental.
Así como no debería haber excesos, tampoco debería haber deficiencias a la hora de alimentarse. Larenas afirma que los carbohidratos son “el combustible para el nuestro cuerpo completo, alimentos principales para una buena función tanto para el metabolismo como la función cerebral, si estos no están el cuerpo simplemente no trabaja como debería y todo lleva a un deterioro tanto metabólico como cerebral”.
Grasas y frituras
En el caso de las frituras o la comida rápida, su consumo no es muy recomendado, de hecho, lo ideal es reducir su ingesta lo más posible.
Un estudio publicado en 2016 por Cambridge University Press asoció a las dietas que incluía comida frita y carne procesada con puntajes más bajos a nivel de memoria y aprendizaje.
La doctora Naidoo afirmó que la razón probable de esto es que “estos placeres culposos causan inflamación, lo que puede dañar los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro”.
Mientras que una dieta rica en grasas trans, colesterol y grasas saturadas puede generar posibles problemas vasculares e intestinales. Pero, ¿cómo afecta esto al cerebro? Pues, todo está conectado. Una alimentación con excesos de estos alimentos podría desencadenar en lesiones neuronales, accidentes cerebrovasculares, deterioro cognitivo y demencia.
En 2019, un estudio publicado en la revista Neurology señaló que las personas con niveles más altos de grasas trans en la sangre pueden tener entre un 50% y un 75% más de probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer o demencia por cualquier causa.
Alcohol
El consumo del alcohol es común. Pero el exceso de esta bebida puede causar tanto problemas a otros como al sujeto mismo. En Chile, el Ministerio del Desarrollo hizo un estudio sobre el consumo de alcohol y drogas en personas mayores, el 58% de las personas que bebieron el último mes se emborracharon.
Los efectos del alcohol en el cerebro pueden medirse tanto de corto a largo plazo. Desde el momento en que se inicia su consumo, el cuerpo empieza a reaccionar a la sustancia, por ejemplo, suprimiendo la actividad de las neuronas y provocando los reflejos lentos, la dificultad para hablar o los movimientos más inestables.
“Si el consumo excesivo de alcohol continúa durante un largo período de tiempo, provoca cambios crónicos en la actividad de los neurotransmisores e incluso anomalías estructurales. Los estudios de imágenes realizados en pacientes con alcoholismo muestran atrofia en las regiones del cerebro responsables de la memoria a corto y largo plazo, el equilibrio y las emociones” dijo a WebMD Marina Tsoy-Podosenin, psiquiatra de adicciones y profesor asistente clínico en el Departamento de Psiquiatría de Stony Brook Medicine.
Una investigación de más de dos décadas publicada en 2018 señaló que los adultos que consumen el equivalente a siete copas de vino o más a la semana son más propensos que los bebedores ligeros (que consumen menos que esa cantidad) a desarrollar demencia en sus últimos años. Además, indicaron que las personas que consumían más de 14 unidades a la semana, cada aumento de 7 unidades en el consumo de alcohol se asoció con un aumento del 17% en el riesgo de demencia.
Una investigación sobre la relación entre el consumo de alcohol y la demencia de 2019, realizó una revisión de 28 publicaciones científicas sobre el tema desde enero de 2000 hasta octubre de 2017, y aclara que aunque no se pudo establecer la causalidad, si entregó mayores antecedentes. Entre ellos, que el consumo leve a moderado de alcohol en la edad adulta media o tardía se asoció con un menor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. En cambio, el consumo excesivo de alcohol se asoció con cambios en las estructuras cerebrales, deterioro cognitivo y un mayor riesgo de todos los tipos de demencia.
Los efectos a nivel cerebral, detalla el estudio se dan, entre otros, por el etanol y su metabolito, el acetaldehído, que tienen un efecto neurotóxico directo, lo que provoca un daño cerebral estructural y funcional permanente. Además, el consumo excesivo crónico de alcohol puede dar lugar a una menor absorción de tiamina en el tracto gastrointestinal y una menor utilización de tiamina en las células, lo que lleva al síndrome de Wernicke-Korsakoff, un trastorno cerebral debido a la deficiencia de tiamina.
Las bebidas alcohólicas también pueden significar otros riesgos, ¿cómo? Incrementando las probabilidades de tener problemas cardiovasculares y sufrir un accidente cardiovascular.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.