Desde 300.000 millones de dólares de financiamiento hasta el comercio mundial de carbono: lo que se logró (y lo que no) en la COP29
El acuerdo, alcanzado en una jornada extraordinaria de la conferencia de dos semanas en la capital de Azerbaiyán, debía impulsar los esfuerzos internacionales para frenar el cambio climático, pero el tratado final frustró a los países en desarrollo.
En lo que se ha transformado en parte de la ecuación habitul de las COP, la edición 29 del evento climático que se desarroló durante dos semanas en Bakú, capital de Azerbaiyán, no sólo terminó el domingo en la madrugada -dos días después de lo calendarizado- sino también con sensaciones disímiles.
Mientras algunos aplaudieron el acuerdo final al que se arribó en el final de la cita, otro lo tildaron de insuficiente.
El acuerdo final incluye que las naciones más ricas reunidas en la cumbre COP29 de Bakú aceptaron un financiamiento global de 300.000 millones de dólares para ayudar a las naciones más pobres a hacer frente a los impactos del cambio climático.
Estos fondos ayudarían a los países en desarrollo a abandonar los combustibles fósiles, adaptarse al calentamiento global y responder a las pérdidas y los daños provocados por los desastres climáticos
Sin embargo, este acuerdo fue criticado por sus destinatarios como deplorablemente insuficiente.
El acuerdo busca impulsar los esfuerzos internacionales para frenar el calentamiento global en un año destinado a ser el más caluroso en los registros. Pero muchos destinatarios de estos fondos se sientieron frustrados por lo que consideran una cantidad muy lejos de sus expectativas.
“Es solo una ilusión óptica”: Países en desarrollo tildan de insuficiente acuerdo de US $ 300.000 millones en COP29
Chandni Raina, representante de la delegación india, dijo en la sesión plenaria de clausura de la cumbre, minutos después de que se aprobara el acuerdo que el documento “no es más que una ilusión óptica”. “En nuestra opinión, esto no abordará la enormidad del reto al que todos nos enfrentamos”.
En contraste, el responsable de Naciones Unidas para el clima, Simon Steill, reconoció las dificultades de dos semanas de agotadoras negociaciones que condujeron al acuerdo, pero saludó el resultado como una póliza de seguro para la humanidad.
“Ha sido un camino difícil, pero hemos llegado a un acuerdo”, dijo Steill. “Este acuerdo mantendrá el auge de las energías limpias y protegerá miles de millones de vidas”.
“Pero como cualquier póliza de seguros -solo funciona- si las primas se pagan en su totalidad, y a tiempo”, agregó.
El nuevo objetivo sustituye al anterior compromiso de los países desarrollados de aportar 100.000 millones de dólares anuales a la financiación de los países más pobres para 2020. Ese objetivo se cumplió con dos años de retraso, en 2022, que y expira en 2025.
Si bien este objetivo representa triplicar la meta anterior, está muy lejos de los 400.000 a 900.000 millones de dólares que muchos países en desarrollo habían solicitado en financiación de los gobiernos ricos.
Los representantes de los países en desarrollo, decepcionados, lo calificaron de “suma insignificante” y “broma”. Además, no alcanza lo que los expertos dicen que se necesita para 2035 para satisfacer las necesidades globales de financiación para hacer frente al cambio climático.
La cumbre debía haber concluido el viernes, pero se prolongó más de lo previsto porque los negociadores de casi 200 países tuvieron muchas diferencias para adoptar un consenso sobre el plan mundial de financiación climática para la próxima década.
La cumbre se centró en el debate sobre la responsabilidad financiera de los países industrializados -cuyo uso de combustibles fósiles ha provocado la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero- para compensar a los demás por el deterioro causado por el cambio climático.
También puso de manifiesto las divisiones entre los gobiernos ricos, limitados por presupuestos nacionales ajustados, y las naciones en desarrollo sufren por los costos de tormentas, inundaciones y sequías.
Los países buscan dinero para cumplir el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados por sobre los niveles preindustriales.
Según el informe de la ONU sobre la brecha de emisiones de 2024, el mundo va camino de alcanzar un calentamiento de hasta 3,1 ºC a finales de este siglo, ya que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y el uso de combustibles fósiles siguen aumentando.
La lista de países que deben contribuir -unas dos docenas de países industrializados, entre ellos Estados Unidos, naciones europeas y Canadá- se remonta a una decidida durante las conversaciones de la ONU sobre el clima en 1992.
Los Gobiernos europeos han pedido a otros países que se unan a ellos, como China, la segunda mayor economía del mundo, y los países ricos en petróleo del Golfo. El acuerdo anima a los países en desarrollo a contribuir, pero no los obliga.
El acuerdo también incluye el objetivo más amplio de recaudar 1,3 billones de dólares anuales para la financiación de la lucha contra el cambio climático de aquí a 2035, cifra que incluiría fondos de todas las fuentes públicas y privadas y que, según los economistas, se corresponde con la suma necesaria para hacer frente al calentamiento global.
Mercados de carbono
Uno de oos logros más aplaudidos del evento, fue el acuerdo de las reglas esenciales para un mercado global de comercio de carbono, absolutamente necesario para que el Acuerdo de París de 2015 sea completamente operativo.
El acuerdo, alcanzado casi una década después de que se iniciaron las conversaciones internacionales para crear el mercado, giraba en torno a cómo garantizar la credibilidad del sistema para que pueda reducir de forma fiable las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático.
Los créditos de carbono se crean a través de proyectos como la plantación de árboles o la instalación de parques eólicos en un país pobre, que reciben un crédito por cada tonelada métrica de emisiones que reducen o absorben de la atmósfera. Los países y las empresas pueden comprar esos créditos para alcanzar sus objetivos climáticos.
El factor Trump
La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses de este mes había suscitado dudas entre algunos negociadores sobre si la mayor economía del mundo contribuiría a cualquier objetivo de financiación climática acordado en Bakú.
Trump, un republicano que asumirá el cargo en enero, ha calificado el cambio climático de engaño y ha prometido retirar de nuevo a Estados Unidos de la cooperación internacional en materia climática.
Por eso, al principio, las expectativas para la conferencia eran bajas. Estados Unidos acababa de votar por el regreso del negacionista climático Donald Trump. Y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, declaró que el petróleo y el gas eran un “regalo de Dios” en un evento inaugural.
Pero incluso con estos considerables vientos en contra, se lograron avances.
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