La bicicleta no solo es un medio de transporte económico, sino que es flexible y resiliente, cualidades que le permiten adaptarse hoy a situaciones de emergencia, como la pandemia. Con ella, las personas pueden manejar sus tiempos de traslado, seleccionar sus rutas para llegar a sus trabajos y evitar el transporte público, donde prácticamente es imposible mantener la distancia social.

El protagonismo que ha alcanzado hoy en todo el planeta, hace que este Día Mundial de la Bicicleta sea muy distinto a los todos los demás. Según un informe del Foro Internacional de Transporte de la OCDE, más de 150 ciudades han desplegado infraestructura de emergencia para facilitar el aumento de los desplazamientos, un camino que varios municipios del país han comenzado a seguir.

Si bien nuestras políticas públicas fomentan el uso de este medio de transporte, la masificación de su uso, a raíz del cambio cultural que está provocando la pandemia -y el ya se venía experimentando desde antes- reorientará nuestras prioridades en torno a ella. Será necesario, por ejemplo, más planificación y diseño de vías los próximos años.

Afortunadamente nuestro país ha dado pasos importantes para ordenar el desplazamiento de los ciclistas. En noviembre de 2018, entró en vigencia la Ley de Convivencia Vial que regula los lugares en los que pueden y no transitar, la distancia mínima entre ciclistas y automóviles, entre otros avances en seguridad. Solo en la última década han muerto más de mil ciclistas en accidentes.

En infraestructura, en tanto, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) ha construido más de 240 kilómetros de ciclovías los últimos años, en los que se han registrado más de 35 millones de pasadas de bicicletas. Sin embargo, es evidente que hay que avanzar mucho más. El Sistema de Indicadores y Estándares del Desarrollo Urbano indican que aún existen comunas con menos de un 0,5% de cobertura respecto de su red vial.

Pero no toda la circulación de las bicicletas se da en las ciclovías, por ello, hay que hacer esfuerzos en otras áreas. En esta línea, este año iniciamos un trabajo con la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (Conaset) para elaborar una Guía de Tránsito Calmado, con recomendaciones de diseño para incrementar la seguridad en calles donde no exista esta infraestructura.

Con todo, la bicicleta no es un componente que podamos analizar aisladamente. Este medio de transporte es un componente más de la movilidad sustentable, que también contempla la movilidad peatonal como alternativa. Para fomentar esta modalidad, en el ministerio orientamos el Programa de Pavimentación Participativa a estimular la construcción de veredas y está en marcha un plan piloto llamado Ciudad Inclusiva, con el que aplicamos los más altos estándares de la accesibilidad universal en la ciudad.

La peatonalización se puede estimular con más infraestructura, pero para que se transforme en una alternativa de movilidad sustentable los próximos años, Chile tiene que construir ciudades más compactas, eficientes y sustentables, a través de la densificación equilibrada, un principio que ya es parte de nuestra política urbana.

* Jefa División de Desarrollo Urbano, Ministerio de Vivienda y Urbanismo.