“Deseo hipoactivo”: ¿por qué los chilenos están teniendo menos sexo?
Medicamentos y las consecuencias de la pandemia se dejan sentir en las relaciones de pareja. Expertas en sexualidad abordan este tema y entregan las principales recomendaciones ante este tipo de situaciones.
¿Qué tiene que ver una pandemia con la conducta sexual en Chile? Las consecuencias que dejó el confinamiento y la incertidumbre en su momento más crítico todavía genera secuelas entre las personas. Tanto así, que se han dejado notar en la intimidad de miles de chilenos y chilenas.
El encierro, la falta de privacidad y el aumento del consumo de antidepresivos fueron algunos de los gatillantes de una disminución del deseo. El tener que compartir las 24 horas con una misma persona que antes no lo hacía, los que tenían que compartir con sus hijos, repartirse las tareas domésticas y adaptarse al trabajo tuvo un efecto sobre la vida sexual.
“Deseo hipoactivo”: ¿por qué los chilenos están teniendo menos sexo?
En ese momento se desencadenaron distintos tipos de disfunciones sexuales, y una de ellas fue el deseo hipoactivo, la disminución del interés por realizar encuentros.
Un estudio realizado por el Centro Mi Intimidad constató que durante los años de pandemia, el 71,7% de las personas indicó que su sexualidad se había visto perjudicada. De este porcentaje, los que más manifestaron un cambio en el deseo fueron aquellos que viven con su pareja (46,5%); seguidos por los que tienen pareja estable, pero no conviven (16,5%); los que estaban iniciando una relación de pareja (4,1%), y los que no tenían pareja (32,9%).
Asimismo, el 25,3% de los hombres reveló que su deseo sexual había disminuido, y el 19% de la muestra de hombres que estudió el Centro Mi intimidad presentó por primera vez en su historia sexual eyaculación precoz y dificultad para mantener y lograr la erección.
“Sabemos que el estrés y las preocupaciones son uno de los peores enemigos de la sexualidad, pues se secreta una hormona llamada cortisol, que nos mantiene en alerta y listos para el combate”, comenta Odette Freundlich, especialista en rehabilitación pelviperineal y directora del Centro Mi Intimidad.
Y todo esto afectó también en la salud mental, según cuenta Freundlich. Muchas personas empezaron a desarrollar cuadros de depresión y angustia que los llevó a comenzar o aumentar algún tratamiento con antidepresivos. Lo paradójico es que este tipo de medicamento influye significativamente en la respuesta sexual. “En el deseo hay mucho más dificultad para experimentar orgasmo o para lograr la erección”, agrega.
Según Clínica Mayo, los antidepresivos con mayor probabilidad de causar efectos secundarios sexuales incluyen a los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, que incluyen el citalopram, escitalopram, fluoxetina, paroxetina y la sertralina. También están los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina, entre los que se encuentran la venlafaxina, desvenlafaxina y la duloxetina.
Por otro lado, también están los antidepresivos tricíclicos y tetracíclicos, como la amitriptilina, la nortriptilina y la clomipramina; y los inhibidores de la monoaminoxidasa, como la isocarboxazida, la fenelzina y la tranilcipromina.
Los ecos de la pandemia y los antidepresivos en la sexualidad chilena
¿Y de qué forma se puede solucionar un problema así? En el caso de que esta falta de deseo sea provocada por antidepresivos, Freundlich destaca que es necesario que el médico que los indicó sepa cuáles de ellos conviene más para recetar en caso de que exista un efecto negativo en la sexualidad.
Gianella Poulsen, psicóloga y jefa de la Unidad de Terapia de Pareja y Sexualidad en Clínica UC Christus detalla que en los últimos años ha aumentado el uso de antidepresivos “y es cierto que sobre todo algunos inhiben el deseo. Pero la mayor consulta por algún tipo de disfunción sexual es por la falta de deseo, tanto en hombres como en mujeres”.
La especialista dice que esto es un factor bastante complejo porque hay causas médicas involucradas que llevaron al paciente a requerir estos fármacos en primer lugar. “Entonces, más que el medicamento, la depresión podría afectar en que no haya apetito sexual”.
Entonces se aborda a la persona en forma integral, y si alguien está con depresión, por ejemplo, fuera de tomar el medicamento, si es que fuera necesario, hay que ver qué es lo que está pasando, por qué está con esta depresión, por qué está con este deseo hipoactivo. “A lo mejor era un problema de relación en la pareja. Entonces tiene que ser abordado en forma multidisciplinaria y no solo tomando un medicamento y olvidarse de tratar las causas o lo que conlleva a que se produzca esta depresión”, enfatiza Freundlich.
La causa de la pandemia, como en un minuto todo el estrés que significó, todo el estado de cambio generó que hubieran mayores consultas en salud mental. “Pero hoy día todavía seguimos con algunas ecos de eso, incluido el contexto actual donde hay mucha incertidumbre. Entonces, vivimos en un alto nivel de estrés”, añade Poulsen. Eso, según indica, influye fundamentalmente en una baja del apetito sexual. “Especialmente más en mujeres que en hombres”.
¿Cómo, entonces, trabajar el deseo? Poulsen cuenta esto a través de una metáfora relacionada con la alimentación. “Si nosotros comiéramos cuando tuviéramos hambre probablemente nos alimentaríamos pésimo”, concluye. Lo mismo debería ocurrir con la formulación de encuentros sexuales. No necesariamente dejarlos supeditados al deseo o a la ausencia de este mismo factor.
Y no, remarca, no es un proceso que se trabaja de manera individual. “La gente queda atrapada con la idea de que casi tendría que tomarse una pastillita mágica para que le despierte el deseo. Y no funciona así. Se co-construye la relación”, cierra la psicóloga.
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