Desde el inicio de la pandemia, y a medida que fueron aumentado los casos de personas fallecidas por Covid-19, un aspecto generacional fue evidente: la tasa de mortalidad en personas mayores de 80 años es casi del 15%, mientras entre los 10 a 39 años, es solo 0,2%.
En Chile, más del 80% de las personas fallecidas corresponde a mayores de 70 años. Por ello, muchas de las medidas preventivas se enfocaron en ellos desde los primeros días.
Algunas de las restricciones fueron prohibición de salida a mayores de 75 años o más. Fomento de la comunicación y relaciones sociales a distancia. Cierre de Centros de Día y prohibición de visitas en Centros de Larga Estadía.
¿Se pueden considerar medidas preventivas de Covid-19 homogéneas para personas mayores? En distintos medios de comunicación personas mayores se han referido a esas medidas como “despiadadas”, “vergonzosas”. También como “un arresto domiciliario”, según consigna el estudio Medidas Nacionales e Internacionales de Confinamiento y Desconfinamiento en los 60+, que compara las pautas de confinamiento y desconfinamiento implementadas en Chile con varios países y realizado por el Observatorio del Envejecimiento, alianza entre la U. Católica y Compañía de Seguros Confuturo.
Resaltan a su vez en esas críticas que muchos se mantienen activos. Algunos cuentan con un nivel de maratonistas y la prohibición de salir a la calle, por ejemplo, les ha provocado, dicen, “un decaimiento rápido de nuestra vitalidad, nuestro estado físico y mental”.
Esas restricciones, además, a muchos los forzó a dejar de trabajar. Por primera vez desde 2016, solo uno de cada mayor de 60 años declara estar ocupado según un estudio. Se quedaron, indican “sin posibilidad de aportar los ingresos que la familia necesita”.
Chile reaccionó rápido para extremar los cuidados en este grupo. Sin embargo, esas medidas revelaron una visión “edadista”. Una actitud muy enraizada en nuestra sociedad, dice el estudio.
Edadismo en la pandemia
Las personas mayores se han visto expuestas al paternalismo y “edadismo” durante la pandemia, explica Hugo Guiñez, presidente de la Asociación Nacional de Adultos Mayores. “A nosotros, como personas mayores, nos hubiera gustado estar en la trinchera, estar opinando para poder tomar las decisiones más adecuadas, pensadamente y sabiamente”.
¿Qué es el “edadismo”? Es la discriminación por motivos de edad, explica Agnieszka Bozanic psicogerontóloga de la Universidad de Barcelona y presidenta de Fundación GeroActivismo. Se trata, dice, del conjunto de creencias (estereotipos), sensaciones (prejuicios) y acciones (conductas discriminatorias) que se realizan para discriminar a otras/os o a nosotras/os mismas/os en relación a la edad.
Forma parte de los tres grandes “ismos” junto al sexismo y racismo. Un concepto bastante desconocido en nuestra sociedad. Que tiene una forma muy sutil de manifestarse, “que no nos damos cuenta”, aclara Bozanic.
Constanza Briceño, terapeuta ocupacional y secretaria de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, señala que el “edadismo” siempre ha estado presente, pero en tiempos de pandemia se ha visto reflejado en lo cotidiano con mucha más fuerza que antes. “Lo bueno que ahora se ve claramente y se ve cómo en el día a día tenemos acciones ‘edadistas’ que hay que erradicar”.
Bozanic dice que algunos ejemplos de “edadismo” en un macronivel podrían ser políticas públicas que discriminan por edad, “como las medidas de confinamiento dirigidas a personas mayores de 75 años llevadas a cabo en Chile, y a micronivel podrían ser el mal uso de ciertos términos para referirse a este grupo etario como ‘abuelito’ o ‘anciano’ en vez de ‘personas mayores’ que es el correcto pues tiene un enfoque de género y DDHH”.
Aislamiento radical de los adultos mayores
Juan Lirio, académico de la Universidad de Castilla, España, parte del estudio realizado por el Observatorio del Envejecimiento, indica sobre Chile que desde fuera se aprecia que fue ágil en dar respuestas preventivas y que estuvo atento a lo que ocurría en otros países. Además, se usó una mirada de un modo más amplia, no sólo médica y se innovó, con la creación de teléfonos especiales para paliar la soledad de los mayores y la creación de las “cabinas de visitas seguras”, idea que, dice, trasladará a su país por parecerle muy pertinente.
Con todo, agrega Lirio, resulta evidente el impacto de la situación de la pandemia en los ciudadanos y especialmente en las personas mayores. "El aislamiento radical que este colectivo ha sufrido supone un retroceso bestial en la filosofía del envejecimiento activo y en los hábitos creados en lo cotidiano por los adultos mayores”.
El reporte muestra que otros países, como Francia y España, también implementaron cuarentenas sin distinciones de edad. Pero a diferencia de Chile, indica, en España las visitas de familiares en residencias y hospitales se limitaron, pero no se prohibieron.
En Latinoamérica, Argentina, por ejemplo, desarrolló un programa de voluntariado para acompañamiento a personas mayores. En Francia se tomaron medidas similares con incentivos económicos a cuidadores y personal a cargo de personas mayores. En Uruguay, no existieron prohibiciones de movimiento para este segmento y se estableció que la ciudadanía tomara por su propia cuenta medidas de distanciamiento y disminución de visitas a hogares de personas mayores.
El reporte enfatiza que muchas medidas no se ajustan a la gran heterogeneidad y necesidades de las personas mayores. Su aplicación, ha evidenciadodesconocimiento sobre las necesidades y la realidad de las personas mayores en Chile, destaca Sara Caro, académica de la Universidad Católica, “cosa que también quedó expuesto en los protocolos ejecutados en otros países”.
Graciela Zarebski, vicedecana de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y Empresariales de la Universidad Maimónides, señala en el reporte, que ese tipo de restricciones “ponen acento en la vulnerabilidad biológica y no toman en cuenta que las personas mayores no son solo su biología”. No se tiene en cuenta, añade, “la totalidad de las personas mayores y que existen factores protectores que hacen frente a esta vulnerabilidad biológica”.
Empatía con los adultos mayores
Si bien muchas de las medidas fueron condescendientes, el escenario de pandemia, dice el reporte, implicó que surgiera también solidaridad intergeneracional, para el apoyo e inclusión social de las personas mayores.
Macarena Rojas, directora de gestión de Observatorio del Envejecimiento, resalta cómo el colocar la mirada pública a las personas mayores ha ayudado a dar a conocer sus diversas condiciones de vida. “En la actualidad se puede ver una mayor preocupación familiar y de la sociedad por las personas de tercera edad”.
En pandemia y con las cuarentenas, agrega Rojas, gran parte de la población mundial ha experimentado aislamiento social y sentimientos de soledad, situaciones que ese grupo también vive. Se puede llegar a un mejor entendimiento del fenómeno y encontrar formas de que no se perpetúe. “Desde una mirada optimista, como sociedad tenemos una oportunidad única para mejorar, pues se ha ganado conocimiento y conciencia de las situaciones desventajosas en la que se encuentran los adultos mayores”, destaca.
Rescatar el sentido de responsabilidad y sabiduría de las personas mayores, es una recomendación que el reporte realizado por el Observatorio del Envejecimiento, hace. “Quienes hemos vivido hasta esta etapa de la vida, en general actuamos con responsabilidad, hemos aprendido a respetar las leyes y reglamentos, tenemos aún mucho que aportar a la sociedad, a la comunidad y a la familia, y por tanto es injusto confinarnos de manera indefinida en un verdadero arresto domiciliario”, señala un testimonio.
En los primeros meses de pandemia, indica Briceño, Chile estaba en una situación inédita y con la información disponible se tomaron decisiones. “Hoy se puede decir que faltó participación de personas mayores, pero ahora en el desconfinamiento se ha remediado y se está haciendo participe a las personas mayores en las decisiones. Las autoridades han considerado la opinión de las sociedades científicas”.
Para las superar las barreras impuestas a las personas mayores, el reporte sugiere gestionar instancias que permitan el contacto intergeneracional y reivindicar la figura de los adultos mayores. Además, fomentar su participación en la toma de decisiones en relación con políticas públicas que los involucren.
Un cambio de paradigma. Un cambio de visión acerca de las personas mayores en nuestro país, indica Bozanic. Un cambio estructural que pueda incentivar un cambio individual. “El ‘edadismo’ estructural en el cual vivimos tiene consecuencias nefastas sobre la salud tanto física como psicológica de este grupo, pero también para las y los que seremos mayores el día de mañana en el caso de no comenzar a cambiar desde ya esta visión paternalista y condescendiente”, indica.