Charles Darwin, el famoso naturalista inglés, reconocido por la teoría de la selección natural como explicación para la evolución biológica de las especies, descubrió el año 1834 en Argentina, durante el llamado “Viaje del Beagle”, los restos de un peculiar animal de grandes proporciones.
Aquellos restos fragmentarios fueron transportados a Inglaterra, donde posteriormente fueron estudiados por Richard Owen, fundador del Museo de Historia Natural de Londres y creador del concepto “dinosaurio”. Él fue quien denominó a este extraño animal sudamericano como Macrauchenia -nombre compuesto del griego que significa “gran cuello”- el que clasificó filogenéticamente como Pachydermata, orden de mamíferos actualmente descartado y que agrupaba a animales como elefantes, rinocerontes, tapires e hipopótamos, algunos de los cuales hoy sabemos que no están íntimamente relacionados.
Estos fueron los primeros hallazgos relacionados con la Macrauchenia patachonica, mamífero ungulado (que camina con el extremo de los dedos y poseen pezuña) que aún es considerado un enigma evolutivo por su curiosa anatomía.
El famoso animal nativo de Sudamérica, representado en películas infantiles como la Era del Hielo, esta vez fue parte de un nuevo hallazgo paleontológico muy importante en el norte de Chile, ya que podría complementar la información actual que se tiene de este mamífero y los conocimientos adquiridos tras el rescate de restos fósiles de otras cinco Macrauchenias en el yacimiento paleontológico Kamac Mayu en Calama hace 19 años (2004).
Descubren fósiles de un Macrauchenia, uno de los animales más misteriosos que habitó la Tierra
Durante el desarrollo del proyecto Changos - Kimal, una línea de alta tensión de 2x500 kV, situada en la Región de Antofagasta y cuyo trazado recorre las comunas de Mejillones, Sierra Gorda y María Elena, con una longitud de 138 kilómetros, la empresa a cargo, Transelec tuvo especial cuidado con el patrimonio paleontológico de la zona.
“Como protocolo, en toda obra, siempre contamos con arqueólogos en terreno para monitorear todas las intervenciones de los tramos y áreas identificadas como potenciales fosilíferos, para así asegurar la protección de cualquier hallazgo”, explica Loreto Guzmán, jefa de proyectos de Medio Ambiente Transelec.
Para ello, monitoreó en todas las intervenciones de los tramos y áreas identificadas como potenciales fosilíferos - es decir, que contienen fósiles - cercanas a las obras del proyecto para así asegurar la protección de posibles hallazgos.
Fue así como en julio de 2019, se descubrió la presencia de restos óseos. De acuerdo al protocolo, las obras se detuvieron y el hallazgo fue comunicado al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).
El rescate paleontológico tomó más de dos años debido al tiempo que toma recolectar todos los restos, sumado a ello la pandemia. En el proceso se identificaron invertebrados de ambiente lacustre/fluvial (humedales o ríos) en la Formación El Batea, y un nuevo yacimiento con múltiples vertebrados pleistocenos pertenecientes a la Formación Quillagua (Plioceno-Pleistoceno).
Pero, dentro de las 1.613 especies recolectadas destaca la identificación de los restos óseos de la Macrauchenia, ya que es uno de los mamíferos extintos más enigmáticos que habitó la Tierra hace unos 66 millones de años, durante la última edad de hielo, en Sudamérica.
Asimismo, a su reconocimiento se suma que, existen múltiples incógnitas sobre este animal que sólo vivió en Argentina, Chile, Uruguay y sur de Brasil, según los fósiles que se han encontrado hasta ahora.
Restos pertenecen a un joven ejemplar de este misterioso animal
El hallazgo ocurrió específicamente en en la formación Quillagua, que es una unidad geológica de una edad pliocena-pleistocena, de aproximadamente 5 millones de años hasta 18.000 años de antigüedad.
Precisamente, el esqueleto recuperado y analizado corresponde a una macrauchenia joven, “un cachorrito” como describieron las paleontólogas del proyecto.
Con un esqueleto semi-articulado con todas sus regiones anatómicas salvo por el cráneo y algunas falanges y vértebras, este mamífero terrestre es uno de los esqueletos más completos de esta especie encontrado en en norte de Chile.
Con las investigaciones de estos restos, se puede decir que este animal, murió muy cerca del lugar dónde se encontró y fue arrastrado un poco por la corriente donde perdió su cráneo.
Por otro lado, la concentración de los huesos de pequeños vertebrados cerca de la Macrauchenia hallada en el proyecto Los Changos-Kimal, permite inferir que posiblemente este último podría haber actuado como dique incidental, formando una acumulación de restos de vertebrados diversos, que incluyen una fauna extinta. Así, este sitio ofrece implicancias para la interpretación paleontológica y paleoambiental del sector.
En tanto, entre los invertebrados se recolectaron muestras representativas de 25 en total; y en un espacio de 5 m2, en el interfluvio de los ríos Loa y San Salvador, otras especímenes mamíferos que lograron ser identificados como Camelidae, Vicugna provicugna y roedores. Dentro de este último grupo se identificaron especies como Ctenomys, Chinchillidae, Cricetidae y Caviomorpha, asimismo, se reconocieron elementos asociados y aislados de múltiples anfibios, la mayor parte referibles a Telmatobius.
También, se encontraron aves, correspondiendo a 18 materiales indeterminados y dos restos de Falconidae.
Tras meses de análisis e investigación por parte del equipo de Paleo Consultores, los restos óseos de la Macrauchenia fueron entregados por Transelec en julio de este año al Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama (Muhncal), en la ciudad de Calama, el cual actualmente resguarda las cinco Macrauchenias halladas en el yacimiento Kamac Mayu.
“Este es un notable hallazgo que nos enseña de mejor manera a entender lo que fue el cuaternario en esta región, con un medio ambiente totalmente difernte al que nosotros conocemos en la actualidad, con mucha vegetación y agua, lo que permitió el desarrollo de estos grades mamíferos” expresó Osvaldo Rojas, director del Muhncal.
“Es un orgullo haber sido parte de este hallazgo, desde el primer día existió un interés en saber, aprender, acompañar y ser parte del rescate de este patrimonio natural que nos permite conocer y reconocer el pasado. Además, tal fue la relevancia de este suceso que fue presentado en el II Congreso Chileno de Paleontología, donde los paleontólogos hicieron un reconocimiento a Transelec Concesiones como empresa tras esta titánica tarea” señala Loreto Guzmán.
Un mamífero muy peculiar
Pese a su parecido con vicuñas o camellos, los macrauquénidos no tenían parentesco cercano con estos animales, con los que compartía el rasgo de poseer unas vértebras cervicales muy alargadas. “Hay una convergencia evolutiva entre estos dos grupos, porque no están emparentados para nada, pero se parecen mucho -por ejemplo- en la anatomía del cuello”, explicó en una nota de Qué Pasa, Hans Püschel, el paleontólogo de la U. de Chile.
La Macrauchenia patachonica, en particular, se estima que llegó a pesar hasta una tonelada, por lo que se podría considerar un mamífero bastante grande, con patas y cuello largo.
Se piensa, además, que poseía una trompa en el extremo del hocico, rasgo que se mantiene como una de las grandes interrogantes sobre este animal. “Es muy interesante su anatomía craneal, ya que tiene el hueso nasal muy retraído, está casi al nivel de los ojos, muy arriba, muy hacia atrás en el cráneo, y eso podría ser indicio de que tuvo una trompa, pero en realidad no lo sabemos porque no se ha preservado la parte del tejido blando. Solo podemos observar que es muy peculiar su anatomía. Incluso hay un estudio que propone que quizás tuvo un labio superior desarrollado, como los alces, pero es algo que todavía está en discusión”, detalló en la misma nota Püschel.
¿Fueron los humanos la causa de su extinción?
La mayoría de los restos fósiles de la Macrauchenia patachonica que se conocen son principalmente del Cono Sur de Sudamérica, sobre todo de la pampa y la patagonia de Argentina.
Además, coexistió con los humanos al menos por un par de milenios. “El último registro es de inicios del Holoceno, como de hace 12 mil años atrás. Entonces, obviamente convivió con humanos porque sabemos que habían en Sudamérica. Por ejemplo, en Monteverde, que tiene una data de más de 14 mil años. Así que de todas maneras hubo convivencia de algunos miles de años”, afirmó el investigador.
Actualmente las mayores interrogantes están en el área de la paleobiología. “Hay muchas cosas que no se han hecho. Hoy existen técnicas nuevas para estudiar, por ejemplo, la locomoción, cómo este animal se movía, porque si bien se parecía a un camello igual hay temas muy particulares en las piernas. Por ejemplo, posee una expansión muy marcada del hueso radio de su pata delantera. Yo revisé un poco eso en la identificación de Micrauchenia saladensis, y en realidad no encontré parangón con algún mamífero actual. Entonces, eso todavía es un misterio, y creo que hay que tratarlo con nuevas técnicas que miren, por ejemplo, estreses en los huesos, hacer simulaciones de fuerza, y tratar de entender qué tipo de conducta tenía el animal que favorecía este tipo de adaptaciones óseas”, indicó el paleontólogo.