Desde los estudios hechos por Darwin, ecosistemas de algas de la Patagonia siguen siendo los menos perturbados del planeta
Para el análisis, se caracterizaron 309 bosques de algas gigantes: se consideraron sus atributos geoespaciales costeros, se analizaron los registros de temperatura de la superficie del mar, se superpusieron cartas náuticas y se hicieron estudios históricos, entre otras acciones.
En sus relatos sobre el Viaje del Beagle, hace casi 200 años, parte de las anotaciones de Charles Darwin tuvieron que ver con los ecosistemas subantárticos del alga gigante Macrocystis pyrifera en la Patagonia de Chile y Argentina. Esas mismas anotaciones fueron las que un grupo de científicos analizó y tomó como punto de referencia para determinar cómo ha variado la extensión de bosques de algas -o kelps- en esa parte del planeta.
Lo que hicieron los investigadores - guiados por Alejandra Mora, bióloga marina chilena, Doctora en Geografía y Medioambiente de la Universidad de Oxford, y en el que participaron científicos chilenos y el equipo científico de National Geographic Pristine Seas- fue comparar los escritos de Darwin con otras otras cartas náuticas del siglo XIX y principios del XX, con encuestas realizadas durante 1970 y 1980 y con algoritmos de detección de satélites de 1984 a 2019.
Para el análisis, se caracterizaron 309 bosques de algas gigantes: se consideraron sus atributos geoespaciales costeros, se analizaron los registros de temperatura de la superficie del mar para confirmar los rangos de temperatura durante las últimas cuatro décadas, se superpusieron cartas náuticas, estudios históricos, fotogrametría aérea, estudios de vehículos aéreos no tripulados e imágenes de satélite para evaluar la distribución espacial de las copas de los bosques de algas marinas, en el periodo de 1829 a 2020.
Tras esto, se logró determinar -considerando los extensos cambios naturales y los daños provocados por el hombre durante los últimos dos siglos- que en la Patagonia -específicamente en las ecorregiones marinas de Canales y Fiordos del Sur de Chile, Islas Malvinas y la isla de Georgia del Sur- estos ecosistemas de algas marinas son notablemente persistentes y se mantienen casi inalterados.
De acuerdo al estudio, se descubrió, además, que las corrientes oceánicas y la exposición a las olas, combinadas con la configuración geomorfológica de la costa, son los factores más críticos para predecir la extensión de los bosques de algas.
Según se indica en la publicación, si bien existe una mayor conciencia de la necesidad de proteger los ecosistemas terrestres, en el caso del fondo marino se ha dado menor atención. Esto ocurre pese a que los kelps se consideran especies fundamentales que aumentan el número y la diversidad de especies en la zona donde están presentes, aunque en muchas regiones del planeta, estos los bosques de algas marinas se están degradando.
Ya lo decía Darwin en sus relatos: “Solo puedo comparar estos grandes bosques acuáticos del hemisferio sur con los terrestres de las regiones intertropicales; sin embargo, si en cualquier país se destruyera un bosque, no creo que perecieran tantas especies de animales como aquí, por la destrucción de las algas marinas”.
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