Hoy en día conocemos cerca de 5.000 planetas extrasolares, cuyas características muestran una gran variedad. Entre estos planetas hay muchos ejemplos de objetos que no se parecen en nada a los del Sistema Solar, como los “Júpiters calientes”, planetas gigantes muy cercanos a su estrella, o super-Tierras y mini-Neptunos, con un tamaño intermedio entre esos planetas.

Los planetas se forman en discos protoplanetarios, estructuras planas de gas y polvo que giran alrededor de estrellas jóvenes. Durante el siglo XX se desarrollaron modelos de estos discos basados en el Sistema Solar, donde parecía natural que materiales densos sobrevivan cerca de la estrella, formando planetas rocosos, mientras que más lejos los planetas también contengan gas e hielo. Este modelo básico debió ser revisado cuando se descubrieron los Júpiters calientes: al considerar la migración de planetas gigantes a través del disco, se entiende cómo pueden encontrarse muy cerca de su estrella. En general, mientras más planetas descubrimos, especialmente casos extremos, más podemos refinar los modelos de formación planetaria.

Recientemente, un equipo liderado por Markus Janson reportó en la revista Nature el descubrimiento de un planeta alrededor de b Centauri (no confundir con beta Centauri, que podemos ver fácilmente en el cielo nocturno).

¿Por qué este planeta es importante, si ya conocemos tantos? Primero, b Centauri es una estrella binaria, no una estrella solitaria como nuestro Sol. Segundo, el planeta está a una distancia de 550 unidades astronómicas de la binaria, equivalente a 100 veces la distancia entre el Sol y Júpiter. Tercero, la masa de este planeta es unas 10 veces mayor que la de Júpiter. Todas estas características son inusuales, pero no únicas, ya que conocíamos algunos ejemplos anteriores. Lo realmente novedoso de este descubrimiento no es el planeta en sí, sino las estrellas en torno a las que orbita. La binaria tiene una masa 8 veces mayor que la del Sol. Hasta ahora, no se conocía ningún planeta alrededor de una estrella con más de 3 masas solares, por lo que se suponía que la potente radiación de estas estrellas no permitía que el disco formara planetas.

¿Cómo se pudo haber formado este planeta entonces? En general el material de un disco protoplanetario cae hacia la estrella central, pero alrededor de una binaria el movimiento de ésta tiende a mantener el gas alejando. Esta diferencia podría permitir que los planetas tengan más tiempo de formarse muy lejos de la binaria, como ha mostrado el trabajo de nuestro Núcleo. Al mismo tiempo, la radiación muy energética de estas estrellas hace que el gas se evapore rápidamente en la región interna, evitando que el planeta recién formado migre hacia el interior, quedándose para siempre muy lejos de las estrellas.

Podemos imaginarnos ahora cómo sería estar allá. Para empezar, no podríamos estar en el planeta mismo, que tendría superficie gaseosa, pero quizás sí en alguna de sus lunas, que podrían ser tan grandes como planetas terrestres. Desde ahí veríamos a la estrella binaria pequeña en el cielo, por su lejanía, y más azul que nuestro Sol, por su radiación energética. Tal vez algún día nuestros descendientes puedan admirar ese paisaje.

*Profesor Asociado, Facultad de Artes Liberales, Universidad Adolfo Ibáñez. Investigador Asociado, Núcleo Milenio de Formación Planetaria.